LCDSEI
Hola, parece que andas paseando por el foro sin tener tu cuenta abierta, ¿qué esperas? Si ingresas a tu cuenta o te inscribes con nosotros tendrás abierto ante tí todo un mundo de Inuyasha y podrás disfrutar de muchas y variadas actividades.

Unirse al foro, es rápido y fácil

LCDSEI
Hola, parece que andas paseando por el foro sin tener tu cuenta abierta, ¿qué esperas? Si ingresas a tu cuenta o te inscribes con nosotros tendrás abierto ante tí todo un mundo de Inuyasha y podrás disfrutar de muchas y variadas actividades.
LCDSEI
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.
Conectarse

Recuperar mi contraseña

Links de interés
──────────────────
───•Tumblr oficial
───•Facebook
───•Youtube
──────────────────
Navegación









Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

5 participantes

Página 1 de 4. 1, 2, 3, 4  Siguiente

Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por MikoAucarod Dom Jun 28, 2009 8:15 pm

Bueno, aquí nuevamente compartiendo fics que no es mío, pero conseguí permiso de la traductora :Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) 897663: espero que les guste Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Icon_biggrin a mí me fascinó ^^

Genio Embotellado
(Bottled Genius)
Por Rozefire
Traducido por Inuhanya

------
------
Capítulo 1
Desenterrando una Maldición
------
------
“¡Kagome!” Souta la golpeó en la cabeza con su morral. “Despierta, estamos aquí.”
El ceño de Kagome se frunció mientras tomaba un profundo respiro y se estiraba en el asiento de pasajero del auto. Sintió la fría corriente de aire que se deslizó sobre su cuerpo desde donde Souta ya había salido dejando una raja abierta en la puerta trasera. Parpadeó lentamente y depositó su mirada en la oscura y sombría silueta delineada por la luz de la luna ante ella.
“Así que él vive aquí, ¿huh…?” le dijo Kagome a su madre a su lado.
Aquello era cualquier cosa menos una mansión… vieja y un poco desgastada en los bordes. Pero el lugar era más grande que cualquier otra casa que hubiese visto antes…
La Sra. Higurashi miró al otro lado y debió haber visto la pensativa expresión de Kagome porque la alcanzó y tocó su hombro. “No te preocupes, es sólo hasta que resolvamos esta deuda y los problemas económicos, entonces podemos mudarnos de nuevo a la ciudad.”
“Lo sé.” Kagome bostezó levemente mientras desabrochaba su cinturón y salía del auto.
En cierta forma esto no parecía completamente justo. Tenían problemas monetarios… así que se mudaron de su Templo a algo parecido a un palacio. No era completamente lo que esperarías, pero por supuesto, había unas cuantas trampas en este arreglo. La primera, ahora tenían que vivir con el abuelo, pero eso no era tan malo. Era tranquilo después de todo (usando ese término en la forma más vaga posible).
La otra trampa por supuesto era que tenían que mudarse fuera de la ciudad, fuera de su distrito y al campo. Nada de tiendas, ni personas, ni puntos de comida rápida ni cines por millas.
Pero fuera de todos los lujos y cosas a las que tuvo que renunciar, extrañaría más a sus amigas… todas vivían en Tokio… mientras que ahora Kagome estaba atascada en la rural Izu con un parlanchín por abuelo.
“Trata de no verte tan deprimida.” Le dijo su madre suavemente mientras cargaban sus maletas hacia el arco que se suponía era un pórtico. “Lastimarás sus sentimientos.”
“¿Crees que tengan ranas y pececillos en ese río…?” preguntó Souta distraídamente, mirando hacia los árboles cercanos donde el sonido de agua corriendo hacía eco. “Tal vez podamos ir a pescar.”
“Tal vez no.” Dijo Kagome secamente.
La Sra. Higurashi se movió para golpear la puerta cuando se abrió de repente y encontraron a su radiante abuelo en el umbral. La madre de Kagome sonrió enseguida. “¡Papá! ¿Cómo has estado?”
“Mucho mejor al verlos a los tres otra vez.” Él aceptó animado su abrazo y volteó hacia sus nietos. “Souta - ¡has crecido al menos un metro desde la última vez que te vi!”
Souta sonrió orgulloso.
Kagome esperó su turno con solemne aceptación. Su abuelo volteó hacia ella y de una vez hizo la parte del abuelo… pellizcó sus mejillas y palmeó su hombro. “Y la pequeña Kagome, creciendo más linda cada día.”
Souta resopló incrédulo mientras Kagome sólo continuaba sonriendo, aunque sentía que sus mejillas ya tenían suficiente tensión ese día.
“Entren, entren, fuera de este frío.” Su abuelo los invitó a entrar y cerró la puerta tras ellos. “Dejen sus maletas en el corredor, podemos recoger el resto de cosas del auto más tarde. Supongo que quieren el recorrido ahora, no es así. Les mostraré dónde dormirán.”
¿Qué, sin comentarios o preguntas sobre su padre? Bueno… tal vez su madre ya le había dicho al abuelo toda la historia por teléfono… o tal vez eso vendría después. Mientras tanto arrastraba sus pies siguiendo a los otros por el corredor y por unas escaleras que crujían cuando ascendieron.
“¿Estás seguro que esto es seguro para subir?” Preguntó Kagome impulsivamente.
“Por supuesto.” Su abuelo desvaneció su preocupación. “Ha estado en pie por dos siglos y medio. No nos ha fallado todavía.”
Eso no fue tan confortante como creyó.
“Por dos siglos y medio esta casa ha estado de pie.” Comenzó el abuelo. “Fue construida por la familia Yashimoto - sus dos hijos trabajaron con sus cuatro manos desnudas por años para construir este lugar.”
Oops, ella lo había hecho hablar con una de sus clases de historia. Suspiró y siguió obediente, especialmente después de esa fuerte mirada que su madre le envió cuando suspiró un poco fuerte.
Pero realmente era muy impresionante… considerando que el lugar había sido construido por sólo dos personas, el lugar era excesivamente grande. Probablemente había habitaciones que el abuelo nunca había visto en esa casa… y que probablemente nunca vería. Si ella ponía su cerebro y lo juntaba con Souta… el mejor refugio con el que saldrían sería dos tablas de madera sostenidos juntos con tal vez una sábana si querían echar al agua el bote…
“¿Crees que si cavamos en el patio encontremos algunos muertos?” le susurró Souta tranquilamente a Kagome mientras el abuelo continuaba divagando, mientras su madre se esforzaba en pretender escuchar.
“¿Cadáveres de quién?” Kagome le frunció. “Hemos estado aquí cinco minutos y ya estás planeando renovar el jardín.”
“¿No escuchaste sobre la leyenda de este lugar?” Souta le parpadeó.
“¿Qué leyenda?”
“¿Leyenda?” Los oídos del abuelo se agudizaron ante la palabra. “Te aseguro que la leyenda es sólo un mito… una buena historia que a los locales les gusta pasar por las tabernas cuando no hay nada de qué hablar. Ahora, ¿ven esa ventana de allá? Muy interesante la forma…” y entró en las divagaciones otra vez.
Souta tiró de la manga de Kagome. “¿Ves lo rápido que cambió el tema? Obviamente hay alguna seria actividad paranormal por aquí.”
“Actividad paranormal en tu cerebro.” Kagome retiró su brazo. “No seas tan infantil.”
“Sólo estás gruñona porque dejamos atrás la ciudad y la escuela.”
“Oh, ¿debo estar sonriendo en vez?” preguntó ella sarcástica.
“Ustedes dos.” Su madre los interrumpió antes de que pudiera desarrollarse una discusión. Ella movió su cabeza, indicándoles que se callaran. Ambos se vieron obligados, a regañadientes y siguieron a los adultos para ver dónde estaban las habitaciones.
****
El abuelo y su esposa, también conocida como la abuela, habían vivido en esa casa por los últimos treinta años. Unos años atrás, la abuela había muerto dejando solo al abuelo en la casa. Kagome tenía que respetar que probablemente estaba solo algunas veces… nada sorprendente si vivía en una casa del tamaño de una tienda por departamento con casi sesenta acres de tierra alrededor. De lo que había visto, parecía sólo usar dos o tres habitaciones en toda la casa. El dormitorio, el baño, la cocina y la sala. Todas las otras habitaciones eran frías y húmedas y parecía que nadie había entrado en ellas por muchos, muchos años.
Estaba comprobado por la espesa capa de pegajoso y fijo polvo que cubría los pisos de tales habitaciones, nada perturbadas por años.
En su época, el abuelo había sido un hombre de negocios. Él les había dejado el Templo a su hija y familia cambiándose a cosas más grandes involucrando el comercio internacional. Se había vuelto lo rico suficiente para comprar este lugar con su esposa, y luego se había retirado para vivir el resto de sus días.
La casa había estado vacía por mucho tiempo antes de que sus abuelos decidieran adquirirla y a la tierra circundante. No podía entender por qué… el lugar tenía una vista agradable, aire limpio y mucho espacio - algo por lo que la gente mataría esos días.
“Dicen que una joven mujer poseía la casa hace cincuenta años.” Le dijo Souta mientras desempacaban sus maletas sobre sus camas. Infortunadamente ambos tenían que compartir una habitación hasta que uno de los otros dormitorios se limpiara. “Ella murió en forma misteriosa… la encontraron muerta en el ático, sin explicación.”
“Tal vez su corazón se detuvo.” Dijo Kagome con un giro de sus ojos, intentando callar la historia que parecía ser creada por su imaginación. “Eso pasa.”
“Tenía dieciocho años, no pudo haber sido un ataque cardíaco. Y no hay una causa de muerte disponible…” de repente adquirió una misteriosa voz. “Excepto que su rostro portaba una feliz sonrisa, debe haber estado sonriendo cuando murió.”
“¿Murió de risa?” sugirió Kagome.
Souta la miró. “Pero, ¿no te parece extraño que después de morir, la casa estuvo desocupada por como, veinte años, mientras que por las otras propiedades que eran más costosas que ésta se peleaban en todo el lugar?”
“No realmente.” Kagome colocó sus medias en el cajón al lado de su ropa interior. “¿Entonces una chica murió? Gran cosa. Muchas personas mueren en el mundo.”
“Dicen que ella se mudó a la casa con su padre que también murió en extrañas circunstancias cortamente antes de que ella muriera.” Le dijo Souta. “Este lugar probablemente está embrujado. Al menos dos personas han muerto aquí.”
“Y prontamente una tercera si no dejas de ser tan crédulo.” Dijo Kagome despreocupada.
Souta se encogió de hombros y continuó desempacando hasta que de repente la miró y sonrió. “Oye - apuesto que el abuelo nunca ha estado en el ático.”
“No con sus caderas, probablemente no.” Kagome lo miró al otro lado. “¿Por qué?”
“Lo cual significa…” él giró sus ojos hacia arriba. “Nadie ha estado allá arriba por cincuenta años…”
Kagome siguió su mirada lentamente a un hueco cuadrado en el techo que estaba entablado… el camino al ático. “Probablemente tienes razón.”
“¿Estás pensando en lo que yo estoy pensando?” él le sonrió y ella se la devolvió.
Cuando se refería a aventura y exploración a lo desconocido, los dos hermanos eran de la misma opinión.
****
“¿Qué ves?” le preguntó Souta.
Kagome levantó la tabla a un lado y trepó los últimos escalones de la escalera de mano en el desván. Tosió cuando el polvo invadió sus pulmones, levantado del piso por su pesado caminar. Telarañas se enredaron en su cabello, pero nunca había sido increíblemente delicada y sólo las retiró apresuradamente, rezando porque ninguna araña hubiese estado asentada en ellas.
“¿Y bien?” llamó Souta otra vez.
“Dame un minuto.” Ella encendió la vieja linterna que habían sacado de la alacena de la cocina y tuvo que golpearla pocas veces para que iluminara lo suficiente. “Um… veo… paloma muerta… paloma muerta… paloma muerta… y ¡oh! Rata muerta.”
“Voy a subir también.” Ella lo escuchó decir antes de escuchar la escalera crujir otra vez. Él amarró la parte de arriba para que no cayera accidentalmente sin nadie sosteniéndola abajo. Ella lo subió al ático y sonrió divertida cuando su reacción al polvo y a las telarañas fue un poco más irracional que la suya.
“¿No hay luz por aquí?” preguntó él, aún mirándose por arañas y telarañas.
“Si la hay, dudo que funcione.” Le dijo ella e iluminó su luz por el desván y entrecerró sus ojos entre las nubes de polvo que se habían levantado como humo, o fina niebla. Aparte de las palomas muertas y varios viejos y aislados materiales que yacían alrededor, olvidados, había varios cajones de madera y cajas. “¿Qué crees que hay en ellas?”
“¿Cuerpos?”
“No son lo grande suficientes.”
“¿Cuerpos descuartizados?”
Kagome lo ignoró y se agachó bajo un contrafuerte para arrodillarse junto al más cercano conjunto de cajas. Colocó la linterna sobre una y comenzó a abrir otra. Souta estaba detrás de ella, observando sobre su hombro mientras hacía a un lado la tapa y miraba dentro.
“Eso es…” comenzó ella.
“Moho.” Souta terminó con un suspiro. “¿Quién empacaría moho en una caja?”
“No lo hicieron.” Kagome movió su cabeza y miró hacia arriba. “Debe haber habido una gotera en el techo… el agua debe haberse filtrado en las cajas.”
“No en todas, ¿verdad?” Souta la observó mientras se levantaba otra vez.
“Bueno, tal vez no las cajas sobre las que están en el piso.” Ella levantó la linterna y se la alcanzó. “Sostén esto por mí.” Ella bajó una de las cajas de arriba y la colocó sobre la que había abierto previamente. Agitó sus manos por un momento, tratando de retirar el polvo antes de clavar sus dedos bajo el borde de la caja y abrirla con un tirón.
“Bien. No hay moho.” Souta se asomó a su lado.
“No… sólo libros… libros viejos y olorosos…” Kagome levantó uno y lo hojeó. Las páginas cayeron en un instante y se esparcieron sobre su regazo y el piso. “Oops.”
“Nadie va a extrañarlo.” Souta se encogió y tiró de su blusa. “Intenta las de aquí - están marcadas.”
Pero quienquiera que las había marcado tenía una caligrafía muy ilegible. Eso o el tiempo la había borrado a sólo garabatos. Kagome bajó la caja de arriba del montón y la abrió. Los contenidos eran levemente más interesantes esta vez.
“¿Qué demonios son estas cosas?” Souta sacó un artículo de la caja.
“Un cepillo.” Kagome suspiró impacientemente. “No has cepillado tu cabello con un - espera, no respondas eso. ¿Qué más tenemos aquí…?”
Unos cuantos vestidos carcomidos, un espejo de mano, algunas botellas de perfume y una brillante caja de cuero negro. Kagome la levantó cuidadosamente mientras Souta se ocupaba con los vestidos. Ella abrió la caja lentamente y frunció ante los contenidos. No otro libro…
Esperen… no era otro libro. Era un diario.
Kagome lo sacó con más cuidado del que tuvo con el libro anterior y abrió la dura cubierta en la primera página.
“Kikyo…” Kagome frunció pensativa. “¿Esta era la joven mujer?”
“Una joven mujer con un gusto en ropa de una anciana de setenta años.” Souta arrugó su nariz mientras colocaba de nuevo la ropa y comenzaba a oler alrededor de las botellas de perfume. “¿Cuánto supones que valen estas cosas? Digo, si las vendemos a un museo tendríamos dinero, ¿verdad? Entonces tal vez podamos regresar a nuestro Templo.”

Continúa en la respuesta


Última edición por MikoAucarod el Miér Nov 16, 2011 11:01 am, editado 5 veces
MikoAucarod
MikoAucarod

Sacerdotisa - Administradora
Sacerdotisa - Administradora

Femenino
Cantidad de envíos : 3786
Edad : 34
Localización : Nuevo León, México
Fecha de inscripción : 04/11/2008

https://lcdsei.forosactivos.net

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Re: Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por MikoAucarod Dom Jun 28, 2009 8:18 pm

“No lo creo. Sólo son cincuenta años… no es realmente tan antiguo.” Kagome hojeó las primeras páginas. “Quieres vender algo antiguo, vende al abuelo, él es más viejo que todas estas cosas juntas.”
“¿Crees que encontraremos un arma asesina?” preguntó Souta, mirando alrededor del ático. “Ella murió aquí, ¿verdad?”
“Si la policía no encontró una hace cincuenta años, ¿crees que encontrarás una hoy?” Kagome le disparó una divertida mirada.
“Tal vez.” Él volteó hacia otro lado y olvidó agacharse bajo el par. Casi se noquea. “OW! Cielos…” él gruño y frotó su golpeada cabeza. “Tal vez ella murió así.”
Kagome rió a su expensa.
“Me alegra que encuentres divertido mi dolor, Kagome.” Espetó él.
“No divertido del todo. Hilarante.” Kagome sonrió levemente. Luego notó las botellas de perfumes que Souta había estado mirando. “Estas son bonitas… vidrio de color… ¿tal vez valgan algo?”
“Siento como si estuviéramos saqueando un cadáver.” Murmuró Souta, todavía frotando su cabeza.
“Tonterías. El abuelo compró todas estas cosas cuando compró la casa. Posee todo en este desván así que no estamos saqueando ningún muerto hoy.” Le dijo Kagome mientras cuidadosamente cerraba el diario y lo regresaba a su caja negra. No quería dañarlo.
“¿Dónde crees que encontraron el cuerpo…?” Souta continuó preguntando mientras se movía por el desván cuidadoso, mirando el piso atento por alguna vieja mancha de sangre.
En algún lugar en la casa bajo ellos escucharon la voz de su madre. “¡¿Souta?! ¡¿Kagome?! ¡La cena!”
“¡Vamos!” ambos corearon, esperando que su madre los escuchara desde arriba.
“Huelo espaguetis, ¡hurra!” Prácticamente Souta se deslizó por la escalera en su apuro para llegar a la cocina antes de que el abuelo se los comiera todos. Ambos eran notorios fanáticos de los espaguetis en salsa de tomate. Kagome comenzó a seguirlo, antes de dudar y mirar la caja abierta. Ese diario se veía interesante - ¿tal vez debería llevarlo con ella?
Recogió la caja negra y las botellas de perfume mientras estaba en eso. Las acunó en su blusa como un bolsillo y con cuidado bajó la escalera.
****
Ella estaba sentada tarde esa noche leyendo las desvanecidas anotaciones en el viejo diario. Mantuvo encendida la luz al lado de su cama mientras Souta dormía sonoramente en la cama opuesta a la suya.
Kikyo era… descubrió ella… un tipo de chica muy sumisa. Había tenido diecisiete años cuando escribió esas entradas, aunque parecía mucho mayor. Kagome conocía a las de diecisiete… probablemente eran más tontas que Souta en los casos extremos. Y mientras a Kagome le gustaba pensar en ella como una chica algo madura, sabía que nunca sería madura como la joven de la que estaba leyendo.
Las entradas eran directas, eficientes. Un párrafo largo usualmente, recontando eventos interesantes de ciertos días con una pequeña fecha en la parte superior para probarlo. Kagome leyó la entrada ligeramente más larga que había hecho en su cumpleaños dieciocho. Kagome ya podía imaginar a la joven por el tono de su escritura… básicamente una joven que nunca esbozaba una sonrisa, hablaba en una monótona voz y era muy, muy, muy aburrida.
Kagome decidió saltar unas páginas hasta que una entrada captó su ojo. Era de dos páginas de largo. Sobre su mudanza a la casa con su padre… y por el sonido de eso, resentía la idea de mudarse a tan vieja casa, justo como parecía resentir su padre.
“Parece que tenemos algo en común…” susurró Kagome para sí.
Después de eso había un largo espacio de fechas. Tres meses, de hecho. Y su próxima entrada sorprendió a Kagome de alguna forma.
Deseé un humilde palacio. Recibí lo que pedí. Qué tonta soy…
Kagome pasó a la siguiente página.
Deseé cantar con la voz de un ángel. Obtuve lo que pedí. No puedo cantar más.
Kagome re-leyó la entrada, no segura de que estuviera viendo las palabras correctamente. No tenían ningún sentido… ¿por qué estaba pasando esta joven?
Deseé poder tocar el piano. Recibí lo que pedí. Puedo tocar, pero no puedo leer música, y no puedo aprender las piezas de corazón. Tampoco puedo inventar música… no puedo tocar el piano.
“Bueno…” Dijo Kagome lentamente, preguntándose qué demonios estaba pasando en la mente de esta joven a este punto.
Deseé que mi padre me dejara en paz para bien. Encontraron su cuerpo en el río. Mi padre está muerto.
Ahora eso estremeció a Kagome. Miraba la palabras mientras una fría sensación caía sobre ella, haciendo que su cabello se parara de punta como si alguien hubiera restregado sus uñas por un pizarrón.
Deseé encontrar el amor. Lo encontré. Pero no puedo conservarlo.
La próxima entrada era la última, fechada el 14 de enero, 1954.
Deseé morir como una mujer feliz al final. Temo por mi vida.
Kagome cerró de golpe el diario y lo miró perturbada. Eso era horripilante… ¿morir como una mujer feliz? La sonriente mujer muerta en el ático fue encontrada en enero de 1954.
Tal vez sólo estaba soñando… uno un tanto sediento, o tal vez no. Bajó el diario otra vez y deslizó sus piernas fuera de la cama. Su mirada cayó en las tres botellas que estaban en la mesa al lado de su cama. Vidrio coloreado de azul con visos púrpura que brillaban en la luz, el aceite brillaba coloridamente en el agua algunas veces. La tapa en cada una era tan azul como cada botella, pero dos estaban rotas y obviamente habían sido pegadas, mientras la tercera permanecía intacta. Kagome había decidido que las dos tapas rotas probablemente bajarían un poco el valor de las botellas… ¿pero la tercera?
Ella la recogió y la volteó boca abajo. Retiró la tapa y olió el interior. Olía a sándalo. No muy fuerte… pero colocó la tapa y la regresó a la mesa. Le hablaría a su abuelo mañana y averiguaría si realmente valían algo, o si sólo eran baratijas que se venderían en ventas de portaequipajes.
Esa sed estaba comenzando a molestarla y salió de la cama tranquilamente, para no molestar a Souta mientras caminaba por el frío piso hacia la puerta. Debió haber vagado sin rumbo fijo por al menos cinco minutos antes de que eventualmente encontrara la cocina. Era la única parte moderna de la casa, completa con estufa actualizada y un horno microondas. Obviamente el abuelo no planeaba vivir en la edad de piedra en lo que a comida se refiere.

Kagome tomó uno de los vasos limpios de la alacena y lo llenó con el agua del grifo. Fastidiosamente, el grifo se rehusó a funcionar apropiadamente y la salpicó con una pequeña llovizna de agua… y justo cuando había colocado su mano para ver cuál era el problema, disparó un chorro de agua tan fuerte que podía jurar perforó su palma. “Hijo de…”
“Burbujas de aire.”
Ella giró tan rápido que el vaso voló de su agarre y se quebró contra el espaldar de una de las sillas de la cocina. El joven sentado en el borde de la mesa parpadeó con poca sorpresa cuando los pedazos de vidrio se esparcieron por el suelo. “Supongo que la tubería no ha cambiado mucho… aunque eso es nuevo.” Él torció una mirada al horno.
La boca de Kagome trabajó furiosamente. Un millón de preguntas se desencadenaron a la vez dentro de ella. ¿Quién demonios era él? ¿Cómo diablos entró en la casa sin activar la alarma de seguridad? ¿Por qué tenía cabello blanco? ¿Por qué estaba hablándole de plomería? Y sobre todo - ¡¿Por qué demonios estaba en la cocina con ella?!
“¡G-gritaré!” amenazó ella con una voz temblorosa. “Y mi familia llamará a la policía.”
Él se encogió de hombros con un giro de sus ojos. “Estoy seguro que lo harán. Tú fuiste quien quitó la tapa, ¿verdad?”
“¿Qué?” Kagome lo miró.
“Sí.” Suspiró y se bajó de la mesa. “Una nueva. Diré esto sólo una vez, así que tienes que escuchar.”
“Tú escúchame - ¡fuera de esta casa!” demandó Kagome, buscando alrededor por algún tipo de arma defensiva. Su mano aterrizó en el rodillo… bien, muy bien. “¡Te lo advierto!”
“Y yo te lo advierto.” Él cruzó sus brazos y le frunció el entrecejo. “Sólo voy a decir esto una vez así que tienes que escuchar.”
Furiosamente, Kagome trató de reñir con él, pero la interrumpió.
“Soy una décima generación así que tienes diez deseos. Las reglas son simples. No desear por más deseos de los diez que te son dados. No puedes revertir un deseo, la única forma de hacer eso es hacer otro deseo revirtiendo el anterior. No puedes hacerme traer la muerte de nuevo a la vida. No puedes hacerme conjurar, aún cuando pueda doblar las reglas de la física, no puedo romperlas todavía. No desear que yo sea tu esclavo, de lo contrario estoy obligado a lanzarte en medio del océano y a encontrarme un nuevo amo. Y por último, pero no en importancia, no puedes expulsarme de lo que hago al usar tu último deseo para liberarme, aunque por qué demonios querrías hacerlo está más allá de mí. ¿Entiendes?”
Kagome lo miró. Debe estar loco…
“Y una petición personal. Trata de no romper mi botella, ya pasó once veces y apreciaría si ustedes las personas tienen algo de cuidado alguna vez.” Él le dio una sonrisa sin gracia. “Diez deseos. No estoy de humor esta noche, así que llámame cuando pienses en algo que te gustaría.”
“¿Llamarte…?” repitió Kagome confundida. Ella quería saber más, de qué estaba hablando, quién era él. ¿Por qué su cabello era tan perfectamente blanco y sus ojos tan brillantes e inhumanamente dorados? ¿Por qué sus dedos terminaban en esas uñas que eran más como garras para ser uñas reales? ¿Por qué estaba usando ropa que nadie había visto por al menos cuarenta años? Mejor comenzar con preguntar su nombre. “Quién-”
“¡Ahora no!” espetó él, obviamente malhumorado. “Te dije que no estoy de humor. Llámame mañana o cuando sea.”
Con eso volteó, como si fuera a salir por la puerta. Pero a la mitad del camino pareció derretirse en humo rojo y se desvaneció de vista. El humo que dejó atrás hizo toser a Kagome y ella sacudió su mano ante su rostro para aclarar su visión.
Olía a sándalo.
Cuando la cocina estuvo limpia del espeso humo, lo cual fue rápidamente porque esa cosa parecía volverse aire, Kagome miró el punto donde él había desaparecido y parpadeó, tratando de comprender lo que había presenciado.
La gente no desaparecía en el aire. Era tan simple como eso.
Tal vez fue algo en esa salsa…
Finalmente se sacudió y se dijo que sólo estaba cansada y bajo mucho estrés últimamente. Ser echada del Templo porque no podían pagar las cuentas no fue fácil. Tener que dejar la ciudad y a todos sus amigos no fue fácil. Tener a su padre huyendo con una rubia sueca y dejando a su familia sin dinero había sido lo que comenzó todo. Eso tampoco había sido fácil. Y ahora estaba siendo obligada a vivir en una espeluznante y vieja casa encantada. Nada fácil.
Sí, sólo era estrés, decidió ella mientras se arrodillaba a barrer los pedazos de vidrio en una cacerola para que nadie entrara en la cocina mañana descalzo y tuviera una desagradable sorpresa.
Sirvió otra bebida y encontró el regreso a la cama, mayormente al seguir el sonido de los ronquidos de Souta por los corredores. Se metió en la cama, apagó la luz y trató de dormir.
Sin suerte.
Después de girar y dar vueltas por dios sabe cuánto, finalmente se sentó y encendió la luz. Miró las tres botellas en la mesita de noche y supuso que la tercera con la tapa intacta debía haber sido la botella del muchacho…
¿Un genio o algo?
No, esa era una noción estúpida. Los genios vivían en lámparas - ¡además del hecho que no existían! Ella había alucinado, eso era todo. Sólo estaba cansada… aunque no sentía como si necesitara dormir.
Tomó el diario de Kikyo y releyó las últimas entradas. Todo esto habla de deseos…
Hojeó las últimas páginas vacías del diario - pero se detuvo cuando ubicó más escritura cerca del final del libro. Su garganta se secó y su voz era un simple y frágil susurro cuando repitió las palabras escritas. “Cuidado con la maldición de la Décima Generación de Cumplidores de Deseos… Inuyasha…”
Kagome lo cerró de golpe y casi lanza el libro sobre la mesa, apagó la luz y se dejó caer con todo su cuerpo escondido bajo las cobijas.
Notó que pudo haber tropezado con algo allá arriba…
****
Continuará…


Última edición por MikoAucarod el Lun Jun 29, 2009 4:58 pm, editado 1 vez
MikoAucarod
MikoAucarod

Sacerdotisa - Administradora
Sacerdotisa - Administradora

Femenino
Cantidad de envíos : 3786
Edad : 34
Localización : Nuevo León, México
Fecha de inscripción : 04/11/2008

https://lcdsei.forosactivos.net

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Re: Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por amerika-kikio Dom Jun 28, 2009 11:22 pm

kyaaaaaaaa!!!
ke kawaii!!
espero la conti!!
esto esta weniximo!!
XD
bye
amerika-kikio
amerika-kikio
Sacerdotisa Hanyou
Sacerdotisa Hanyou

Femenino
Cantidad de envíos : 559
Edad : 30
Localización : Un dia por aqui... otro por alla...
Fecha de inscripción : 07/11/2008

http://www.metroflog.com/inu_pau

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Genio Embotellado (2) (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por MikoAucarod Lun Jun 29, 2009 4:44 pm

Genio Embotellado
(Bottled Genius)
Por Rozefire
Traducido por Inuhanya
------
------
Capítulo 2
Deseo Número Uno
------
------
La fuerte luz de la mañana por la ventana al lado de la cama de Kagome fue lo que probablemente la despertó a la mañana siguiente… eso o Souta luchando con la cómoda para sacar su ropa de los pegajosos cajones. Ella hizo una nota mental para recordarle a su abuelo las cortinas y las habitaciones separadas mientras halaba las cobijas sobre su cabeza e intentaba pretender que era alguien más… un cierto alguien que vivía en un Templo en Tokio y quien aún podía seguir en contacto con sus amigas.
No fue sino hasta que Kagome enlistó todas las cosas malas en su vida, que recordó la última.
Lentamente retiró las cobijas y se asomó sobre ellas para mirar las tres botellas en su mesa de noche. La experiencia de la noche anterior regresó con repentina claridad y mordió su labio… ¿había sido real?
La respuesta a eso obviamente era no. Los muchachos no tenían cabello largo - hecho mayor numero uno del mundo real. Y ciertamente no tenían garras como alguna especie de… dinosaurio… tal vez esa era la asociación equivocada… Pero también sabía por un hecho que los chicos no se materializaban y se desvanecían a voluntad ante sus ojos - ¡eso era físicamente imposible!
Obviamente había estado bajo mucho estrés últimamente y había imaginado todo el asunto. Probablemente de nuevo había estado caminando dormida y soñó que un genio había venido a ofrecerle hacer realidad su sueño - diez deseos para sacarla de vivir ese infierno. Por supuesto, no era como vivir un infierno… pero ciertamente no le gustaba su nuevo hogar o su nueva vida.
Kagome sacudió su cabeza mientras decidía sacar al chico genio de su mente y regresar a su cama para continuar con su descanso. Bueno, ese era el plan, pero su madre tenía otras ideas.
“Kagome - tienes que levantarte pronto - ¡es lunes!” gritó la Sra. Higurashi a todo pulmón para ser escuchada en la enorme casa.
Eso extrajo un doloroso gruñido de la adolescente mientras encontraba algo nuevo para añadir a su lista de ‘cosas malas que me pasan a mi.’ Pero no había caso en andarse con rodeos, y entonces deslizó sus piernas y salió de la cama levantándose con la gracia de un bebé elefante. Caminó por el frío piso para sacar su nuevo uniforme escolar de sus cajones.
Era marrón… ugh… y el estilo era de hace veinte años. Arrugó su nariz con desaliento y se tambaleó para encontrar el baño.
Mientras vagaba sin propósito fijo por los corredores se preguntó ¿qué demonios haría con diez deseos? Recordó algo en sus años de escuela, donde cada estudiante tenía que decidir qué desearía si se les otorgaran tres deseos.
Prácticamente todos habían deseado por la paz mundial y resolver el hambre del mundo con sus primeros dos deseos. Kagome había decidido que, como todos los demás estaban alimentando a todos los niños hambrientos y haciendo a los políticos estrechar sus manos, podía permitirse ser un poco egoísta.
El primero sería desear un pony - uno negro llamado Clover. Esa había sido su fantasía a la edad de seis. Aunque dónde demonios pondría este pony, no tenía idea. Nunca había habido espacio en el Templo para uno, pero eso no era importante.
El deseo número dos sería una casa hecha de dulces y chocolate. Así podría crecer mordisqueando las cortinas y nunca tener que ir a la dulcería. Por supuesto, con este tipo de casa, probablemente pesaría trescientas libras a la edad de veinticinco. ¿Sin necesidad de ir a la dulcería? No podría salir por la puerta para ir a la tienda con tanta grasa. Terminaría comiéndose el marco de la puerta…
El tercer deseo había sido más bien inmoderado (como si los anteriores no lo fueran). Deseaba mil deseos más, y juró que usaría al menos uno de ellos para curar el cáncer y purgar el odio y el mal del mundo. Tal vez.
Pero todo eso había sido cuando tenía seis años. ¿Qué desearía ahora? Ella esbozó una ensoñadora sonrisa mientras flotaba hacia el baño para cepillar sus dientes y lavar su cara. Con diez deseos podría ser un poco menos limitada con los deseos. Definitivamente desearía por la paz mundial. Desearía volverse una exótica princesa y tener su propio palacio y sirvientes y filas de hermosos hombres haciendo cola para cortejarla. Ah! Hablando de hombres - desearía que ese lindo chico en la escuela mirara en su dirección alguna vez. Olviden eso - ¡lo haría enamorarse locamente de ella!
Pero probablemente nunca vería al chico lindo otra vez…
Perdida en sus pensamientos, se tropezó con los dos escalones en el corredor y golpeó su espinilla en el borde superior. “Desearía ser menos torpe…” siseó ella con dolor.
Con otro suspiro se levantó y continuó hacia el baño para alistarse para su primer día en la nueva escuela.
------
Souta levantó la mirada del río cuando escuchó la puerta del frente y su hermana salió de la casa con una descontenta expresión. Mentalmente chasqueó su lengua y giró sus ojos. Algunas veces Kagome podía ser tan obstinada y fija en sus ideas… no iba a aceptar el cambio de paisaje tan fácilmente como todos los demás.
La Sra. Higurashi apareció en la puerta para despedirlos. “¡Recuerden lo que les dije! La escuela está por el camino - sigan derecho y la encontrarán pronto.”
Kagome aún se veía reprendida mientras tomaba la mano de Souta y lo arrastraba por el camino.
Por supuesto, ‘por el camino’ parecía como unas cien millas para Kagome. El camino era largo, aburrido y muy tranquilo, y la escuela estaba justo al extremo opuesto a la casa del abuelo.
Iban retrasados cuando llegaron - mayormente porque Kagome otra vez se había perdido en el camino al baño. Kagome; siendo responsable por su propio retraso también como el de Souta, fue llevada inmediatamente ante la directora que le dio la rutina de ‘no sólo te has fallado…’
Si ese no había sido un mal comienzo de día, entonces el ser matemáticas la primera clase lo haría el peor comienzo. Ella llegó a mitad de la clase y obviamente ofendió al profesor al hacerlo - quien se había deleitado mucho al descubrir que matemática no era la materia más fuerte de Kagome!
La siguiente hora había sido una tortura… amablemente el profesor había lanzado preguntas fáciles a los otros estudiantes, tales como ‘¿cuánto es siete más tres?’ o ‘¿cuánto es dos veces cinco?’. Y cuando llegó a Kagome le hizo una pregunta como ‘¿cuál es la raíz cuadrada de trescientos cincuenta y uno?’.
Casi se desmaya con alivio cuando sonó la campana, señalando que la hora del descanso estaba comenzando. Optimista (y tontamente) pretendió que el día posiblemente no podría ponerse mucho peor de lo que ya era. Las cosas sólo podían mejorar.
Error.
------
La Sra. Higurashi tarareaba y sonreía para sí plácidamente mientras arreglaba las flores recientemente cortadas en el florero frente a ella en la mesa de la cocina. Se inclinó y olió la maravillosa fragancia antes de colocar el florero en el centro de la mesa y levantar los cortes caídos con sus manos.
Tiró los retazos en la caneca antes de moverse para lavar sus manos en el lavaplatos - el polen de la azucena siempre era bueno para manchar tus dedos y ropa. Mientras se lavaba distraídamente miró por la ventana de la cocina para ver el jardín - antes de pensar dos veces, sus manos se paralizaron en la jabonosa agua.
Ahora no había nada ahí… pero por un segundo podría haber jurado que había visto un joven de cabello blanco sobre el gran y oxidado tanque de aceite a pocos metros, de la misma forma en que el perro Snoopy se acostaría en su perrera. Pero ahora no había nada, excepto por el vaivén de las flores blancas en las rejas rodeando el tanque. Tal vez se había equivocado por un momento…
Con un frunce, se retiró del lavaplatos y sacudió el agua de sus manos. “¡¿Papá?!” Llamó ella en la casa. “Sabes, cuando dijiste que esta casa no estaba embrujada…”
------
“No lo creo!” Kagome humeó mientras dejaba a Souta en el río afuera de la casa a donde ahora parecía pertenecer, y entró en la casa con mal genio. Tiró las puertas a su entrada y cerró sus manos a sus costados. Planeaba ir a encerrarse y enfurruñarse por una buena parte del día, pero primero quería descargar sus problemas con su madre.
“Mamá - no creerás esto!” comenzó furiosa mientras entraba a la cocina. “No creo que pudiese haber tenido un peor… día… si… tú… qué… um…” se desvaneció lentamente, su rabia se tornó confusión cuando vio a su madre subiendo un ajo al lado de la ventana de la cocina.
“Hola, Kagome querida.” Dijo su madre animada, como si nada extraño estuviese pasando. “¿Cómo estuvo tu día en la escuela?”
“Mamá - ¿has estado viendo dimensión desconocida otra vez?” Kagome frunció. “¿Qué pasa con el ajo?”
“Sólo desvaneciendo los malos espíritus, cariño.” Respondió su madre despreocupada.
“Oh… bueno…” Kagome avanzó para mirar de cerca. “¿Entonces tenemos una infestación de vampiros?”
“Oh, no pretendas burlarte de mi - sólo estoy haciéndolo por tu abuelo. Dije algo sobre fantasmas - gran error - y ahora está haciendo todo tipo de hechizos contra el mal.” Su madre sonrió levemente antes de limpiar sus manos y voltear a mirar a su hija. “¿Y cómo estuvo tu día?”
“Horrible.” Dijo Kagome, dejando caer su expresión. “La directora me dio detención en los primeros cinco minutos, luego el profesor me escogió durante toda la clase porque soy nueva y estúpida en matemáticas y entonces este grupo de ‘chicos rudos’ decidió seguirme en el almuerzo, y la única forma en que escapé de ellos fue escondiéndome en el baño de las chicas, y aún entonces creo que la única razón por la que me salí con la mía es porque eran muy estúpidos para buscar ahí.”
“Aw.” Su madre acarició su cabello compasiva. “Tal vez será mejor mañana.”
Sólo el recordatorio de que habría otro día de escuela puso a Kagome en un humor más profundo. Sin olvidar el miércoles, jueves, viernes y sábado. “Grandioso… tal vez vaya a colgarme esta noche y me ahorro el jaleo.” Se quejó mientras salía, dejando a su madre continuar su trabajo con el ajo.
Kagome logró encontrar su habitación sin muchas vueltas equivocadas y se desplomó sobre su cama, escondiendo su cara en la almohada y esperando a que vinieran las lágrimas. Divertida, se dio cuenta que tal vez estaba muy enojada consigo y su situación para sentirse completamente miserable. De cierta forma eso era bueno… la rabia la detenía de ser una maníaco-depresiva… esa era una plácida idea.
Su madre debió haber entrado en algún punto del día porque la cama estaba hecha bajo ella y la ventana estaba abierta para dejar entrar algo de aire fresco. Notó esto vagamente mientras escuchaba el sonido de la infantil risa de Souta barbotear desde abajo. Probablemente otra vez estaba jugando con el abuelo en el puente. Bueno, al menos alguien se estaba divirtiendo…
Kagome cerró sus ojos y dejó ir su rabia… realmente no podía contenerla por mucho más… se hundió visiblemente y sintió una sensación de lágrimas. “Deseo poder regresar a casa…”
“¿Ese sería tu primer deseo?”
Por un momento Kagome se preguntó cómo su madre obtuvo de repente una voz tan ruda y masculina. Lentamente levantó su cabeza y fijó una confundida mirada en la larga mano que descansaba casualmente contra un lugar de la cama. No, su madre definitivamente no lucía semejantes manos… o semejantes uñas… Curiosa siguió el brazo hacia el dueño de la mano y parpadeó estúpidamente cuando encontró penetrantes ojos dorados.
Un perfecto momento de completa calma y total silencio descendió en la pequeña habitación, mientras Kagome lo miraba y el joven la miraba. Hasta que de repente él destelló esa misma sonrisa ligeramente engreída que le había mostrado la noche anterior. “Hola.” Un pequeño colmillo brilló.
“¡No!” Kagome se alejó de la cama y se estrelló inestable en el cojo librero contra la pared. Cayó a sus pies y escondió su rostro en sus manos. “No - esto no es real - todo esto es un sueño - me dormí otra vez y estoy soñando con el chico genio de nuevo-” ella pellizcó duro su brazo. “Ow - despierta - ow - de acuerdo… de acuerdo… una alucinación…” tomó un profundo y continuo respiro, aún con sus ojos fuertemente apretados.
Contaría hasta tres y él se iría… todo sería normal… uno… dos… tres…
Tímidamente bajó sus manos y abrió sus ojos… para verlo aún ahí, con la cabeza ladeada y observándola como si fuera una extraterrestre. Ella colocó sus manos de nuevo sobre sus ojos y luchó por permanecer calmada. Diez! Uno… dos… tres…
“Oh, tranquilízate.” Esa misma mano fuerte y grande se cerró alrededor de su antebrazo y lo levantó. Kagome retiró su brazo al minuto que la soltó y se recostó contra el librero, tumbando unos libros viejos en el proceso… antes no había sido capaz de mirarlo - ahora no podía parpadear por temor de quitar sus ojos de él. La había tocado… había sentido su mano… se sentía muy real…
“Tú…” ella luchó por encontrar su voz. Él frunció sus ojos impaciente mientras trataba de formar las palabras. “T-tú…”
“Oh maldición… no eres muda, verdad?” gruñó él de repente. “No hablaste mucho anoche - mira - si no puedes pedir los deseos entonces por qué demonios te molestaste en abrir la botella para convocar-”
De repente él gritó y fuertemente se echó hacia atrás cuando Kagome le dio un fuerte pellizco a través de su camisa. “¡¿Por qué demonios fue eso?!” explotó él.
“¡Eres real!” Exclamó ella. “¡No estoy imaginándote!”
MikoAucarod
MikoAucarod

Sacerdotisa - Administradora
Sacerdotisa - Administradora

Femenino
Cantidad de envíos : 3786
Edad : 34
Localización : Nuevo León, México
Fecha de inscripción : 04/11/2008

https://lcdsei.forosactivos.net

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Re: Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por MikoAucarod Lun Jun 29, 2009 4:44 pm

“No Sherlock…” él frotó su ofendido pecho con un distante frunce en su dirección. “Qué estabas tratando de hacer - ¡¿darme una torsión de piel?!”
“Sólo estaba asegurándome-” ella se interrumpió. “Oye espera - ¡¿quién demonios crees que eres para entrar aquí y gritarme así?! ¡Llamaré a la policía!”
“¿Y qué harán con un Cumplidor de Deseos?” replicó él ácidamente.
Kagome se tragó su respuesta sorprendida. Su supuesto sueño de anoche parecía muy real hoy… “Tú… no estabas bromeando anoche… cuando hablabas de esos deseos… ¿verdad?”
Él resopló y se movió para desplomarse sobre su cama pulcramente hecha. “Estos son negocios. No te ensucias con negocios.” Le dijo él cortamente, cruzando sus brazos detrás de su cabeza. “Tenemos dos formas de hacer esto, la rápida o la larga. Personalmente prefiero la larga, viendo que me deja permanecer activo por algunos días al menos, pero contigo, tal vez debamos hacer de esto una corta visita y pidas todos tus deseos dentro de los próximos diez minutos por toda la felicidad que tendré con tu compañía.” Él le dio una mirada de reojo mientras le decía esto.
“¿Qué?” Kagome había estado muy perdida en shock para captar realmente lo que había dicho.
Él la miró. “¿No estás escuchándome? ¿De cuál forma será? ¡¿Larga o corta?!”
“¡¿De qué estás hablando?!” Se defendió ella con un grito. “Hablas tan rápido de esta cosa de los deseos - ¿qué diablos significa?”
“Bueno, bueno…” El joven tomó un profundo respiro y forzadamente se relajó en la cama. “Tú eres nueva… lo olvido… usualmente cuando las personas destapan el tapón de la botella saben qué esperar exactamente, no tengo que andarme con rodeos.”
“Sólo…” Kagome encajó el librero tras ella el cual ahora estaba extrañamente ladeado. “Sólo dime… ¿qué eres tú…? No puedes ser… humano.”
“Bueno, de seguro te ganaste tu permanencia en la escuela, ¿no es así?” Respondió él secamente. “No, no soy humano.”
“Entonces… ¿eres un Genio?” La voz de Kagome se elevó levemente.
Una lenta sonrisa se extendió perezosamente en su rostro. “Nop. No hay tal cosa como un Genio.”
“No, vi la película - todos vimos la película de Disney donde Aladino frota la lámpara y un Genio salía para-”
“Qué, ¿quieres decir esa estúpida y vieja historia Árabe?” El joven se bufó. “Ese cuento es tan viejo que todos se confunden. El ‘Genio’ era un cumplidor de deseos - sólo que era llamado Genio. Es una estúpida y engañosa historia que ha estereotipado a los cumplidores de deseos y serías inteligente si la olvidas.”
“Oh.” Fue todo lo que Kagome logró decir a eso. “Y… si Genio era el nombre de ese otro Ge- digo, cumplidor de deseos… entonces ¿cuál es tu nombre?”
Él pareció tomarse su tiempo para responder. “Es Inuyasha. Pero puedes llamarme como quieras.”
“No… Inuyasha está bien.” Kagome asintió rápidamente. “Pero… estoy confundida… ¿cómo Aladino obtiene tres deseos y supuestamente estás dándome diez?”
“Porque ese cumplidor de deseos era una tercera generación y yo soy una décima generación.” Le dijo el cumplidor de deseos llamado Inuyasha como si estuviera hablándole a una niña lenta. “Obviamente.”
“Bueno… cómo es que eres décimo y él era-”
“Porque el cumplidor de deseos que lo hizo era de una segunda generación y el cumplidor de deseos que me engendró era de una novena generación.” Le dijo él sin rodeos. “¿Entiendes?”
Kagome no pensó que hubiese entendido algo. Sólo permaneció callada mientras miraba el piso, tratando de procesar toda esta nueva información. Con un suspiro, Inuyasha se sentó en el borde de la cama, encarándola. “¿Quieres que otra vez continúe con las reglas, niña?”
Kagome asintió lentamente y se sentó en la cama de Souta.
“Bien. Soy de una décima generación lo cual significa que tienes diez deseos, no más, no menos, ¿entiendes?”
Kagome asintió otra vez, confiada de que al menos captaba esa parte.
“No puedes desear que conjure cosas. Como dije, puedo doblar la física pero no puedo romper las reglas. Aunque estoy trabajando en eso.” Él le dio esa burlona sonrisa de nuevo. “Pero si cada cumplidor de deseos en este mundo pudiera conjurar entonces este mundo estaría inundado con todo tipo de basura que aparecería en el aire y ¿qué tipo de lugar sería ese?”
“Uno muy desastroso.” Aceptó Kagome.
“Cierto. Y no desear que la gente regrese de la muerte. Como lo es la conjuración de cosas - los muertos necesitan almas que usualmente ya están siendo usadas por gente nueva, así que si levanto lo muerto entonces harás zombies que irán por ahí consumiendo almas. No es muy bonito y placentero el olor. Así que no puedo revivir gente para ti.” Él le dio una mirada conspiradora. “Pero puedo matar tantas personas como quieras.”
Kagome tragó. “Um… próxima regla, por favor.”
“No desear que yo sea tu esclavo, esposo, trofeo y así sucesivamente. Dije antes que estoy obligado a borrar tu patética existencia de esta tierra y esperar a que un nuevo amo llegue.”
“Yo… no estaba planeando hacer eso.” Le dijo ella incómoda.
“Bien, entonces no tendré que matarte.” Respondió él seriamente.
“¿Eso ha pasado antes?”
“¡A propósito!” Inuyasha pareció esquivar bien esa pregunta al hacer el show de levantarse. “La última regla es que no estás autorizada a liberarme con tu último deseo.”
Kagome se animó. “¿Eso significa que entonces puedo liberarte con mi noveno deseo?” preguntó brillantemente.
Él hizo una leve mueca y la miró. “No.” Dijo cortamente. “Sólo dije el último deseo porque conozco a tu tipo. Piensas ‘oh, pobre, atrapado en una botella para dormir por décadas - por qué no liberarlo,’ pero por supuesto tu tipo tomaría ventaja de mi poder para nueve deseos antes de oh liberarme generosamente con el último deseo. Pero ya que preguntas - no puedes liberarme con ningún otro deseo. No se hace.”
Kagome se movió levemente en la cama de Souta. “Entonces, ¿no puedes desear tu libertad?”
“Esa es la trampa de ser un Cumplidor de Deseos. Tienes fenomenal poder para cambiar el mundo, cambiar a la gente, todo con la simple pronunciación de ‘Deseo…’. Pero intenta usar ese poder en ti y terminas matándote. O termina usando ese poder fuera de los deseos, y terminarás matándote de todas formas.”
“¿Entonces tu poder es sólo para cumplir deseos?” Preguntó ella, observando su rostro intensamente. Él no estaba mostrando mucho.
“Puedo hacer cosas pequeñas… como…” él movió su muñeca y un libro salió flotando del librero hacia Kagome. Ella lo atrapó rápidamente antes de que la golpeara en la cara. “No mucho más de eso o gasta mi fuerza vital. Así que no puedes atraparme con el truco de ‘Simón dice.’ No puedo darte nada a menos que digas ‘Deseo’ de lo contrario haré trabajo extra. ¿Entendido?”
Kagome asintió, levemente afligida.
“Bien.” Él cruzó sus brazos. “¿Ahora qué será?”
Kagome lo miró un momento, asimilando la vista. No podría ser mucho mayor de lo que era ella… diecisiete por mucho… y usaba una antigua y apolillada ropa que había visto hace mucho tiempo. No pudo evitar la pequeña risa que se le escapó.
“¿Algo divertido?” demandó él bruscamente.
“No… es sólo que…” ella lo miró otra vez. “Realmente no pareces un genio… lo siento… un cumplidor de deseos… supongo que, estaba esperando brazaletes y aretes y piel azul y-”
“Turbantes y una lámpara. Lo sé.” Inuyasha volteó sus ojos. “Una imagen muy cliché, sabes. Es asombroso cuán estúpida e ignorante puede ser la gente.”
“Supongo…” Kagome notó la forma como una oreja estaba girando hacia la ventana, escuchando los sonidos del abuelo y de Souta, mientras la otra estaba dirigida hacia ella. “¿Entonces los cumplidores de deseos tienen cabello blanco y orejas de perro?”
“No. Sólo yo.” Él frunció levemente sus ojos, ambas orejas en ella… haciéndola sentir extremadamente incómoda al saber que tenía todos sus sentidos puestos en ella. “Pero eso es pisar espacio personal. Haz tu primer deseo, o intentas continuar atascada en pequeñas pláticas y cháchara un poco más?”
“Yo… no sé qué desear…” admitió ella. “¿Puedo pedir cualquier cosa?”
“Cualquier cosa.” Él estaba observándola con toda la atención de un gato viendo al ratón.
“Yo…” ella desvió sus ojos, al libro que mantenía en sus manos. “Nunca he pensado en eso seriamente. No sabría dónde comenzar…”
“Seguro que sí. Qué tal un pony negro… no… un caballo negro, creo que estás más crecida que un pony. Aún podrías llamarlo Clover.”
Kagome movió su mirada hacia la suya, los delgados cabellos en la parte trasera de su cuello se levantaron con aprehensión.
“Y podrías desear ser de trescientas libras instantáneamente sin pasar por todo el problema de comerte tu casa.” Él ladeó su cabeza otra vez con una lenta sonrisa. “O podrías pedir el deseo de tu corazón. Salir de este infierno.” Él le dio una desaprobadora mirada a la habitación. “Alejarte de todo este polvo y mugre y regresar a tu amada ciudad. ¿Te gustaría eso? ¿Eso es lo que quieres sobre todas las cosas?”
A Kagome no le gustó su tono… no le gustó su expresión y no le gustaba la forma en que estaba observándola, la forma en que el predador mira a su presa. Vagamente recordó el diario de Kikyo… las advertencias, los deseos de los que se arrepentía…
Pero él estaba ofreciéndole regresarla a donde pertenecía. Algo que necesitaba, algo que sólo él podía darle. Sólo un deseo y ella regresaría a casa en el Templo.
“¿Dónde está la trampa?” preguntó ella cautelosamente. “Diez deseos. Debe haber alguna especie de trampa.”
“Oh, una astuta.” Su sonrisa se amplió tanto que casi era una sonrisa abierta. “Tengo que admitir que la mayoría de las personas no son así de inteligentes. Se lanzan de cabeza por desear todo tipo de cosas cojas como el dinero y la belleza. Nunca se detienen a pensar en alguna trampa.”
Kagome frunció levemente. “No estás respondiendo mi pregunta. ¿Hay una trampa en esto?” ¿Había una maldición…?
Él la consideró por un momento antes de mover su cabeza lentamente. “Sólo hay una trampa… pero tú ya la pasaste. Él único truco para ganar diez deseos es una en un millón de encontrar un cumplidor de deseos para cumplirlos. Te has ganado la lotería, niña. Ese es el truco. El golpe de suerte de encontrarme.”
Su ceño se profundizó. “Tiene que haber algo más que eso… algo que no estás diciéndome… como si tuviera que vender mi alma o algo después… o morir…”
“No seas tan macabra.” La reprimió él, pero sus ojos aún permanecían satisfechos de sí mismo. “Te juro por mi vida que no hay otro truco. Lo que ves es lo que obtienes. No puedo mentirte, eres mi ama.”
Kagome lo observó un momento. Estaba escondiendo algo… pero no sabía qué.
“¿Vas a pedir tu primer deseo… ama?” Sugirió él. “¿Deseas estar de regreso a donde perteneces?"
El mentón de Kagome se apretó levemente y tímidamente cruzó sus brazos sobre su pecho. “Todo lo que tengo que hacer es desearlo… y tú ¿me lo darás?”
“Creo que he puesto muy claro mi punto, ¿no crees?” Él la esperó.
Kagome mordisqueó su labio antes de levantar su cabeza para encararlo. “Deseo regresar a casa, donde pertenezco. Quiero volver al Templo.”
Esa reservada y pequeña sonrisa se extendió en sus labios mientras inclinaba su cabeza levemente. “Como desees.”
------
Continuará…
MikoAucarod
MikoAucarod

Sacerdotisa - Administradora
Sacerdotisa - Administradora

Femenino
Cantidad de envíos : 3786
Edad : 34
Localización : Nuevo León, México
Fecha de inscripción : 04/11/2008

https://lcdsei.forosactivos.net

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Re: Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por amerika-kikio Lun Jun 29, 2009 7:33 pm

y ke paso??!!!!!!11
no lo puedes dejar asi!!
xke!!???
noooooooo

-Oye calmate!!!

Mira ke no es justo ke no te pudiera agarrar de esclavo!!

-No me ayudes tanto...

Hubiera sido bonito
XDD!!
Espero la conti!!!
bye
amerika-kikio
amerika-kikio
Sacerdotisa Hanyou
Sacerdotisa Hanyou

Femenino
Cantidad de envíos : 559
Edad : 30
Localización : Un dia por aqui... otro por alla...
Fecha de inscripción : 07/11/2008

http://www.metroflog.com/inu_pau

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Genio Embotellado (3) (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por MikoAucarod Miér Jul 01, 2009 5:02 pm

Uy, perdón por tardarme xD como ya inició mi última semana de clases, me costó un poquito terminar mis trabajos y venir a entregarles el siguiente episodio :Kya!: espero les guste

Genio Embotellado
(Bottled Genius)
Por Rozefire
Traducido por Inuhanya
------
------
Capítulo 3
Otro Éxito y Fracaso
------
------
En el tiempo que le tomó a Kagome parpadear, todo había cambiado. El aire que llenaba sus pulmones pareció más fresco, menos mohoso que hace unos momentos atrás - sin mencionar que sus alrededores habían cambiado completamente. Antes había estado sentada en la cama de su hermano, mirando al Cumplidor de Deseos… y ahora estaba en la parte de atrás de una mediana habitación, observando gente rezando de rodillas.
Por largo rato Kagome estuvo muy sorprendida como para mover un músculo. Escaneó la sala confundida, preguntándose dónde demonios estaba exactamente. Luego la golpeó finalmente, estaba en un pequeño Templo. Un altar budista estaba puesto en la cabeza del salón, complementado con incienso encendido y tablas con nombres de fallecidos… habían muy pocos.
Kagome nunca había visto esta sala en su vida, este Templo miniatura… algo no estaba bien. Con una perpleja y estupefacta expresión se deslizó por las puertas tan tranquilamente como pudo pero se detuvo en seco afuera.
Había entrado en un corredor blanco. Dos mujeres en uniforme de enfermera pasaron con una amable sonrisa mientras un hombre en silla de ruedas con un gotero atado a su mano estaba rodando con una tercera enfermera.
Kagome no tuvo que ser un genio para darse cuenta que estaba en un hospital.
¡¿Y desde cuándo había mencionado algo sobre un hospital en su deseo?!
No le tomó mucho molestarse, pero mayormente fue para cubrir su temor. Cuando pidió ese deseo había estado medio convencida de que nada pasaría, que tal vez el joven había sido un producto de su imaginación. Pero en un pestañeo, literalmente, había sido… ¿teletransportada? Tomaba increíble poder hacer algo así… no estaba segura de querer que se metieran con ella.
“¿Disculpe?” Kagome detuvo con señales a un doctor. “¿Podría decirme qué hospital es este?”
Él le dio una extraña mirada pero de todas formas respondió. “Hospital Murayami.”
“Murayami… ¿está seguro?” le parpadeó sorprendida.
“Sí, muy seguro.” Él asintió.
“Gracias.” Kagome estuvo tan confundida como nunca mientras se tambaleaba en busca de un teléfono monedero. Los del lobby del hospital estaban en uso, así que salió del edificio hacia las cabinas telefónicas. Con el poco cambio que tenía planeaba llamar a su madre… ¿qué más podría hacer?
Kagome abrió la pesada puerta de una de las cabinas y entró. Tristemente levantó la bocina y marcó el número de su casa… el problema era… que no recordaba su nuevo número telefónico… después de todo, sólo había vivido ahí por unos días. “Ah… rayos…” Ella golpeó su frente contra la máquina. “Ow…”
Hubo un golpe en la puerta de vidrio tras ella y levantó la vista expectante… para ver a Inuyasha afuera dándole un animado saludo. “No te ves feliz.” Dijo él. “¿Algún problema?”
Kagome se precipitó de la cabina para enfrentarlo, rabia quemaba sus mejillas y apretó sus manos. “¡¿Qué demonios se supone sea?!” le gritó ella. “¡Dije que quería ir a casa! ¡¡El hospital Murayami no está cerca a mi casa!!”
Él resopló y cruzó sus brazos. “Tú no dijiste nada de eso.”
“Bueno, ¡estoy segura que no pedí ser enviada al hospital!” ella movió un brazo a su alrededor. “¡¿Esto parece mi templo para ti?!”
Él miró alrededor dudoso. “Realmente no puedo decirlo, porque nunca he visto tu tonto templo.” Él la vio a punto de estallar otra vez y la interrumpió. “Pediste regresar a donde perteneces - y por el grado filosófico logrado en el siglo veintiuno - técnicamente cada persona pertenece a donde haya nacido, sea un hospital, establo o el baño de un vagón de tren. Tú naciste en este hospital si no lo recuerdas.”
“¡¿Qué?!” Chilló Kagome. “¡Esto no es lo que quería! Quería ir a mi Templo - ¡eso dije!”
“Sí, el templo de aquí, ¿cierto?” Inuyasha miró al hospital.
Kagome dio un exasperado gruñido y se recostó contra el costado de la cabina telefónica. “Sabías que esto no era lo que quería… Quería ir a casa…”
“Aún si lo hubiera hecho hubieras estado sola.” Señaló él secamente.
“¿Cómo?” ella lo miró.
“Porque nunca mencionaste nada sobre una familia en tu deseo.”
Kagome suspiró y de nuevo dejó caer su cabeza. “Apuesto que Aladino nunca tuvo tanto problema…”
“Bueno, si querías tus deseos concedidos con tanta iniciativa de mi parte tal vez debas encontrarte en una décimo quinta generación o más allá. No es mi culpa que seas lo tonta suficiente para pedir deseos vagos y esperar que los conceda exactamente como tú los quieres.”
“¿Quieres decir que tengo que cuidar lo que digo?” Kagome le frunció sus ojos fuertemente. “Eso suena como una trampa para mi.”
“Llámalo como gustes.” Él se encogió con una mirada pagada de sí mismo. Los ojos de Kagome se fruncieron ante su evidente actitud.
“¡¿No te preocupas por esto?!” Espetó ella. “¡¿Cómo demonios se supone que voy a ir a casa?! ¡No puedo recordar mi número y mi familia no sabe que me fui!”
“No necesitas estresarte.” Él volteó sus ojos. “Sólo desea regresar a la vieja casa.”
“No - porque probablemente me enviarás a Siberia o a algún loco lugar como este.” Respondió Kagome furiosa. “¡Al menos hubieras podido decirme ser cuidadosa con los deseos! ¡Ahora sé de lo que Kikyo estaba hablando!”
La atención de Inuyasha de nuevo se había devuelto hacia ella ante la mención del previo nombre de la joven. “¿Qué dijiste?”
“¡Dije que al menos pudiste decirme ser cuidadosa!”
“¡¿Cómo podrías conocer a Kikyo?!” El rostro de Inuyasha de repente estuvo ante el suyo con una oscura y tormentosa expresión que su enojo la dejó en un latido y retrocedió un paso. “Kikyo era anterior a tu época - ¡murió cuarenta años antes de que nacieras!”
“Y-yo encontré su diario…” tartamudeó Kagome. “Ella mencionó… deseos… tú… y algo sobre una maldición…”
“¿Este diario?” él de repente alcanzó en el aire, haciéndola hacer una mueca como si estuviera a punto de golpearla - pero todo lo que hizo fue tomar el viejo libro que se había materializado en el aire al lado de su cabeza. Volteó el libro en su mano, mirándolo planamente con desprecio. “Qué cantidad de basura.”
La pregunta salió de boca de Kagome antes de que tuviera la oportunidad de pensar en cómo iba a tomarla. “¿Tú la mataste?”
Esos inteligentes y profundos ojos se fijaron en los suyos. Él no se movió o hizo algún movimiento para responder.
“¿Mataste a su padre?” continuó ella tranquilamente. “¿Le quitaste su voz para que no pudiera cantar? ¿Le diste la vieja casa porque lo deseó? ¿Encontraste a alguien para que amara, pero no le permitiste conservarlo?”
“Sí, sí, sí, sí y… sí.” Respondió él entre dientes. El libro en su mano se hizo polvo y cayó al pavimento. Los ojos de Kagome siguieron su polvorienta mano mientras caía a su lado antes de levantar sus ojos para encontrar los suyos. Ella no estaba más segura de querer diez deseos.
“Quiero ir a casa.” Dijo ella eventualmente, volteando un ceño fruncido hacia el pavimento.
Inuyasha retrocedió lentamente y extendió su mano. “Dame tu cambio.”
“¿Por qué? ¿Intentas robarme también?”
“Sólo dame el dinero.” Él le frunció. “Recuerdo el número.”
Cautelosamente, ella le alcanzó el cambio y observó cuando entró a la cabina telefónica. Él levantó la bocina y se reclinó contra el lado mientras marcaba el número de su casa. Hubo unas silenciosas pulsaciones. ¿Iba a hablarle a su madre por ella?
Comenzó a avanzar hacia la puerta, intentando hacerse cargo cuando Inuyasha habló de repente por el teléfono.
“Hola, mamá, creo que necesitaré un auto a casa… sí… bueno, recuerdas que el padre de Eri tuvo ese problema con su corazón, bueno sufrió un infarto.”
Y él dijo todo eso en una perfecta imitación de la voz de Kagome. Ella lo miró, sin notar realmente lo que estaba diciendo, sino fija en la femenina voz que vagamente reconoció como la suya.
“Bueno, Eri quería que viniera al hospital Murayami como apoyo emocional - oh no te preocupes - él está bien - sólo un mal caso de indigestión… sí… lo haré… gracias… Entonces te veré pronto, estaré esperando afuera.”
Él colgó el teléfono y abrió la puerta. “Bueno, ella parece agradable.”
“Tú… pretendiste ser yo.”
“Bueno, eres muy lenta para pensar en una buena excusa y sonar como una mentirosa natural.”
“Tú no lo sabes. En realidad miento muy bien.” Le dijo ella concisamente.
“Estás mintiendo.” Él cruzó sus brazos.
Ella movió su cabeza y se abrazó. “Supongo que debo agradecerte al menos… ¿por qué me ayudaste?”
“Porque podrías desear que me convierta en un sapo la próxima vez por ‘engañarte’.”
“No me des ideas…” Él tendría suerte si no tiraba su botella a un río y se alejaba riendo. Ella no planeaba usar ninguno de sus futuros deseos… no después de que él admitiera descaradamente asesinar a una joven y a su padre…
“Llámame otra vez cuando pienses en un deseo más conveniente.” Dijo él de repente y desapareció antes de que tuviera una oportunidad de protestar. Con un suspiro fue a sentarse en los escalones de concreto y colocó su cabeza en sus manos, pasando cansadamente sus dedos por su cabello mientras contemplaba la magnitud de en lo que se había metido.
No entendía a Inuyasha… al principio había llegado a ella como un chico arrogante, ligeramente malhumorado y petulante. No mucho mayor que ella. Pero ahora… toda esa mala actitud sólo era superficial… bajo la superficie parecía tener órdenes ocultas… motivos escondidos…
¿Estaba tratando de ayudarla, o lastimarla?
Algo le decía que no era un joven bueno… pero tampoco la tocaba como un chico malo. Esos ojos contenían mucho… como si hubiera visto más cosas de las que podría imaginar… y esa mirada en sus ojos cuando mencionó a Kikyo…
Kagome dejó salir un suspiro y cerró sus ojos. Inuyasha era un rompecabezas para ella… pero tal vez debería dejarlo en paz… en vez de tratar de ¿comprenderlo?
------
Inuyasha lamía su pulgar distraído mientras hojeaba las páginas del gran libro que sostenía contra la almohada. Se sonó, el polvo levantándose de las viejas páginas cosquilleó su nariz e irritó sus ojos, pero eventualmente encontró la página que había dejado y se rodó sobre su espalda para levantar el libro en su pecho para continuar leyendo.
En cuanto comenzó a leer, escuchó la puerta del frente y dos voces femeninas entraron a la casa. Pausó brevemente para mirar hacia la puerta de la pequeña habitación antes de regresar al libro. No pasó mucho antes de que escuchara pasos ligeros subiendo por las escaleras, viniendo hacia él.
No se molestó en levantar la vista cuando Kagome entró por la puerta, pero por el rabillo de su ojo la vio detenerse al verlo y recostarse contra el marco.
“¿Fue un agradable paseo?” cuestionó él distraído, sin levantar la vista del libro.
“Tres horas. Y llovió como las cataratas del Niágara en el parabrisas todo el viaje.” Respondió ella.
Inuyasha gruñó en respuesta y volteó la página.
“He estado pensando…” comenzó Kagome.
“Calma, niña.”
Él la escuchó suspirar y entrar más en la habitación hasta que estuvo al lado de su cama. Aún no se molestó en mirarla. “Tú… ¿tienes algún control sobre cómo concedes deseos?” preguntó ella.
Inuyasha estaba teniendo problemas en leer más allá de la primera oración de la página en la que estaba. ¿Por qué esta niña tenía que hacer preguntas tan perceptivas? Por qué no podía ser como cada otro amo que había tenido y sólo asumir que él era malo y punto. “¿Qué te hace decir eso?”
“Deliberadamente haces que los deseos salgan mal o es sólo… tú sabes…” ella luchó por las palabras. “¿La forma en que funciona?”
“No es mi culpa que tú digas mal tus deseos. Si quieres regresar a tu templo al menos tienes que pedir cinco o seis deseos antes de que lo hagas bien.” Él sonrió levemente. “Sólo te quedan nueve, sabes.”
“Conozco una mejor forma.” Dijo ella de repente.
“¿Oh?”
“Deseo 25,000,000 yenes.”
Inuyasha cerró el libro de golpe y le dio un lento aplauso con una larga e incrédula mirada. “Felicidades - eres el amo cincuenta y seis en pedir dinero - y ¡sólo he tenido sesenta y dos amos en total.”
Kagome se movió incómoda bajo su mirada. “No es lo que parece.”
“Oh, no te culpo. Pero realmente pensé que eras diferente.” Él se sentó en la cama y se sostuvo con sus manos. “Pero te gusta probarme lo contrario, ¿no es cierto? Bueno, es cliché, aburrido, débil y codicioso pero si eso es lo que quieres…”
“Es para comprar el Templo.” Le dijo Kagome de repente. “Desearlo directamente parece crear muchos problemas y malentendidos… así que pediré el dinero y podemos hacerlo nosotros.”
“Con veinticinco millones sólo comprarán el Templo. ¿Por qué no deseas cien millones y nunca tendrás que preocuparte por ser desalojada otra vez?” señaló él.
“No necesito cien, sólo quiero mi Templo, gracias.” Respondió Kagome imparcial. “Así que, deseo veinticinco millones de yenes en este momento.”
Inuyasha suspiró y se levantó, alcanzándole una bolsa al mismo tiempo que aparecía en su mano. “Ya, tómalo.” Él la soltó en sus brazos. “Ve a comprar tu tonta casa.”
Kagome le parpadeó un momento antes de asomarse dentro de la bolsa y quedar boquiabierta. Sus brazos casi se tornan gelatina… no podía creer que estaba sosteniendo tanto dinero… “Gracias.” Susurró ella sin aire.
“No te molestes con la gratitud.” Gruñó él mientras se desplomaba en su cama otra vez. “No es que tuviera opción.”
“Bueno… gracias de todas formas.” Ella se había girado y salido de la habitación antes de que tuviera la oportunidad de ver la mirada levemente perpleja que le dio.


Última edición por MikoAucarod el Miér Jul 01, 2009 5:10 pm, editado 2 veces
MikoAucarod
MikoAucarod

Sacerdotisa - Administradora
Sacerdotisa - Administradora

Femenino
Cantidad de envíos : 3786
Edad : 34
Localización : Nuevo León, México
Fecha de inscripción : 04/11/2008

https://lcdsei.forosactivos.net

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Re: Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por MikoAucarod Miér Jul 01, 2009 5:02 pm

------
“¡Mamá!”
La Sra. Higurashi levantó la mirada cuando su hija entró en la cocina como un pequeño huracán. Era una completa sorpresa verla tan feliz y excitada repentinamente cuando sólo unos minutos atrás había sido una miserable campista en el auto todo el camino a casa desde Murayami.
“¿Qué es eso?” preguntó su madre distraída cuando se dio cuenta de la bolsa en los brazos de Kagome. La sonrisa de Kagome se amplió aún más y corrió para dejar caer la bolsa en la mesa de la cocina antes de abrirla ampliamente, llevando todo.
La Sra. Higurashi dejó caer el plato que había estado secando. Este se rompió a sus pies pero no le prestó atención mientras miraba la pila sobre pilas de billetes dentro de la bolsa. “¿Qué demonios…?” Inútilmente avanzó, mirando ampliamente el dinero. “Cómo tú…”
Una llamada desde el corredor las interrumpió. “¿Qué fue ese estrépito?” El abuelo y Souta llegaron a la puerta momentos después - y su reacción al dinero fue muy similar a la de la Sra. Higurashi. Souta fue el primero en romper el estupor cuando se apresuró al lado de Kagome y levantó el taco de billetes de encima.
“¿Esto es lo que creo que es?” Él olió el dinero antes de ojear los billetes. “Vaya… ¿lo robaste Kagome?”
“No seas tonto, lo encontré en el ático.” Inuyasha tenía razón, era una terrible mentirosa, pero entonces su familia estaba muy sorprendida y absorta por la bolsa para notarlo.
“¿Cuánto crees que hay?” Murmuró la Sra. Higurashi, arrebatándole el dinero a Souta antes de que corriera con él.
“Veinticinco millones… lo conté antes de bajar.” Kagome observó a su madre con reprimida excitación. “Sabes lo que esto significa, verdad… veinticinco millones podrían comprar nuestra vieja casa-”
“Kagome - ¡no podemos conservar este dinero!” gritó su madre mientras quedaba boquiabierta ante su hija. “¡Eso sería robo!”
“¿Qué…?” Kagome miró a su madre, su sonrisa se desapareció trágicamente de su rostro.
“Las personas no encuentran veinticinco millones de yenes en sus áticos todos los días - este dinero no nos pertenece, tenemos que dárselo a la policía.” La Sra. Higurashi cerró la bolsa firmemente y rompió el momento de asombro que hubo sobre todos ellos.
“¡Pero mamá!” gimió Souta.
“Sin peros - no podemos conservar el dinero, Souta.” Su madre le movió su cabeza.
“¿No podemos conservar un poco?” Le suplicó el abuelo a su hija. “Sólo lo suficiente para comprar una tina caliente-”
“¡O una piscina térmica interna!” Intervino Souta.
“¡Sí!” El abuelo estuvo de acuerdo con su nieto.
“¡Eres tan malo como él!” La Sra. Higurashi de dijo al abuelo con el ceño fruncido. “Lo siento, pero este dinero debe ir a la policía, no está bien conservarlo… cómo podríamos vivir con nuestras conciencias si tomamos este dinero y lo usamos.”
“Yo podría.” Souta se encogió de hombros.
“Yo también.” Asintió el abuelo.
“¡No va a pasar!”
“Pero mamá-” Kagome intervino rápidamente, aferrándose a la manga de su madre. “No entiendes - este dinero es nuestro - ¡no es robado!”
“Kagome, estoy muy segura que sabría si tuviéramos veinticinco millones a nuestro nombre.”
“Pero…” Kagome luchó por encontrar alguna excusa que no sonara tan asestada como ‘Lo deseé de un Genio.’ “Todo en esta casa es del abuelo y el dinero estaba en el ático - ¡es suyo! Tal vez… ¡tal vez es algo de la vieja fortuna que quedó de Kikyo!”
“¿Kikyo? ¿Quién es Kikyo?” repitió su madre.
“¡La chica que vivió aquí antes que nosotros!”
“La que murió con la sonrisa.” Añadió Souta útilmente. “En el ático. Oigan… creen que sea una especie de conspiración de la mafia y Kikyo tenía problemas financieros y robó el dinero de gángsters que la siguieron y como eran ellos, tiraron la puerta y como era ella, se escondió en el ático aferrando el dinero en su pecho y luego subieron y la mataron - pero ya había escondido el dinero bajo las palomas muertas para que nunca supieran dónde estaba y-”
“Souta - ¡cállate!” espetó Kagome, sus nervios ya estaban crispados lo suficiente como estaban. Después de todo… sabía la verdad sobre cómo murió Kikyo…
“Entonces es dinero robado.” Les respondió la Sra. Higurashi.
“Um…” Por su vida, Kagome no podía pensar en otra excusa de por qué debían conservar el dinero. Tal vez estaba por divulgar el secreto… decirles que tenía un Genio en la habitación… perdón… un joven Cumplidor de Deseos en la habitación leyendo ‘Paraíso Perdido.’ Que él fue quien le dio el dinero… quien la había teletransportado directo a Murayami más rápido de lo que podrías decir ‘No seas estúpida Kagome.’
Pero antes de que pudiera pronunciar una palabra de la verdad, de repente Souta los calló a todos y todos se silenciaron, esforzándose por escuchar lo que él estaba escuchando. El único sonido en la casa era el radio encendido en la sala. Hasta hace unos momentos, había estado tocando música clásica, pero ahora había sido interrumpida por la profunda voz de un lector de noticias.
“- Boletín Urgente de Noticias: la policía local ha reportado que exactamente veinticinco millones de yenes han desaparecido de la bóveda del Banco Central de Izu. Testigos oculares están desconcertados y especialistas están buscando los extraviados veinticinco millones en este momento-”
La señal se interrumpió y el boletín de noticias se perdió… todo lo que ellos escucharon fue ruido haciendo eco desde la sala. Todos voltearon sus ojos hacia el dinero frente a ellos.
“Creo… que debemos llevar esto a la policía.” Dijo la Sra. Higurashi lentamente, mirando a Kagome quien tenía una mano presionada en su boca.
“¡No espera!” gritó Souta. “¡Tenemos que esperar un momento y entonces la policía comenzará a ofrecer una recompensa por el dinero para ser entregado!”
“Pequeño avaro.” La Sra. Higurashi reprimió a su hijo. “No podemos conservar el dinero, tenemos que llevarlo al Banco. ¿Entiendes?”
La mano de Kagome cayó de su boca y tomó un profundo respiro. “Ella tiene razón. No podemos conservar el dinero… no es nuestro…”
Souta hizo un rudo ruido por lo bajo y salió refunfuñando sobre mujeres. El abuelo sólo asintió en acuerdo con Kagome. “Es mejor entregarlo.”
Kagome los dejó a los dos para decidir cómo contactarían a la policía y darían la impresión de que no eran los que habían robado el dinero. Se tambaleó por los corredores, por las escaleras y se detuvo silenciosamente en la puerta de su habitación. “Tú…”
Inuyasha sonrió plácidamente desde donde estaba sentando en su cama. “¿Algún problema?” preguntó él en un tono engañosamente inocente.
“Tú tomaste el dinero… del banco…” Kagome gruñó furiosa. “¡Lo robaste!”
Él chasqueó sus dedos y su lengua en la forma ‘fracasé otra vez’. “Era el reporte de noticias, ¿no es así? Sabía que debí haberlo interrumpido pronto. Habrías seguido sin entender nada.”
“¡Robaste el dinero y pensaste que estaría bien!” Kagome entró en la habitación para encararlo furiosamente, “Qué hubiera pasado si hubiéramos intentado comprar la casa - habrían sabido que nosotros éramos los que teníamos el dinero - ¡pudimos ser arrestados y llevados a juicio!”
“¿Pueden hacerlo ahora, huh?” él parecía pensativo. “Eso apagaría la diversión…”
Kagome presionó sus manos en su rostro y ahogó un grito. “Esto es ridículo - ¡no te pedí robar el dinero!”
“Bueno, entonces ¿de dónde se supone que vendría, eh?” espetó él. “Te dije - ¡no puedo conjurar! Si quieres dinero tiene que salir del bolsillo de alguien más. Y era mejor que viniera de un banco que de alguna familia abatida por la pobreza, ¿verdad?”
Con un gruñido Kagome se deslizó en la cama de Souta. “Esto es demasiado… no puedo creer que saliera mal…”
“Supongo que no eres tan brillante como pensabas.” Dijo Inuyasha, una pequeña sonrisa se formaba en sus labios. “No importa. No habrías sido capaz de conservar el dinero de todas formas, aún si no fuera robado… tu madre no se habría quedado con nada de él, ¿cierto? Todavía tienes ocho deseos. Y por favor trata de hacer del próximo uno más imaginativo.”
Kagome le lanzó una mirada.
“Estoy seguro que hay cosas más importantes que quieres más que tu estúpida casa. Podría darte todo lo que quisieras. Podría hacerte locamente feliz en tanto como pidieras el deseo correcto.” Él se levantó y ladeó su cabeza mientras cruzaba sus brazos. “Podría hacerte hermosa… tan hermosa que la gente se arrodillaría a tus pies pensando que eres una especie de ángel. Podría hacerte famosa, más famosa que Elvis.”
“Sí, podrías hacerme famosa y hermosa.” Dijo Kagome imparcial. “Pero probablemente también podrías arruinar mi vida. Me harías tan hermosa que tendría atención indeseada y comenzaría a ser acechada por hombres horripilantes. Y me harías tan famosa que enfermarías a la gente ante mi vista. Mucho antes sería famosa por ser tan odiada. Infame si lo prefieres.”
Inuyasha frunció sus ojos. “No tan estúpida como pensé… aprendes rápido…”
“¿Más rápido que Kikyo?” Kagome encontró su mirada firmemente.
“Infortunadamente para ella, sí.” Inuyasha descruzó sus brazos y rotó sus hombros como si trabajara en la tensión en sus músculos. “Bueno, quién necesita la fama y la belleza. Son tan cliché y cojas como la fortuna. ¿Qué tal si te transformo en un hombre?”
“No es algo que procurara conseguir.”
“Pero es un deseo que funcionaría sin ningún tipo de problema.” Respondió él. “Una vez tuve un amo que deseó ser una mujer - porque se había enamorado de otro hombre. Infortunadamente para él, éste hombre declaró que no le gustaban las rubias como él y estuvo destinado a quedar atrapado como una mujer por el resto de su vida. También había usado su último deseo en algo tonto, así que no pudo transformarse en él otra vez.”
Kagome lo miró.
“Eso me recuerda de esa vez cuando un amo deseó volverse un árbol - enamorado de la naturaleza, supongo… pero irritablemente, ese fue su quinto deseo. Y estuve atrapado con un árbol por amo por dos años hasta que eventualmente encontré un leñador que cortó el árbol por mí y luego tomó una semana para que el tonto árbol muriera realmente después de ser hacheado. Pero al final me volví a dormir hasta que alguien nuevo me recogiera…”
“Parece que todos los que te tienen terminan miserables o muertos.” Comentó Kagome.
“Eso no es verdad.” Dijo él indignado, “Hay muchas personas que continuaron la vida normal después de conocerme.”
“Sí… ¿como quién?” Lo retó Kagome.
“Como… bueno…” Inuyasha extendió sus dedos, contando bajo su respiración antes de mirar a Kagome. “Um… oh - ¡ya sé! Hubo este chico - fue como mi segundo amo - y pidió ser el Dueño de todo Japón.”
“Hah! Saca otro.” Kagome giró sus ojos.
“No, seriamente… creo que su nombre era… Noddy… no… Nobunaga… Oddy Nobunaga o algo…”
Kagome le dio una lenta y sorprendida mirada. “Qué… quieres decir Oda Nobunaga.”
“Ah - ese es.” Asintió. “¿Ves? Hubo un hombre que sabía cómo hacer sus deseos - destruir la oposición y equipar sus armadas con Trabucos del oeste… aunque nunca pensé que fuera una buena idea… tenía una perturbadora tendencia a explotar en tu cara. Pero oye, funcionaron para él.”
Un ceño fruncido apareció en el rostro de Kagome. “Pero Oda Nobunaga fue asesinado a una joven edad.”
“Cuarenta y ocho no es joven.”
“Pero está muerto.” Señaló Kagome.
“No es mi culpa que sus generales lo asesinaran. Eso es lo que pasa cuando te involucras en luchas de poder. Él era un hombre un poco despiadado. No le importó a quién tuve que matar… Sin tener en cuenta sus edades o inocencia.”
La mirada de Kagome cayó a su regazo.
“Entonces verás… no todas las personas terminan tan mal como… tan mal como terminó Kikyo.”
“No me importa.” Kagome sacudió levemente su cabeza. “Sólo vete.”
“¿Qué?”
“Déjame en paz.” Ella lo pasó mientras regresaba a su cama y se desplomaba sobre el colchón, boca abajo. Pero grandioso… ahora su cama olía vagamente a sándalo.
Unos momentos después levantó la mirada para ver si aún estaba ahí… pero se había ido… y de nuevo estaba sola en su habitación. Regresó su rostro a su almohada y apretó sus ojos.
Odiaba esta casa. Odiaba compartir una habitación con su hermano. Odiaba el mohoso olor del polvo y cómo todo estaba cubierto en él. Odiaba la forma como su cama se hundía en la mitad como si un elefante hubiese estado usándola la últimas décadas… odiaba que probablemente nunca vería otra vez a sus amigas, que nunca vería un centro comercial, o que nunca tendría agua caliente. Y sobre todas las cosas… odiaba esta escuela…
Kagome abrazó su almohada más fuerte mientras hacía una mueca mental. Y, como toda la gente tendía a hacer cuando se encontraba en una posición miserable, comenzó a llorar en silencio. “Odio esta casa… odio mi vida… odio esta escuela… deseo nunca tener que ir allá de nuevo…”
Lo había dicho simplemente por divagaciones depresivas, olvidando que en esos días, desear no era tan atractivo como solía creer. Y estaba muy ida con lágrimas y sollozos para escuchar la suave voz en algún lugar de la habitación.
“Como desees.”
------
Continuará…
MikoAucarod
MikoAucarod

Sacerdotisa - Administradora
Sacerdotisa - Administradora

Femenino
Cantidad de envíos : 3786
Edad : 34
Localización : Nuevo León, México
Fecha de inscripción : 04/11/2008

https://lcdsei.forosactivos.net

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Re: Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por amerika-kikio Miér Jul 01, 2009 8:51 pm

Kyya!!
ke hara Inuyasha!!! nooooooooo
destruira la escuela?
la enfermara para siempre
la dejara invalida?

-Rayos Amerika!! no soy tan malo!!

Pero aki si lo pareces
XDD!!
naaa
espero
la conti
n_n
amerika-kikio
amerika-kikio
Sacerdotisa Hanyou
Sacerdotisa Hanyou

Femenino
Cantidad de envíos : 559
Edad : 30
Localización : Un dia por aqui... otro por alla...
Fecha de inscripción : 07/11/2008

http://www.metroflog.com/inu_pau

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Re: Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por Maaky Miér Jul 08, 2009 7:57 pm

nanananana!!!
felicitame al genio que escribio eso... a la traductora
y gracias por ponerlo TT-TT es tan encantador

me encanta el fic espero
e inuyasha no haga nada malo
y tambien el proximo capitilo... esta super bueno

Sayonara..♥️
Maaky
Maaky
Taiyoukai
Taiyoukai

Femenino
Cantidad de envíos : 153
Edad : 30
Fecha de inscripción : 16/01/2009

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Genio Embotellado (4) (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por MikoAucarod Miér Jul 08, 2009 8:18 pm

UUUUAHHH!!! PERDÓN PERDÓN exámenes y esas cosas, no los entretengo más y pues les dejo dos episodios, porque de verdad no me dio tiempo :Triste

Genio Embotellado
(Bottled Genius)
Por Rozefire
Traducido por Inuhanya
------
------
Capítulo 4
La Venganza de Kagome
------
------
El segundo día de escuela fue más fácil que el primero. Principalmente porque no tenía clases de matemática ese día (pero significaba que tenía clases dobles mañana como resultado). Kagome pasó el tiempo en la mesa, aprendiendo nada nuevo y rezando por que el tiempo se apresurara para que pudiera salir de la escuela más rápido.
Ella era una estudiante promedio, no increíblemente inteligente, pero tampoco tonta. Sólo hacía su mejor esfuerzo y usualmente terminaba arriba… pero eso había sido cuando le gustaba la escuela… ahora la odiaba… no encontraba interés en ella y ya estaba consciente de que si no se abofeteaba, se quedaría atrás.
Por supuesto, siempre podría pedirle a Inuyasha hacerla una de las personas más listas. Las que no trabajaban y no iban a revisión y aún obtenían el noventa por ciento en sus exámenes.
Pero de nuevo Inuyasha podría hacer explotar su cerebro como un efecto colateral… mejor no tentar al destino.
Ciencia era su próxima peor materia con matemática… pero afortunadamente la profesora era una mujer decente y no escogía a Kagome por su debilidad. Su materia más fuerte era historia… pero con un profesor tan aburrido, estaba perdiendo el interés en el tema, y en el quiz sorpresa sobre cuándo fue inventada la tubería interna encontró que ya estaba quedándose atrás de nuevo.
La hora de almuerzo no fue de mucho alivio. Normalmente estaría afuera con sus amigas, hablando sobre cosas sin sentido y chicos y las nuevas canciones en las tiendas de música… pero aquí no tenía a nadie. Así que se ocupaba con tarea de química.
Mirando distraída de su tarea ubicó a Souta llevándose muy bien con los otros chicos de su edad… bueno… al menos uno de ellos era feliz en este infierno. Sin embargo… Souta era uno de los afortunados aquí. Movió su mirada hacia la esquina del campo donde un chico de la edad de Souta estaba siendo empujado bajo un árbol por uno de los chicos mayores. Suspiró y bajó su lápiz, preguntándose si debería intentar ponerle un alto al bravucón, o ir con un profesor. Pero muchos de esas personas lo eran… ella ya se había quejado una vez con un profesor sobre un caso de acoso y el profesor sólo se había encogido de hombros y dijo que no había nada que pudiera hacerse.
Kagome estuvo por levantarse y salir a decirle a los bravucones dejarlo cuando alguien se sentó frente a ella, bloqueando su vista del acoso. Reenfocó su mirada rápidamente para ver a la chica que ahora estaba sentada opuesta a ella. Era muy plana con lentes y pecas y cabello tan alborotado que era una maravilla si lo cepillaba. “No te molestes, niña, sólo resultarás golpeada.”
“¿Perdón?” Kagome le parpadeó.
La chica levantó su mentón tras ella. “No ayudes al niño, no lo vale.”
Kagome abrió su boca para protestar pero cuando miró hacia el árbol, los bravucones habían partido y el chico estaba a salvo de nuevo… por ahora. “¿Cómo pueden los profesores dejarlos hacer…?”
“No sé. No son lo que solían ser para los profesores.” La chica haló el libro de Kagome y pasó su mirada por las páginas. “¿Y qué es esta basura?”
“Es física.” Kagome recuperó el libro, ya irritada por la actitud de la chica.
“¡Qué gracioso!” exclamó la joven. “¿Un mundo esférico? Qué locura… ¡todos saben que es plano! ¡Te caerías si esto fuera verdad!”
“Cierto.” Kagome cerró el libro lentamente, planeando hacer su escape de la loca.
“De cualquier forma, eso no es por lo que vine a hablarte.” Ella ondeó sus manos mientras se imponía. “¿No has pensado en nada nuevo todavía?”
“¿Qué?” Kagome dejó de empacar sus libros. “Creo que me has confundido con alguien-”
“No.” Dijo la joven sin rodeos, antes de espiar a alguien al otro lado de la cancha. “Oh, es bien parecido… ¿lo quieres? Puedes tenerlo si quieres.”
“¿Qué?” Kagome siguió su mirada con un frunce antes de mirar a la chica. “¿Estás bien?”
“Oh, estoy bien.” Respondió la joven airosa. “Excepto que esta falda es muy incómoda… no estoy acostumbrada a ellas. Muy corta creo… en fin. En lo que necesites ayuda - tarea extra, bravucones, amores, acosadores - todo lo que tienes que hacer es desear.”
Kagome se paralizó y miró duro a la joven. Una pequeña sonrisa se esbozó en los labios de la chica en forma familiar y por un momento esos ojos avellana destellaron con un vibrante ámbar a través de los espejuelos. La respiración de Kagome se atascó en su garganta. “¡Inuyasha!” siseó ella.
“¿Sí?”
“¡¿Qué estás haciendo aquí?!” Ella miró alrededor como si alguien pudiera verlo por lo que realmente era. “¡¿Y qué demonios eres?!”
“La tonta promedio.” Él le destelló una pequeña sonrisa que reveló unos frenillos. “Nadie mira dos veces a la chica fea. ¿Qué mejor forma de andar por ahí y ver este lugar que tanto odias?”
“Eres increíble.” Dijo Kagome enojada, guardando sus libros en su bolsa. “¿Por qué no puedes dejarme en paz?”
“Porque eres mi ama y no puedo dejarte hasta que completes todos los diez deseos.” Respondió Inuyasha.
“Aún tienes el valor de hablarme de esa forma después de engañarme con esos primeros dos deseos.” Le espetó Kagome mientras colocaba su bolsa en su hombro y se levantaba de la silla. “Haz lo que quieras aquí - pero no dejes que alguien vea el verdadero tú - o estaré en problemas.”
Por alguna razón lo que dijo lo divirtió. “Ya estás en problemas, niña.”
Kagome lo observó un momento, intentando imaginar lo que quiso decir antes de darse por vencida y sacudir su cabeza. “Como sea. Sólo déjame en paz a… a… ¡animal!”
“Vaca viscosa.” Llamó él burlón tras ella mientras comenzaba a alejarse. “¡Podrías haberme marcado emocionalmente por el resto de mi vida!”
“De cualquier forma creo que sobrevivirás.” Dijo ella secamente mientras regresaba al edificio.
Inuyasha esperó un momento, sólo en caso de que asomara su cabeza de nuevo para gritar otro insulto, pero no regresó. Casualmente miró alrededor para revisar que nadie estuviera mirando en su dirección antes de agacharse bajo la mesa como si estuviera intentando recoger un lápiz perdido. Cuando emergió usaba el rostro de Kagome y el cuerpo de Kagome.
Arrogantemente movió su cabello sobre su hombro y practicó batir sus pestañas. “Soy una total tonta. No tengo nada sino aire y tacos de cera entre mis oídos y creo que Inuyasha es el joven más sexy en la faz de esta tierra.”
Síp. Sonaba como ella. Miró alrededor discretamente para asegurarse de que nadie hubiese notado el cambio antes de que su mirada cayera en una multitud a una corta distancia, estaban molestando a otro pequeño niño. Sonrió y se alejó de la mesa. Era tiempo de hacer funcionar ese tercer deseo…
------
Kagome golpeteaba su lápiz contra sus notas y miraba el graffiti rayado en la superficie de la mesa en la que se inclinaba. Obviamente su golpeteo estaba molestando a los otros habitantes de la biblioteca y levantó la mirada cuando uno de los profesores la calló enojado.
“Lo siento,” murmuró ella y regresó a intentar resolver la ecuación de álgebra. Bah… álgebra… era lo peor inventado desde… desde… en realidad no pensaba que hubiese algo inventado que posiblemente pudiera ser peor que el álgebra. Suspiró y retiró sus libros, recostando su mentón en sus manos mientras intentaba pensar en el deseo perfecto que pudiera sacarla de Izu y regresarla al Templo. Algo que no tuviera pretextos… algo que no pudiera ser interpretado de forma diferente, de lo contrario Inuyasha lo concedería de otra forma a la que quería.
Afuera podía escuchar las voces de otros estudiantes elevándose en volumen, hasta que escuchó el distintivo canto de ‘¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea!’. Kagome giró sus ojos e intentó cerrar sus oídos al sonido. ¿Otra pelea? Qué infantil… parecía que las peleas estallaban cada unos cuantos minutos en esta escuela. Y los profesores también se hacían los sordos sobre eso…
Tres chicas quienes estaban sentadas en otra mesa rieron en su camino hacia la ventana para mirar la pelea afuera. Después de unos momentos quedaron boquiabiertas simultáneamente.
“¿Qué está haciendo?”
“Está loca…”
“Todos esos chicos contra ella - está muerta…”
El interés de Kagome se picó y levantó su cabeza para mirar por la ventana. No podía ver sobre el borde así que se levantó y avanzó hacia la ventana donde estaban las chicas y miró.
Aparentemente era una gran pelea, todos los estudiantes afuera se habían reunido en un enorme anillo y en el centro había un desastre de cuerpos en movimiento. “¿Qué está pasando?” preguntó ella.
“Los chicos decidieron molestar a la chica nueva, supongo.” Respondió una chica sin mirar a Kagome. “Parece que está peleando…”
“¿La chica nueva?” Kagome se asomó más, intentando distinguir detalles de los furiosos estudiantes. Por un momento pensó que era alguna especie de batalla real… estaban peleando mutuamente… pero en realidad, ahora que veía apropiadamente, todos ellos estaban siguiendo a la chica de cabello negro en el centro que entregaba patadas y puños con la fuerza y el poder de un boxeador de doscientas libras. Miembros de la pandilla prácticamente estaban siendo lanzados en todas direcciones.
“Ella es fuerte.” Comentó una de las chicas.
“Esteroides.” Otra resopló conspiradora.
“Alguna especie de droga al menos…”
Kagome de repente se alejó de la ventana y salió de la biblioteca tan rápido que se sorprendió. Voló por los corredores a velocidad divina… pasando a otros estudiantes en su prisa por encontrar una salida. Eventualmente encontró una salida de emergencia y bajó una barra para liberar la puerta y apresurarse hacia la pelea en la cancha. Tras ella escuchó el fuerte timbre de la alarma de incendios e hizo una mueca para sí. Las salidas de emergencia de su antigua escuela nunca habían hecho eso…
Alcanzó a los estudiantes reunidos y valientemente intentó abrirse paso entre los chicos. No estaba funcionando… la multitud era muy espesa y no era tan fuerte como la otra Kagome quien actualmente estaba tacleando a dos chicos a la vez.
“¡Inuyasha!” gritó ella, su voz aplacada por los cantos. “Inuyasha - ¡qué demonios crees que estás haciendo! ¡Vas a meterme en problemas!”
Se agachó entre dos estudiantes para acercarse más a la pelea… casi se arrepiente. Esto la puso en el centro de la multitud, entre todos los empujones y los movimientos de los chicos mientras intentaba mantenerse de pie y obtener suficiente oxígeno. “¡Inuyasha!” gritó ella. “¡Basta! ¡Estúpido violento! ¡Inuyasha!”
Milagrosamente, él la escuchó. Ella lo vio esquivar un golpe de un joven fuertemente construido antes de girar para fijar su mirada directo en ella. Kagome notó con espanto que realmente estaba disfrutándolo… sus ojos brillaban con malicia y excitación y estaba sonriendo como un tonto. El joven se abalanzó de nuevo contra él, pero en un parpadeo Inuyasha lo esquivó, le dio un rodillazo en el estómago y lo lanzó hacia ella.
Kagome se tensó sorprendida mientras lo veía aproximarse a la velocidad y la fuerza de una estampida de rinocerontes. Se dio cuenta de lo que estaba por hacer, una fracción de momento después. “NO - no te atrevas-”
Fue interrumpida con un sonoro ‘oof’ mientras la tacleaba duro en el suelo y aterrizaba sobre ella. En el breve segundo que siguió él simplemente le sonrió con su propio rostro y desapareció con una pequeña nube de humo escarlata. Kagome yacía sobre su espada, respirando duro y mirando hacia el cielo.
Los estudiantes a su alrededor estaban alejándose… pero Kagome sólo se dio cuenta de esto cuando el rostro de su profesor de matemáticas se asomó en su campo visual hacia cielo azul. No se veía muy feliz.
“Higurashi. A la oficina de la directora… ahora.” Él agarró su brazo no muy gentilmente y la levantó.
------
“¿Te importa explicar qué te poseyó para involucrar a dos docenas de chicos en una pelea?”
Kagome jugueteó nerviosa en la incómoda silla ante el escritorio de la directora. Tras ella estaba su tutor y a su derecha estaba su profesor de matemática. Kagome había perdido su voz… ¿qué más podría decir? ¿Su malvada gemela había comenzado la pelea, no ella? No creería eso… nadie lo haría… lo dudaba ella misma. Pero estarían menos dispuestos a creer que la chica peleando con esos mocosos realmente era un chico y un chico Cumplidor de Deseos quien tendría quinientos años si Oda Nobunaga no tuviese algo que ver.
La mujer que estaba sentada detrás del escritorio ante ella era pequeña y con apariencia de musaraña o gorrión. A Kagome ya le disgustaba… viendo cómo la mujer ya la había llevado a detención ayer.
“¿Y bien?” presionó la directora.
“Yo… yo no sé qué decir…” Realmente no lo sabía. “No quise lastimar a nadie…”
Excepto Inuyasha. Ella había visto la mirada en sus ojos cuando había estado golpeando a esos chicos, disfrutó lanzar esos puños… vivía para pelear. La mirada de Kagome cayó en las manos que mantenía juntas en su regazo. Sus nudillos se habían tornado blancos. Pero no podía entender por qué Inuyasha había hecho tal cosa… no se había dado cuenta que estaba fuera de su control así. A donde quiera que pareciera ir el caos y la disrupción parecía seguir. A quienquiera que conocía, todo parecía encontrar su propio fin. ¿Tal vez realmente era malo?
MikoAucarod
MikoAucarod

Sacerdotisa - Administradora
Sacerdotisa - Administradora

Femenino
Cantidad de envíos : 3786
Edad : 34
Localización : Nuevo León, México
Fecha de inscripción : 04/11/2008

https://lcdsei.forosactivos.net

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Re: Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por MikoAucarod Miér Jul 08, 2009 8:18 pm

“Seis chicos tienen las narices rotas.” Dijo el profesor de matemática a su derecha, haciendo a Kagome moverse nerviosa. “Dos tienen brazos rotos y siete tienen costillas rotas. Los otros tienen ojos negros y golpes y labios rasgados. Los brutalizaste, Higurashi.”
¿No pensaban que era un poco extraño que Kagome hubiese golpeado dos docenas de chicos como un Jackie Chan de cinturón negro? Bueno… todo el cuerpo estudiantil que había atestiguado la pelea no podía estar equivocado. Kagome mordió su labio. “Yo no quise…”
“Sin mencionar que encontramos esto en tu casillero.” Su tutor avanzó y colocó una caja de zapatos en el escritorio. Kagome nunca la había visto antes en su vida, estaba segura de eso. El tutor removió la tapa y todos los ocupantes de la oficina se inclinaron para darle un vistazo.
“¿Qué es esto?” preguntó la directora con un perplejo frunce. Kagome repitió su pregunta en silencio.
“Es una bomba casera programada para estallar en cinco minutos.” Les dijo el tutor.
Kagome se echó hacia atrás con un jadeo en su silla. Su tutor la miró. “No te preocupes, la desconecté.”
“Te importa explicar ¿por qué tienes una bomba en tu casillero, Higurashi?” Preguntó la directora, mirando lo que parecía un cronómetro huevo atado a un pequeño radio.
“Y-yo…” Tartamudeó Kagome mientras miraba de un profesor al otro. “¡No es mía! Yo no lo puse en mi casillero - apesto en la electrónica - ¡¿cómo podría hacer una bomba?!”
Ellos no le creyeron si todas las malas caras observándola sirvieran para juzgar.
“Creo que…” la directora presionó sus dedos mientras descansaba sus codos en la mesa. “Tendré que llamar a tu madre… estás expulsada de esta escuela, Higurashi.”
Kagome se hundió en su asiento miserablemente.
------
Inuyasha suspiró satisfecho mientras observaba las escasas nubes moverse por el toldo azul sobre su cabeza. Kagome estaría en casa en cualquier momento si esa llamada telefónica había sido alguna indicación. La madre de la chica había respondido el teléfono… y sus treinta segundos de sorprendido silencio fue suficiente confirmación de que el deseo había sido concedido. Su sonrisa se amplió cuando escuchó la amortiguada voz de la madre de Kagome repetir, “¿Expulsada…?”
La mujer estaba afuera recogiendo a su hija, e Inuyasha se recostó una vez más en el tanque de aceite afuera de la ventana de la cocina, su cabeza apoyada en sus brazos y sus piernas cruzadas con un pie botándose gentilmente en el aire. En algún lugar al otro lado de la casa, el abuelo podía ser escuchado barriendo el polvo y la tierra seca de los escalones externos y el pórtico, su cepillo hacía un rítmico sonido que Inuyasha pudo seguir con su pie.
Por supuesto si el anciano se acercaba mucho Inuyasha estaba preparado para desaparecer… no sería atrapado rondando este lugar.
Sus orejas se irguieron mientras escuchaba el distante sonido de un conocido motor acercarse por el camino. Las posibilidades eran, que fuera el auto de Higurashi - no muchos otros vehículos pasaban por este camino. Además, reconoció el tono del motor.
El auto llegó afuera de la casa y el motor se apagó. El sonido de dos puertas siguió e Inuyasha ladeó mejor su cabeza para escuchar las voces del otro lado de la casa.
“… No me importa lo que digan, Kagome, deben ser estúpidos si creen que una estudiante modelo como tú podría ser una buscapleitos…”
La Sra. Higurashi no recibió respuesta vocal de su hija.
“Debe haber un error. Pero de todas formas era una mala escuela… probablemente estás mejor estudiando en casa.”
“¿Estudiar… en casa?” Kagome habló finalmente.
“Bueno, no hay otra escuela en millas, no tenemos opción.” Le dijo la Sra. Higurashi. “¿No vas a entrar a casa, Kagome?”
“No… creo… que iré a caminar…”
La puerta del frente se cerró e Inuyasha de nuevo giró su cabeza hacia las nubes… aquella de allá parecía una oveja sin piernas o cabeza. Kagome estaba acercándose al tanque, pero ignoró su presencia en favor de ubicar nubes.
Pero sin avisar, una mano sorprendentemente fuerte agarró su manga y tiró. Duro. Estaba totalmente desprevenido para el rudo saludo y se deslizó del tanque con un grito de sorpresa cayendo directo a los pies de Kagome. No desperdició tiempo para insultarlo o mirarlo. Agarró su oreja y comenzó a arrastrarlo lejos - no tuvo elección sino seguirla o arriesgar tener una oreja muy lastimada en la mañana… su agarre era enervantemente fuerte.
“Perra - ¡suéltame!” gritó él mientras lo llevaba por el pastoso jardín hacia los árboles. “¡¿Me escuchaste, vaca sorda?! ¡Dije suelta!”
Ella no respondió o dio alguna indicación de haberlo escuchado mientras lo arrastraba sobre el pequeño puente del río y hacia los árboles del otro lado. No se detuvo hasta que pareció decidir que estaban lo lejos suficiente de la casa. Se preguntó por qué lo había llevado tan lejos… tal vez para asesinarlo horriblemente. Se giró hacia él calmada después de liberar su oreja, retrocedió unos pasos, frotándola enojado. “¿Por qué demonios fue eso?” espetó él.
“¡POR ARRUINAR MI VIDA!”
El grito hizo eco por los árboles circundantes como una especie de muro de Banshee. Inuyasha parpadeó sorprendido mientras una parvada de cuervos tomaba vuelo en algún lugar desde los árboles hasta más allá de su pequeño claro. “No lo hice.” Respondió el, pero sin mucha convicción.
“Robaste mi cuerpo y luego golpeaste a dos docenas de chicos - ¡todos lo vimos! ¡¡No sólo lo hiciste para satisfacer tus sobrecargadas necesidades agresivas y violentas sino para METERME en problemas!!” ella se acercó a él y agarró su cabello con ambas manos para bajar su cabeza a su nivel. “¡¿Ahora entiendes por qué estoy tan molesta?!”
Él retiró sus manos no muy gentilmente y se alejó de ella. “Yo no hice nada de-”
“Por qué-”
“Pediste el deseo - ¡Yo te lo concedí!”
“¡¿Desde cuándo?!” gritó Kagome.
“¡Desde anoche cuando estabas llorando y gimoteando y deseaste nunca regresar a la escuela!” gritó él.
Por un momento sólo lo miró, sin entender. Entonces recordó… “Tomaste eso fuera de contexto… no quise decir que nunca quería ir a la escuela de nuevo… ¡debiste saber que no era en serio!”
“NO - ¡no lo hice!” él la miró acalorado. “¿Pero no estás feliz? No tienes que ir más allá - ¡no llorarás otra vez!”
“¡Necesito ir a la escuela!” Le gritó Kagome. “¡Necesito mi educación si se supone que voy a llegar a algún lado en este mundo! ¡Acabaste con eso y sin razón!”
“Un deseo es una razón-”
“¡Ese deseo no significa nada y lo sabes!” Ella golpeó su hombro furiosa. Él no se movió.
“¡Estás tan fuera de control! ¡Eres tan violento y malo! ¡No fue suficiente que rompieras el corazón de Kikyo y robaras su voz y mataras a su padre - sino tenías que matarla también! ¡¿Cuándo planeas matarme?!”
“¡Cállate! ¡No tuve elección! ¡Tengo que cumplir deseos lo quiera o no!” gritó él furioso.
“¡Tienes una opción! Pudiste haberle advertido de lo que eras capaz - ¡pero no lo hiciste! ¡Y tampoco me advertiste a mí! ¡Esta es tu manera de hacerte el gracioso, no!”
“¡No sabes nada!”
“¡No me importa más - sólo dime cómo deshacerme de ti y ambos seremos felices!” Ella tenía lágrimas en sus ojos, apenas lo notó, y una pequeño rastro húmedo bajaba por su mejilla desde el rabillo de su ojos. “Si pido más deseos podría costarme mi vida - ¡así que te ordeno decirme cómo deshacerme de ti!”
Él frunció sus ojos y cruzó sus brazos. “No puedes. La única forma para deshacerte de mi es matarme. O matarte. La única otra forma es completar todos los diez deseos y luego estarás libre de mi… pero posiblemente mueras, ¿no?” Sonrió sarcástico. “¿Ahora estás satisfecha? No es nada sino la verdad.”
“¡Te odio!” Gritó Kagome, sus puños apretados a su costado y su cabeza gacha… sus ojos estaban fuertemente cerrados mientras temblaba con rabia contenida o lágrimas… probablemente ambas. “Deseo…”
La cabeza de Inuyasha se levantó sorprendida.
“¡Deseo que me escucharas por una vez - que entendieras mis deseos e hicieras lo que quiero en vez de correr y hacerlo a tu manera! ¡Obedéceme! ¡Sé honesto! ¡Dime lo que quiero saber y haz lo que te digo hacer! ¡Eso es lo que deseo!”
Dos rudas manos agarraron sus brazos fuertemente y la sacudieron hasta que su cabeza se levantó casi temerosa para encontrar su mirada. “¡Retíralo!” le gritó él en su rostro.
“¡NO!”
“¡No sabes lo que estás deseando!”
“Sí - ¡quiero que concedas mis deseos a mi manera!”
“Niñita estúpida - ¡no tienes idea de lo que estás haciendo!” de nuevo la sacudió furioso.
“¡Mi nombre no es niñita estúpida, o vaca, o perra o arpía o alguno otro a Kagome!” Kagome forcejeó furiosa contra su agarre de acero. “¡Ahora concédelo!” gritó ella, rehusándose a encontrar sus ojos.
Él no hizo nada por unos segundos, ambos permanecían tensos y paralizados, rabia recorriéndolos a ambos. “Como… lo… desees…” dijo él peligrosamente, sus ojos frunciéndose más. “Voy a hacer que lo sientas.”
Kagome encontró sus ojos y también los frunció. “Bueno, puedes besar mi trasero, tonto.”
Con un fuerte golpe ella golpeó el suelo del bosque de frente, medio enroscándose. “¡Bastardo!” gritó ella, e inmediatamente comenzó a levantarse. Sin embargo, una mano callosa y con garras agarró la parte trasera de su chaqueta marrón y la empujó de nuevo. Antes de que pudiera gritar más insultos y amenazas sintió los dedos de su otra mano engancharse en el cinturón de su falda y bajarla. Se paralizó en puro shock y horror cuando sintió la inconfundible sensación de un par de cálidos labios presionarse contra su piel justo al sur de su cadera.
No podía moverse, mucho menos respirar, incluso cuando soltó su camisa y subió de nuevo su falda para alejarse. Ella sólo miraba en mudo shock al suelo enfrente, y sólo lo reconoció cuando Inuyasha habló tras ella.
“Voy a hacer de tu vida una pesadilla viviente… Kagome.” Dijo él, veneno goteaba de su tono y de alguna forma hizo que su propio nombre sonara como el peor insulto de todos.
“¡¿Kagome?!” La voz de Souta salió entre los árboles hacia ella y escuchó el crujir de ramas bajo los pies mientras su joven hermano se acercaba. Miró tras ella a tiempo para verlo llegar trotando por los arbustos, su lonchera aún en mano apenas llegando a casa de la escuela.
Inuyasha no estaba en ningún lugar.
“¿Y… qué estás haciendo?” Souta miró su peculiar posición en el suelo del bosque.
Tímidamente Kagome se sentó e intentó sacudir las manchas de tierra de su uniforme… sin mucho caso… nunca lo usaría otra vez.
“Escuché que fuiste expulsada por patear los traseros de los chicos.” Dijo Souta, esbozando una amplia sonrisa. “¿Es verdad?”
“Um…” ella mordió su labio antes de asentir levemente.
“¡Genial! ¡Espera hasta que le diga al abuelo!” se giró y comenzó a correr antes de mirar atrás rápidamente. “Oh - pero esto no significa que vayas a ser una de esas hermanas mayores que siempre pelean las batallas de sus hermanos - porque no quiero eso.”
“Pero ya lo hice.” Respondió ella con un frunce levemente irritado.
“Sí, pero eso fue antes de que todos se dieran cuenta que estabas loca.” Sonrió él ampliamente y corrió de nuevo.
Kagome miró alrededor titubeante, medio esperando que Inuyasha estuviera tras ella, pero parecía tan sola como se sentía. Aún temblando de una diatriba tan emocional pasó sus sucias manos por su rostro y secó sus lágrimas.
Se sentía tan débil y ansiosa como un nervioso conejito… y muy vulnerable de repente. Casi podía sentir el calor de sus labios aún quemando contra su piel, y cautelosamente deslizó sus manos bajo su falda para frotar su ofendida cadera.
¿Tal vez hacer ese cuarto deseo no había sido una buena idea…?
------
Continuará…
------
MikoAucarod
MikoAucarod

Sacerdotisa - Administradora
Sacerdotisa - Administradora

Femenino
Cantidad de envíos : 3786
Edad : 34
Localización : Nuevo León, México
Fecha de inscripción : 04/11/2008

https://lcdsei.forosactivos.net

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Genio Embotellado (5) (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por MikoAucarod Miér Jul 08, 2009 8:19 pm

Genio Embotellado
(Bottled Genius)
Por Rozefire
Traducido por Inuhanya
------
------
Capítulo 5
La Venganza de Inuyasha
------
------
Kagome tuvo muchos problemas para dormir esa noche. Tal vez era porque había una leve tormenta afuera, y en una casa tan vieja, el sonido de la lluvia golpeando el techo era cercano al sonido de los truenos. La ventana a su lado estaba temblando tímidamente en su marco, y el árbol a unos metros de la casa tenía extendidas sus ramas para golpetear incesantemente contra el vidrio de vez en cuando.
De alguna forma, Souta logró dormir durante todo el evento - y añadía al ruido con sus suaves ronquidos.
Kagome intentó todo por dormir. Se movió, giró, colocó la almohada sobre su cabeza, y descolgó sus piernas fuera de la cama, luego sus brazos, y le lanzaba medias a Souta para callarlo.
Pero normalmente las tormentas no perturbaban el sueño de Kagome... así que tuvo la sensación de que su insomnio tenía algo que ver con cierto chico de cabello blanco. Su cerebro estuvo trabajando y como resultado, no estaba dejándolo como debería. Su mano se mantenía rascando su cadera pensativamente... irritada de que si cerraba sus ojos e intentaba relajarse, aún podía sentir sus labios ardiendo contra ella.
"Maldición..." murmuró y se giró, metiendo sus manos bajo la almohada para no estar tentada a frotar más su cadera. Cerró sus ojos e intentó vaciar su mente completamente... pero en vez, su cabeza sólo se llenó con ideas de un muy molesto y enojado Inuyasha.
Sus ojos de nuevo se abrieron lentamente mientras miraba por la ventana hacia las ramas afuera. ¿Por qué se había enojado tanto con su deseo? Él mismo había dicho que no podía controlar cómo eran concedidos los deseos - había hecho ese cuarto deseo para intentar controlarlos... pero él se había molestado con ella.
Su intención sólo había sido hacer que los deseos futuros fueran concedidos más a su gusto de lo que lo habían sido previamente. Eso era todo. Él parecía tener problemas en evitar arruinarlos... así que había querido cambiar eso.
Pero el deseo había resultado mal, ¿no? Cuando le había dicho besar su trasero él se había lanzado sobre ella.
Luego le había dicho que iba a hacer de su vida una pesadilla viviente.
Kagome se encogió delicadamente y colocó las cobijas más ceñidamente alrededor de su cuerpo como si hubiese sentido una repentina corriente de aire. Nunca había tenido a alguien tan enojado con ella como Inuyasha lo estaba. Y de alguna forma tuvo la sensación de que aún tenía que experimentar la full fuerza de la rabia de la que era capaz. Era aterrador... como un malvado demonio con ojos, dientes y garras destellantes.
Con un suspiro intentó mover sus pensamientos a temas más cómodos, como preocuparse si iba a recibir suficiente educación para ingresar a una universidad. Si iba a ver a otros adolescentes por los próximos años atrapada en el campo como lo estaba. Y cómo iba a obtener el dinero para la operación de Souta para detenerlo de roncar.
Se acomodó y se entregó a una larga noche de insomnio.
------
"Buenos días, chica Panda." Exclamó Souta animado a la mañana siguiente cuando Kagome se sentó pesadamente en la mesa. Sólo murmuró una respuesta de una mujer de las cavernas y haló un tazón y una caja de cereal hacia ella.
"No dormiste anoche." Su madre acarició su cabello afectuosamente.
Kagome gruñó otra respuesta, seguido por un bostezo. Traducción: 'no, querida madre'.
"Pobrecita." La Sra. Higurashi suspiró y se movió para traerle un vaso de leche. "Creo que ayer fue un día traumático para todos."
Kagome recordó vívidamente ser tirada al piso por un chico con orejas de perro dementemente fuerte y enojado. Sí... definitivamente un día traumático...
"¿Por qué no vas a hablar con la directora?" Señaló Souta con una bocanada de cereales. "Obviamente ha habido un error - Kagome nunca podría derrotar a doce locos sola. Podrías intentar acudir a ella."
"No lo creo." Dijo la Sra. Higurashi con un pequeño y enojado frunce. "Esa escuela es corrupta por albergar bandidos como esos chicos. Y son ciegos y estúpidos si creen que nuestra Kagome - una estudiante esforzada - pudiera ser una de esos cretinos. Kagome estará mejor siendo educada en casa de ahora en adelante."
"¡¿Puedo estudiar en casa?!" Preguntó Souta animado.
"No te gustaría." Kagome habló por primera vez esa mañana, sus ojos aún encapirotados y oscuros. "No tienes ningún contacto humano salvo por tu tutor."
La Sra. Higurashi miró su reloj. "Será mejor que te muevas si no quieres llegar tarde a tu tercer día." Ella depositó su almuerzo junto a él y recibió un beso antes de dirigirse hacia la puerta.
Justo cuando estuvo por salir, miró a Kagome y rió. "En tu segundo día..." resopló y se fue.
"¿Qué es tan divertido?" Kagome movió el cereal en su tazón hasta que estuvo empapado e incomible.
El abuelo, quien había estado sentado tranquilamente en la mesa leyendo su periódico rió de repente. Cuando Kagome le disparó una inquisidora mirada, le pasó el periódico y señaló un artículo en la página ocho... "Loca chica kung fu, golpea a dos docenas de chicos en canchas de una escuela... ¿qué demonios...?"
"Parece que llegaste hasta los periódicos." Animó el abuelo.
Kagome frunció mientras leía. "Una estudiante transferida ayer de Tokio Central perturbó la paz de nuestra escuela local... bla, bla, bla... Kagome Higurashi, de 15 años, comenzó una pelea con dos docenas de chicos... y procedió a usar una oscura forma de arte marcial de combate para... no creo esto... ¡¿romper brazos, piernas y narices?!"
La Sra. Higurashi tomó el periódico y frunció mientras leía. "¿Desde cuándo aprendiste a hacer patadas tijeras?"
"Es un error - fue otra... chica... quien golpeó a esos chicos."
"A menos que hayas estado observando muchas artes marciales recientemente." Señaló el abuelo. Ella le dio una seca mirada que claramente le dijo lo que pensaba de esa idea.
"No importa." La Sra. Higurashi tiró el periódico en la caneca, a pesar de las protestas de su padre de '¡lo estaba leyendo!'. "Tenemos un nuevo tutor para ti que llega la próxima semana. Estará aquí cuatro veces a la semana por tres horas."
"Eso no... es mucho." Kagome parpadeó sorprendida.
"Bueno, es una clase de uno a uno, sólo tú y el profesor para que puedas recibir más atención y ayuda de la que estabas acostumbrada en una clase llena de cuarenta chicos." Explicó la Sra. Higurashi mientras retiraba el tazón de Souta. "Así que naturalmente no necesitas tanto tiempo con él."
¿Tal vez salir de esa escuela no había sido tan mala idea después de todo...? Kagome sacudió su cabeza mentalmente y frunció ante su desayuno. Eso no hacía correcto que Inuyasha la arruinara así. Era el principio del asunto - no debió haber ido y concedido el deseo así... aún cuando pueda no tener completo control sobre él...
Con un suspiro Kagome bajó su cuchara y se levantó. "Voy a ir a caminar."
"¿Realmente lo necesitas?" su madre la miró suplicante. "Es sólo que tengo tantas labores que hacer en la casa - ir de compras y el abuelo tiene que arreglar la calefacción central - ¿no podrías ayudarnos un rato?"
"Seguro." Kagome les dio una sonrisa.
"Bien - bueno desde que la calefacción central no está funcionando, va a hacer mucho frío esta noche así que ¿podrías traer un poco de leña del garaje y secarla para la chimenea en la sala?" Su madre sonrió mientras Kagome se tambaleaba levemente. "Oh, no me mires así - todos tenemos que ayudar en la casa si queremos ganar nuestro sustento."
"Exactamente." Intervino el abuelo.
"¿Qué hay de Souta? ¿Qué hace él?" preguntó Kagome, sólo por el bien de la discusión.
"Él va a la escuela a diferencia de algunas personas." Su madre señaló por la ventana de la cocina. "Sabes cómo usar esa hacha de allá, ¿verdad?"
------
"¡Estúpida casa... tonto Souta... tonto, tonto Inuyasha...!" refunfuñó ella mientras cargaba cuatro pequeños troncos del cobertizo que llamaban garaje. Los dejó caer en la pila acumulada al lado de un árbol cortado y regresó a traer más, sólo podía cargar unos cuatro troncos en cada viaje. Tomaría aún más llevarlos todos a la casa.
Será mejor que su familia aprecie todo este trabajo - y si el abuelo arreglaba la calefacción esa noche, estaría muy molesta de que sus esfuerzos hubiesen sido desperdiciados.
Ella soltó los últimos troncos en la pila y sacó el hacha de la cepa... sólo para cerrar su mano en el aire... el hacha se había ido. Kagome se paralizó sorprendida... estaba muy segura de haberla visto ahí antes de su último viaje al garaje.
Miró alrededor rápidamente y se echó atrás dramáticamente cuando sus ojos cayeron en Inuyasha a una corta distancia. No lo había notado antes, y por alguna razón parecía aún más asustada... y nerviosa... tenerlo aparecido de la nada esta vez. Intentó reunir su disperso juicio, consciente de que sus manos estaban temblando levemente. "Oh... h-hola..." ella intentó sonreír débilmente, pero fracasó. Era difícil sonreírle genuinamente a alguien que te miraba duro mientras botaba un hacha en sus manos. ¿Qué planeaba hacer con ella...?
Kagome de nuevo hizo una mueca, cuando él se levantó, saltando de la hamaca en la que previamente había estado sentado que había sido amarrada entre dos árboles al límite del bosque con el río. Por un momento el patio trasero estuvo muy tranquilo, realmente el único movimiento era la fría brisa que soplaba gentil alrededor. Kagome apenas notó el escalofrío en sus piernas expuestas... no cuando estaba recibiendo una mirada más fría de Inuyasha.
Él avanzó hacia ella, lento pero seguro, y Kagome tuvo que luchar con la urgencia de retroceder ansiosa. Realmente no estaba asustada... sólo increíblemente nerviosa y segura de que no quería hacer estallar la rabia que había visto el día anterior.
Llegó a un alto a unos pies frente ella. Su altura se suspendía sobre la suya, intimidándola y dominándola sin ningún esfuerzo consciente. Sus manos se juntaron frente a su pecho y abrió su boca para intentar decir alguna excusa para irse, o para que él se fuera... no podía desviar sus ojos de los suyos.
De repente él sonrió plácidamente y levantó el hacha. "¿Quieres que haga el trabajo?" preguntó amable.
La boca de Kagome se abrió levemente. Pasó un momento antes de que hablara. "¿Tú qué?"
"Es sólo que dudo que hayas usado una de estas cosas - y con tus brazos de fideo apuesto que te tomaría todo el día." Confía en él para cambiar un amable ofrecimiento en una especie de insulto.
"Oh. ¿Así que tú has hecho esto antes?" su nerviosismo estaba dejándola lentamente mientras comenzaba a darse cuenta que él estaba de un humor más ligero que antes. Tal vez Inuyasha no era el tipo de persona que guardara resentimientos...
Sí, cierto.
"Por supuesto que lo he hecho antes. ¿Crees que he vivido cinco siglos por nada?"
"Bueno... no estabas durmiendo la mayor parte de ese tiempo - y cuando no estabas durmiendo ¿estabas ocupado concediéndole deseos a la gente? ¿Tuviste el tiempo o la necesidad de cortar madera?" ella le levantó una ceja.
"Sí." Fue su simple respuesta.
Kagome abrió su boca para rechazar su oferta, antes de detenerse. ¿Por qué estaba rechazando su ayuda? Sabía jota sobre cortar madera, y muy probablemente se lastimaría cortándose su mano... así que era mejor dejarlo. "De acuerdo..." dijo lentamente. "Gracias..." ella se movió hacia la hamaca en la que previamente había estado sentado y se subió a la cama mecedora para observarlo.
Por un momento lo vio mirar entre el hacha en su mano izquierda y las garras en su derecha. Luego la miró, sonrió de nuevo cuando la vio observándolo, se giró, sosteniendo el hacha firmemente en su mano para comenzar sus labores.
Había algo extraño sobre esto... ¿Qué le había pasado a esa amenaza de 'haré tu vida una pesadilla viviente'? ¿Por qué estaba siendo tan amable y útil hoy?
Ella frunció sus ojos levemente intentando descifrar qué era exactamente lo que estaba planeando. Estaba medio girado hacia ella, dándole una vista lateral de su perfil. No estaba sonriendo o enojado - las únicas dos emociones que lo había visto poseer los últimos días. Sólo estaba... trabajando... con una expresión similar a la suya cuando hacía multiplicaciones en matemática. Se agachó y levantó fácilmente un tronco en una mano y lo colocó sobre la cepa.
Levantó el hacha en su mano y la llevó sobre su hombro, pausando un momento antes de bajarla y cortarlo en una perfecta mitad - pero el hacha continuó moviéndose hasta que hiciera un círculo completo y bajara hacia el tronco. Kagome parpadeó y se perdió de la mayoría - pero el resultado final fue un tronco cortado en cuatro piezas iguales. Su boca se desplomó levemente sorprendida... no muchas personas podían manejar un hacha así...
Él colocó los trozos en una pila separada con el hacha y se movió para recoger un segundo tronco - doble movimiento otra vez y dejó los cuatro nuevos trozos caer en la nueva pila que rápidamente se acumulaba a su lado. Kagome observaba asombrada - había visto cortar madera antes - pero no así de rápido. Pronto acabó con los troncos...
Iba a media pila antes de detenerse de repente y dejar caer el tronco en el suelo. Kagome levantó su cabeza para preguntar cuál era el problema - pero rápidamente cerró sus labios cuando se dio cuenta que estaba quitándose el oscuro y desgastado haori. Lo tiró a una corta distancia y recogió de nuevo el hacha, trabajando mejor sin sus mangas atravesándose en el camino.
Kagome era apreciativa... ahora tenía una amplia vista de su pecho por la raja en su kimono. Físicamente se abofeteó por esa idea... bueno... levemente en la nariz. Frunció mientras alejaba los indeseados pensamientos de su cabeza... pero...
Mirando a Inuyasha, su frunce se desvaneció lentamente mientras lo observaba levantar de nuevo el hacha y bajarla dos veces en rápida sucesión en el infortunado tronco. Podía apreciar a un chico bien parecido... eso no significaba necesariamente que le gustara como persona. Sólo le gustaba su cara bonita. Después de todo... era muy raro encontrar a alguien de su edad tan bien parecido como él. Le estaba permitido comer con los ojos, ¿verdad?
El cabello y las orejas la desconcertaban... se había preguntado al principio si eso era algo que todos los Cumplidores de Deseos tenían... pero obviamente eso lo había ofendido cuando le había mencionado sus pensamientos. Básicamente le había dicho que era el único con tales atributos... pero entonces ¿por qué era el único? Si algo, lo hacía más canino en apariencia... lobezno... si perro sonaba un poco insultante y desaliñado. Aunque él era un poco desaliñado. Ese cabello de color puro parecía como si no hubiese visto un cepillo en mucho tiempo... incluso desde aquí podía decir que era de una áspera textura sin la necesidad de tocarlo. Aunque tenía potencial de ser lo contrario...
Ella suspiró y una vez más intentó sacudir sus ideas de persuadirlo para usar Pantene Pro V o algo así... ¿tal vez el de Esencias Herbales haría el truco...? Esta vez logró dejar de pensar en su cabello... en vez, comenzó a pensar en otras partes de su cuerpo.
MikoAucarod
MikoAucarod

Sacerdotisa - Administradora
Sacerdotisa - Administradora

Femenino
Cantidad de envíos : 3786
Edad : 34
Localización : Nuevo León, México
Fecha de inscripción : 04/11/2008

https://lcdsei.forosactivos.net

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Re: Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por MikoAucarod Miér Jul 08, 2009 8:20 pm

Era afortunado... tener piel tan clara, una frente alta y pómulos que lo marcaban con un rostro más masculino... unos pómulos más altos y se habría visto femenino (como cierto hermano que permanece innombrable en este fic). Una nariz recta, arrugada levemente en el momento en concentración. Una quijada fuerte y cuello que parecía crear el perfecto balance entre la gracia natural y la fuerza concedida. Hombros anchos que estaban hacia atrás orgullosos y confiados todas las veces, notó esto cuando se enderezó por un momento para mirar la pila de trozos de madera que estaban creando una montaña a su lado. Hombros que tal vez lucían como si hubiesen estado cargando el peso del mundo por mucho tiempo... y aún no se hundían. Le habría gustado saber qué peso podría ser...
"¿Siempre miras a la gente sin vergüenza cuando crees que no están mirando?" dijo él, sacándola de su escrutinio. Él la miró y ella fijó miradas con esas increíbles órbitas ámbar.
"Sí." Respondió ella simplemente, viendo sus ojos abrirse levemente sorprendidos ante la audacia de su respuesta, pero rápidamente lo cubrió con un corto 'keh' y un bufido antes de regresar con la tarea. Ella se sentó en la hamaca, cuidadosa de balancear su peso para que no pudiera caer. "Quiero saber lo que estás planeando."
"¿Quién? ¿Yo?" él movió una mano en despedida. "Nada."
"Estás planeando algo - ¿por qué más ofrecerías hacer mis labores por mi?" ella frunció sus ojos levemente.
"Sólo porque no quiero que me pidas besar de nuevo tu trasero. La razón por la que me fui tan abruptamente ayer fue porque tenía prisa de lavar mi boca con ácido." Esto fue puntualizado con el sonido de madera cortándose.
Síp... su cuerpo puede ser agradable y atlético, pero su personalidad apestaba. Tal vez si hubiese tenido una personalidad como un chico llamado Hojo en su antigua escuela... se hubiese sentido más atraída a él... pero ¿cómo quedaba? Encontraba el hacha en su mano más atractiva para llevar a una cita.
"No eres una persona amable - oh, no luzcas tan sorprendido - ¡también lo sabes! ¡Estás planeando algo horrible! ¡Ahora qué es! ¡Dime!" demandó ella.
El hacha se bajó en su mano hasta que el extremo estuvo descansando en el suelo. "Te juro por mi vida de Cumplidor de Deseos que no estoy planeando nada contra ti." Le dijo él... algo en esa vacía expresión parecía más sincero que algo más que hubiese dicho. Estaba dispuesta a creerle... por ahora...
"Entonces ¿qué pasa con esa cosa ayer de 'haré de tu vida un infierno'?" preguntó ella.
"No dije eso." Le dijo cortamente.
"¡Sí lo hiciste!" frunció ella. "Lo recuerdo."
"Obviamente recuerdas mal - porque dije que la haría una pesadilla viviente - no infierno." Respondió él. "Realmente."
"Pero... no estás más molesto conmigo, ¿verdad?" preguntó cuidadosa. "¿De que hiciera ese deseo...?"
"Oh no." Él frunció y se encogió. "Por qué me enojaría de que me quitaras mi dignidad y mi higiene oral por encima de humillarme. No estoy molesto en lo absoluto."
Kagome mordió su labio. Incluso había notado el sarcasmo, fuerte y claro. "Lo estás, no es así..."
Él hizo un vago movimiento de hombro y se agachó para recoger otro tronco. "Tal vez..."
"¿Qué deseé... exactamente?" preguntó ella, saltando de la hamaca. "Sólo planeaba resolver el problema de los deseos... ¿pero no creo que funcione?"
Él rió ásperamente con su espalda aún hacia ella. "¿Eso piensas?"
"Dime lo que pasó."
Él mantuvo su espalda hacia ella y habló mientras continuaba trabajando. "Me dijiste obedecerte. Escucharte y ser honesto contigo. Eso tuve que hacer exactamente como lo dijiste en vez de salir con mis propias ideas."
"Sólo lo dije... mientras concedieras mis deseos."
El tronco se partió en frente de él. "Sí, bueno, no se concedió en la forma como lo querías. Ahora yo tengo que obedecer cada orden tuya. No es sólo cuando se refiere a deseos..."
"Oh... así que cuando te dije besar mi trasero..."
"No tuve opción." Él de repente bajó el hacha y lo clavó en la cepa del árbol para girarse hacia ella. No se veía más tan amigable. "Realmente eres una niña estúpida, hacer deseos así sin darte cuenta. ¡¿Tienes alguna idea de lo que me has hecho?!"
"Tengo un nombre - ¡úsalo!" espetó ella.
"Kagome." Su boca había dicho la palabra sin su propia aprobación y de repente sus puños se apretaron y le mostró sus dientes. "Perra - ¡no me ordenes así!"
Kagome cruzó sus brazos y se giró abruptamente con igual rabia. "Tal vez esto te enseñará por arruinar mi educación."
Hubo un fuerte crujido tras ella y se giró bruscamente para ver el hacha deslizándose por el suelo, habiendo sido pateada de la cepa por Inuyasha. Tragó levemente, notando lo cerca que el hacha había pasado por sus pies.
"¡No necesito tu castigo, perra!"
"¡Deja de llamarme perra!"
"¡Cara de rata con pasto de cerebro!"
La quijada de Kagome se apretó y su entrecejo se bajó más. "Sabes qué - ¡mereces ser convertido en un perro faldero - parece el único tratamiento para un hombre feo y fuera de control como tú!"
"¡¿Qué dijiste?!" explotó él. "¡No soy un perro faldero!"
"Bueno, ahora lo eres - ¡así que acostúmbrate!" espetó ella bruscamente.
"TÚ-"
"¡Y baja tu voz!"
Él bajó el resto de su furiosa diatriba y se tensó. "Pequeña vaca. ¡Te odio!" siseó él.
"Dime que te agrado."
"Me agradas." Gruñó él. "¡Me agradas cuando no tienes ideas de deseos! ¡Estás tomando ventaja de mi!"
"Escasamente. No te he hecho saltar de un acantilado todavía." Le dijo ella, admitiendo para sí que era divertido ordenarlo así.
"Tal vez me lance por un acantilado por mi propia voluntad, sólo para alejarme de ti." Siseó él.
Ah... era muy inteligente para permitirle irse con la última palabra.
"Inuyasha..." dijo ella lentamente. "Ve a saltar por ese puente de allá." Señaló hacia el río.
Él la miró un momento, antes de precipitarse en dirección de los árboles, pasándola tan fuertemente que la hizo tambalear. Lo valió cuando desapareció en el bosque y unos momentos después un fuerte splash pudo escucharse. Ella rió y ondeó su mano. "¡Considera esto tu castigo por arruinar mis deseos - junto con todos los demás a los que has tenido como amos!"
Se giró, planeando regresar a la casa, pero se topó con una persona húmeda al momento que lo hizo. Se echó hacia atrás levemente, abriendo su boca para gritar sorprendida - pero Inuyasha tomó sus brazos rudamente y se acercó. Cualquier grito murió en su garganta mientras temblaba levemente en su agarre. Ninguna orden encontró la conexión entre su cerebro y su boca...
"¡Nunca quise arruinarlos!" le gritó él en su cara. Kagome estaba lejos de lo cerca que estaba él, y del agua que estaba humedeciendo desde sus manos hasta las mangas de su camisa. "¡Nunca quise lastimar a nadie! ¡Nunca quise matar a Kikyo! ¡Nunca quise matar a su padre - o a alguno de los malditos monjes Budistas que Oda Nobunaga me hizo exterminar! No tuve elección - ¡eso es lo que soy! ¡Es mi maldición! ¡Estás castigándome por mi castigo! ¡No necesito tu basura cuando aún tengo que tratar con la mía!"
"Qué-"
Pero el agarre de sus fuertes dedos en sus brazos desapareció, milésimas de segundos antes de que también desapareciera en una fuerte explosión de humo escarlata que la tuvo jadeando por aire y aguara sus ojos. Sólo pasaron momentos antes de que la brisa dispersara el humo y pudiera ver de nuevo... también pudo ver que Inuyasha se había ido.
"Inuyasha - ¡regresa aquí!" le gritó ella al campo vacío. "¡Qué quisiste decir con ese castigo! ¡¿Qué maldición?! ¡Te ordeno regresar y enfrentarme!"
Pero lo que sea que fuera, no estaba escuchándola más. Permaneció, respirando duro por unos momentos, una vez más consciente de que lo había enfurecido más de lo que debió y la había dejado de mal humor. Esto la enojó más de lo que la hizo sentir culpable y apretó su cabello mientras dejaba escapar un sonido que sonó como un grito apretado. "¡¡ERES EXASPERANTE, MALDITO PEDO!!" gritó ella.
"¿Qué fue eso, Kagome?" El abuelo asomó su cabeza por una ventana del segundo piso.
"¡No tú abuelo!" le gritó ella y se precipitó hacia el garaje para traer una bolsa para reunir la madera que Inuyasha había cortado tan útilmente para ella. Cualquiera observándola podría haber jurado que tenía humo saliendo de sus orejas.
------
Era un comienzo a lo que probablemente sería el peor día de su vida. Posiblemente un poco peor que ayer, pero no tan malo como mañana o pasado mañana. Después de reunir la madera en una enorme bolsa Ikea azul había tenido de colocarla al lado de la chimenea en la sala para que se secara apropiadamente. No era una horrible tarea... pero mientras lo hacía, había sido obligada a escuchar un reporte en la radio sobre una loca que había iniciado una pelea ayer en la escuela. Y no era lo alta suficiente para alcanzar la parrilla que estaba encendida y apagarla.
Obviamente no pasaba mucho en este pueblo si lo único interesante era una chica siendo expulsada de la escuela.
Al final le había lanzado un palo al radio, haciéndolo caer de su repisa y sobre el sofá abajo, perdiendo la señal en el proceso.
"¡Oye - estaba escuchando eso!" llamó su madre desde la cocina.
"¡Lo siento!" Respondió Kagome, aunque la irritación bordeaba su tono.
Ella terminó de acomodar la madera y se dirigió a su habitación, intentando encontrar algo de consuelo y mantener su mente lejos de Inuyasha. No quería ver su enojado y hermoso rostro en su mente. Y no quería pensar en cualquier secreto que estuviera escondiendo. Así que metió su nariz en un libro de historia para aprender algunos hechos aburridos sobre cuándo había sido introducida a la sociedad la plomería interna. No era realmente hábil en esto... pero cualquier cosa para mantener su mente ocupada.
Entonces el martilleo había comenzado abajo. Aparentemente el abuelo estaba 'arreglando' la unidad de calefacción. Gruñó frustrada y bajó su libro sobre su escritorio mientras se dirigía hacia la puerta para cerrarla en un esfuerzo por bloquear el ruido. Pero las paredes prácticamente eran de papel y el ruido no fue muy amortiguado.
Intentó concentrarse en su lectura pero lo encontró casi imposible con el incesante golpeteo. Después de unos minutos parecía que el martillo estaba golpeando su cabeza.
Kagome estaba comenzando a sentir un dolor de cabeza.
Luego el ruido se detuvo y levantó la mirada por un momento, como si encontrara difícil de creer que el tormento terminara. Se acomodó, disfrutando de sus pocos momentos de quietud.
El sonido de pies corriendo por el corredor la alertaron de un visitante y frunció mientras levantaba la mirada - la puerta se abrió rudamente y Souta irrumpió cargando una caja de zapatos. "¡Muy bien!" gritó él. "¡¿Qué hiciste con Bessie?!"
"¡¿Con quién?!" Espetó Kagome.
"¡Bessie! ¡Mi rana!" Gritó Souta. "¡La dejé en la caja esta mañana - pero regresé y se había ido!"
"Bueno - tal vez aprendió a saltar - ¡las ranas lo hacen!" Kagome se giró, dándole la espalda y bloqueándolo. Él no captó la directa mientras corría hacia su otro lado.
"La tapa estaba puesta y la banda elástica alrededor - ¡no podría haber escapado sola! Alguien la dejó salir - fuiste tú, ¡verdad!"
"¡Yo no sabía que tenías una estúpida rana!" ella se giró de nuevo en su silla. "¡Piérdete ya!"
"¡Le diré a mamá que estás destrozando mis cosas!" amenazó él.
"¡Le diré a mamá que estás guardando ranas en la habitación trasera - sin mencionar renacuajos y pececillos!" le gritó Kagome.
"¡Entonces SABÍAS que tenía ranas!" Él le apuntó un dedo. "¡Lo sabía! ¡Dejaste salir a Bessie!"
"¡FUE-RA!" rugió ella, enviándolo a volar por la puerta, dejándola bien abierta en su salida.
Kagome lanzó su libro sobre su escritorio y fue para cerrarla tras él, liberando toda su rabia y energía mientras la puerta se estrellaba en su marco y rebotaba de nuevo. La tiró una segunda vez, su rabia sólo se elevaba en vez de ser saciada.
Luego el martilleo había comenzado de nuevo.
"¡Odio esta casa!" gritó ella sobre el ruido. "¡Odio este lugar! ¡Es demasiado desear por algo de paz y tranquilidad por una vez!"
Casi instantáneamente colocó una mano sobre su boca y miró a su alrededor, esperando que el Cumplidor de Deseos apareciera y concediera otro deseo fugaz. Nada pasó... entonces recordó... Inuyasha no estaba hablándole o escuchándola... así que había una buena posibilidad de que no hubiese escuchado ese último comentario...no es que hubiese sido realmente un deseo sólido. Fue más como un deseoso pensamiento.
El martillo se detuvo abajo... pero no supo cuánto duraría. Casi pesimista, agarró un libro diferente del estante y lo bajó a su cama para adelantar alguna búsqueda.
Por el resto de la tarde, su ánimo comenzó a elevarse mientras leía. Inuyasha temporalmente dejó su emproblemada mente y el martillo de su abuelo no la perturbó más. La casa estaba inusualmente callada. Jugó con la idea de que Inuyasha tal vez hubiese concedido su deseo después de todo y bien. Pero no lo escuchó decir 'Como desees' así que no había mucha opción de que eso pasara. No había escuchado su deseo.
Kagome cambió la página del viejo libro, y captó un repentino cosquilleo de tierra en su nariz. Levantó su mano hacia su nariz cuando el estornudo se acumuló, antes de que todo su cuerpo se estremeciera al soltarlo. Lo había sentido reverberar por su pecho y en el ambiente... pero no lo había escuchado. Normalmente había tenido estornudos muy fuertes, o pequeños que sonaban como un zumbido. Ese definitivamente había sido uno fuerte... pero no lo había escuchado.
Se sentó de repente, muy consciente de los resortes de la cama crujiendo bajo su peso. Siempre chillaban y crujían... pero no escuchó nada.
"¿Hola?" dijo ella urgentemente, o al menos intentó decirlo. No sintió sus cuerdas vocales vibrar con su voz - no había dicho nada y no había escuchado un jadeo. Estrelló sus manos - sintió sus palmas chocar en lo que debió haber creado sonido - pero el aire a su alrededor pareció muy callado.
Intentó hablar de nuevo - intentó decir su nombre - pero lo único que sintió salir fue un soplido de aire. Su mano deliberadamente alcanzó para tirar su libro al piso. Aterrizó con un silencioso golpe, sintió el impacto en la cama, y vio la pequeña nube de polvo que se elevó.
Estoy sorda... No puedo hablar... ¡¡¡Estoy sorda!!! Gritó ella mentalmente. Intentó vocalizar ese grito, pero una vez más no sintió nada sino una corriente de aire.
Se tambaleó de la cama hacia su escritorio y desesperadamente tiró todo al piso, en un último intento por hacer algo de ruido - pero nada la alcanzó. Continuamente trató de gritar 'hola' pero aún no sintió voz dejar su garganta. Pánico la llenó mientras corría por la puerta y comenzaba a tirarla en su marco, pero su ruido cayó en oídos sordos y estaba comenzando a sentir sollozos sin aliento elevarse dentro de ella. Lágrimas caían de sus ojos mientras continuaba tirando la puerta, esperando por que sus oídos se destaparan y el sonido regresara. Sollozó... pero sin voz, eso lastimó su garganta.
Algo golpeó la parte de atrás de su cabeza y se giró de repente, una mano voló hacia el lugar donde un bolígrafo la había golpeado y fijó sus aterradores ojos en Inuyasha. No podía escucharlo, pero podía ver que estaba riendo y sosteniendo un bloc en el que había escrito.
Las palabras eran, 'Como desees'.
------
Continuará...
------
MikoAucarod
MikoAucarod

Sacerdotisa - Administradora
Sacerdotisa - Administradora

Femenino
Cantidad de envíos : 3786
Edad : 34
Localización : Nuevo León, México
Fecha de inscripción : 04/11/2008

https://lcdsei.forosactivos.net

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Re: Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por amerika-kikio Miér Jul 08, 2009 11:29 pm

Inuyasha!!!!!!!!

-Y ahora ke hice?

Ke hiciste!!! mira lo ke le paso a kag!!!!

-no te enojes... es solo otro fik..


Kyaa!! pobrecita!! kiero
la conti!!
jejeje
bye
amerika-kikio
amerika-kikio
Sacerdotisa Hanyou
Sacerdotisa Hanyou

Femenino
Cantidad de envíos : 559
Edad : 30
Localización : Un dia por aqui... otro por alla...
Fecha de inscripción : 07/11/2008

http://www.metroflog.com/inu_pau

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Re: Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por Maaky Jue Jul 09, 2009 6:27 pm

Waaaaaaaah!!!
esto si que es guerra....
me encantaron los caps
espero y pronto pongas continuacion!
sayo!
Maaky
Maaky
Taiyoukai
Taiyoukai

Femenino
Cantidad de envíos : 153
Edad : 30
Fecha de inscripción : 16/01/2009

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Genio Embotellado (6) (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por MikoAucarod Vie Jul 10, 2009 11:44 am

Genio Embotellado
(Bottled Genius)
Por Rozefire
Traducido por Inuhanya

------
------
Capítulo 6
Trabalenguas
------
------

“Abre y di ‘ah’.” Indicó el doctor mientras levantaba el mentón de Kagome y encendía su linterna. Kagome obedeció - excepto por la parte de decir ‘ah’. Se sentó ahí, parpadeando ante un afiche detrás del doctor, revisando en privado que sus propios ojos al menos aún funcionaran.
“Bueno, no puedo ver nada malo ahí…” el doctor retrocedió y miró a Kagome. “Y no tiene ninguna obstrucción o ruptura en sus oídos… no puedo encontrar nada malo en ella.”
“Pero debe haberlo - ¡las personas no se vuelven sordomudas de la noche a la mañana!” La Sra. Higurashi retorció sus manos en el material de su delantal… no había desperdiciado tiempo para quitárselo cuando había llevado a Kagome al consultorio del doctor.
“Tiene razón. No les pasa.” El doctor suspiró antes de regresar a su escritorio y sentarse. “¿Qué estuvo haciendo en el momento cuando perdió su audición y su voz?”
“No lo sé… no estaba con ella…” La Sra. Higurashi miró a Kagome, como si esperara a que le respondiera al doctor… pero Kagome no había escuchado al doctor y devolvió la mirada de su madre curiosa.
“¿Tiene alguna alergia?” continuó el doctor. “¿Problemas auditivos? ¿Laringitis? ¿Algo?”
“No, ella nunca tuvo problemas como este antes.” La Sra. Higurashi mordió su labio nerviosa. “¿No hay algo que pueda hacer?”
“Puedo enviarla a un especialista… pero el único que conozco vive al otro lado del distrito, y con frecuencia no tiene mucho tiempo libre. Podría arreglar una cita… pero podría demorar seis meses verlo.” La mujer observó a Kagome quien la miró. La joven obviamente no tenía idea de lo que había dicho. “Hasta entonces… sólo puede esperar a que sus sentidos regresen tan rápidamente como se fueron.”
“¿No podemos tener una consulta antes de seis meses?” preguntó la Sra. Higurashi, consternada.
“No a menos que pueda costear los fuertes pagos.” El doctor se encogió inútilmente.
La respuesta a eso obviamente era no. La Sra. Higurashi guardó silencio y le dio a la mano de Kagome un gentil apretón. La chica miró a su madre pero no devolvió la esperanzadora sonrisa. De hecho se veía levemente molesta…
Bueno, era mejor que estar en el desastroso llanto en el que había encontrado a su hija hacía una hora.
------
Oh sí… todo había sido diversión y juegos, pero entonces alguien tenía que ir y perder una voz y ahora todo era deprimente y aburrido. Inuyasha suspiró fuerte y dramáticamente mientras rodaba de estómago sobre el tanque de aceite. Ahora estaba oscureciendo…Kagome pronto regresaría con su madre de los doctores.
¿Aún estaría llorando?
Indudablemente cuando superó su shock inicial había querido hacerlo pasta… tal vez lo merecía. Él se frunció mientras intentaba sacar de su mente la culpa… como lo había hecho tantas veces antes. Usualmente funcionaba. Después de matar al extraño enemigo de un último amo, había aprendido a no pensar en eso… no era su culpa, ¿por qué sumergirse en culpa innecesaria? Intentar no pensar en cómo había matado armadas de monjes budistas había sido levemente más difícil… pero la culpa no lo había molestado mucho. Las únicas veces que realmente le pasaba era cuando eran por accidente… cuando el amo no se daba cuenta de lo que estaba deseando…
Como con Kikyo.
Ahora ella y su padre estaban muertos gracias a los deseos. No su culpa. La de Kikyo. Trató de ignorar al culpa y se repitió una y otra vez que le había advertido… pero ella no lo había escuchado ni creído… No se sentía culpable, así que debió haber funcionado.
Ahora por hacer llorar a una estúpida jovencita, se sentía como un monstruo.
“Vaca…” había deseado llamarla perra… pero ella lo había detenido de hacerlo con una de sus previas órdenes de ‘¡No me llames perra!’. Aún podía llamarla otras cosas, como bruja… y uh… otras cosas. Tal vez tenía que ser un poco más inventivo de ahora en adelante.
O podría usar su nombre y ahorrarse el problema.
Un auto entró por el camino y fue golpeado por una fuerte sensación de dèjá vu. Particularmente no quería ser arrastrado al bosque para que le gritaran de nuevo (a pesar del hecho de que Kagome no podía gritar más). Así que en vez, se levantó y saltó del tanque de aceite - sólo para aterrizar en la vieja cama chirriante de Kagome en vez del duro suelo bajo el tanque.
Se sentó, codos descansando contra sus rodillas mientras miraba alrededor de la habitación de Kagome - también medio habitación de Souta. Pero nadie estaba ahí - o hubiese habido varios gritos sobre un chico Cumplidor de Deseos que de repente se materializó en el aire.
Abajo escuchó cerrarse la puerta del frente, el sonido de pasos corriendo del hermano menor de Kagome y los pasos ligeramente más lentos de su abuelo moverse hacia la entrada para pedir noticias. Inuyasha no escuchó la voz de Kagome entre todo el intercambio, sólo a la Sra. Higurashi explicando la situación. Algo sobre ver a una persona especial en seis meses y algo más sobre no poder hacer nada hasta entonces.
Un conjunto de pasos furiosos pudieron escucharse subiendo las escaleras y mentalmente se abrazó mientras deliberadamente se forzaba a relajarse. Kagome apareció en la puerta, cara pálida y ojos ardiendo con vívida rabia que pensó sólo había visto en un espejo. Él le dio una sonrisa de medio lado. “¿Qué pasa?”
Su mentón se levantó levemente mientras intentaba determinar lo que había dicho, pero dejó de intentar leer los labios, decidiendo que no era importante. En vez, marchó hacia su escritorio y se agachó para recoger unas cosas que había derribado antes. Agarró una pluma y un bloc y procedió a escribir algo rápidamente. Él se levantó para mirar sobre su hombro, pero ella se giró rápido y lo empujó en su cara.
‘TÚ H.D.P.’
“Qué demonios se supone que-”
Fue interrumpido mientras Kagome comenzaba a golpearlo con el bloc, boca en una delgada línea mientras apuntaba a sus sensibles orejas. “Ow - oye - ¡deja eso!” él medio intentó alejarla, aunque estaba muy enojada y determinada para dejarlo sacar lo mejor de ella. Después de un momento dejó caer el bloc y agarró un mechón de su cabello - bajando su cabeza lo suficiente para poder darle una buena y dura bofetada para que entendiera exactamente cómo se sentía cuando las palabras le fallaban.
Él se tambaleó un paso o dos, una mano en su ardiente mejilla. Por el rabillo de su ojo pudo verse en un espejo y se giró para mirar… ahora exhibía una bonita y rosada marca vagamente en forma de una mano. Cuando miró a Kagome pudo ver que estaba temblando con rabia, o consternación… en realidad, ambas. Lágrimas estaban comenzando a llenar sus ojos…
Era extraño cómo no decía nada, no le gritaba… sintió el vacío silencio… aún cuando sabía que no podía decir nada aún si quisiera.
Esperó que cayeran lágrimas, que se derrumbara llorando, pero después de un momento lo sorprendió al agacharse para recoger el bloc para escribir algo. Lo levantó después de un momento. ‘¿Por qué?’ fue todo lo que había escrito.
“Porque lo deseaste.” Respondió él. Kagome frunció sus ojos antes de mover el bloc hacia él, indicándole que debía escribir su respuesta. Él obedeció y se lo devolvió. Ella miró la respuesta antes de voltear la página y escribir algo nuevo.
‘No lo hice,’ fue su mensaje.
‘Sí,’ escribió él.
Ella recuperó el bloc y escribió algo. ‘No.’
“¿Por qué no me muestras de nuevo el primer mensaje?” señaló él, pero ante su vacía mirada se rindió. “Como sea…”
Entonces ella escribió exactamente cómo había pronunciado su deseo. ‘¿Es mucho si deseo un poco de paz y tranquilidad?’ lo miró y le pasó el bloc.
Él lo miró un momento antes de tomar la pluma y tachar ‘Es mucho’ y ‘si’. Cuando lo devolvió, leía ‘Deseo un poco de paz y tranquilidad.’
‘¡Lo tomaste fuera de contexto!’ escribió ella enojada. ‘¡¿Puedes hacer eso?!’
Él asintió con una malvada sonrisa.
‘¡¿Por qué?!’ escribió de nuevo.
‘Porque lo merecías por ser una perra’, al menos podía escribir esa palabra, aún cuando no pudiera decirla más.
‘Así que me hiciste sordomuda?!’ demandó ella.
Él asintió de nuevo, su sonrisa ampliándose aunque no se sintiera sonreír.
‘Te odio’ ella estrelló el bloc en su pecho y fue a sentarse en su cama. Él la observó acostarse de estómago y abrazar su almohada hacia su mentón.
“Gran cosa. No me importa si me odias.” Le dijo él mientras tiraba el bloc sobre su espalda. “Consérvalo, podrías necesitarlo más tarde.”
Ella lo observó como un halcón, aún cuando no podía decir lo que estaba diciendo. Estuvo por irse cuando ella de repente agarró el bloc y escribió algo nuevo. Esperó por que sostuviera el nuevo mensaje. ‘Deseo retractar mi último deseo.’
Él la observó por un momento antes de sacudir su cabeza. Tomó el bloc y escribió su respuesta bajo su mensaje. ‘No puedo. Necesitas decir tus deseos.’
Tan pronto como leyó la respuesta comenzó a tener problemas para respirar. Estaba al borde de un ataque de pánico, así que rápidamente escribió algo más. ‘No es permanente. Sólo deseaste un ‘poco’ no permanente.’
Ella lo miró, la pregunta obvia en sus ojos. ¿Cuánto tiempo?
Él levantó diez dedos.
Ella tomó el bloc. '¿10 días?' preguntó.
Él hizo una mueca, sacudiendo su cabeza.
‘¿Horas?’ fue su nueva suposición.
Él señaló hacia arriba.
‘¡¿Años?!’
Rápidamente señaló abajo.
‘¡¿Semanas?!’
Él le dio pulgares arriba y una sonrisa. “¡Bingo!” le dijo.
Su expresión se nubló como el cielo antes de una tormenta. Le lanzó el bloc, sólo para hacerlo esquivarlo. Señaló la puerta con una mirada severa. Quería que se fuera de su vista. Él se encogió con otro ‘keh’ y se giró para salir, disolviéndose en el aire hasta que se fue de la habitación.
Cuando estuvo segura que no estaba más a la vista se tumbó en su cama de nuevo y lloró silenciosamente en su almohada.
------
Los días siguientes pasaron increíblemente lentos para Kagome. Su madre no podía entender qué demonios había pasado… un minuto Kagome había estado hablando y al siguiente… no…
El abuelo era de la opinión de que las oscuras fuerzas del mal eran las culpables (no estaba muy equivocado) y mientras Kagome luchaba por decirle a su madre cómo quería hechos sus huevos, el anciano deambulaba por la casa colocando protecciones y conjuros contra los espíritus malignos. Kagome supuso que pudo haber funcionado… porque no vio mucho de Inuyasha después de esto. Aunque podría haber sido que ellos no estaban en los mejores términos.
Souta pensó que sólo era una broma que Kagome no pudiera hablar y escuchar. Afortunadamente no era tan cruel como para tomar ventaja de ella y decir cosas sabiendo que no podía golpearlo por eso. En vez hizo orgullosa a su madre al ser cuidadoso en enunciar sus palabras cuando estuviera hablándole a Kagome, para que pudiera leer sus labios.
Pero sin importar cuánta ayuda recibiera de su familia, todo iba muy lento. Y después de un tiempo, incluso Souta se aburrió de la broma y comenzó a preguntarse cuándo regresaría la voz de Kagome.
“Kagome…” Souta levantó la mirada de su juego de solitario hacia donde Kagome estaba leyendo un libro en el sofá de la sala. “¡Oye, Kagome!” él movió su mano para llamar su atención ya que gritar y chasquear sus dedos no iba a ayudar. Finalmente lo notó y miró con cejas levantadas. Él agarró el desgastado bloc que todos habían estado usando y escribió algo para sostenérselo. Dijo las palabras mientras ella las leía. “Cómo te pasó… Digo, ¿qué estabas haciendo para perder tu voz y audición?”
Ella abrió su boca para hablar pero se rindió con un suspiro, sacudiendo su cabeza y encogiéndose inútilmente. No podía explicarlo… era muy complicado.
“¿Crees que regresará?” preguntó él. Ella leyó las palabras de sus labios y sonrió.
‘Tal vez’, le moduló ella luego le indicó acercarse. Él bajó el bloc y se movió hacia el sofá donde ella también había bajado su libro y extendido sus brazos para recibirlo. Se movió en su abrazo con un suspiro… las cosas que enfrentaba por las mujeres de esta familia… Cuando se separó vio su melancólica expresión y juguetonamente pinchó los hoyuelos de sus mejillas. Él sonrió y observó mientras ella sonreía… quería escucharla reír… pero eso no iba a pasar ¿verdad?
“¡Souta!” Llamó la Sra. Higurashi desde algún lugar de la casa. “Ven a ayudarme a mover este librero, ¡¿sí?!”
“¡Sí!” gritó él antes de mirar a Kagome. “Mamá está llamando - mejor me voy.”
Con eso le destelló una sonrisa y corrió de la habitación, dejando a una despistada Kagome a su salida. Se sentó por un momento mirando tras él antes de recoger su libro y mirarlo vacíamente. Quería asegurarles que esto no era permanente… que en un tiempo recuperaría su voz y su audición… pero luego harían preguntas sobre cómo lo sabía. No quería revelarles a Inuyasha… no quería ponerlos en peligro con esta ‘maldición’ suya.
Nueve semanas y media más… podría manejarlo. Pero su familia ¿sí?
Kagome levantó la mirada de su libro hacia el hogar y casi se sale de su piel cuando vio a Inuyasha ahí. No lo había escuchado llegar… y estaba hablándole… pero no le importaba menos lo que decía. Estaba muy preocupada con calmar de nuevo su corazón.
“… Así que estaba pensando que como eres una estúpida tonta sin alma - bueno, admito que no tiene nada que ver con eso. Estaba pensando que como vas a estar fuera de acción por un tiempo - tú sabes - incapaz de pedir deseos como lo estás - tal vez deba tomarme unas vacaciones… sí… en algún lugar bonito y cálido como… um… leeré más tarde sobre países extranjeros pero… oh… quieres algo - ¡estoy hablando!” Espetó él mientras le ondeaba el bloc. Lo arrebató y leyó lo que había escrito. “Cállate, Inuyasha… Kagome. Lee mis labios. Estofado de elefante.”
MikoAucarod
MikoAucarod

Sacerdotisa - Administradora
Sacerdotisa - Administradora

Femenino
Cantidad de envíos : 3786
Edad : 34
Localización : Nuevo León, México
Fecha de inscripción : 04/11/2008

https://lcdsei.forosactivos.net

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Re: Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por MikoAucarod Vie Jul 10, 2009 11:44 am

Ella lo miró por un momento antes de recuperar el bloc y escribir algo nuevo. ‘Dijiste ‘¿te amo?’
“No, dije estofado de elefante. ¡¿No puedes decir la diferencia?!” él mantuvo una seria expresión, aunque era difícil. Tal vez demasiado… provocarla en esta condición. Ah… no era permanente, podría hacer lo que quisiera. Él tiró el bloc en su regazo y le dio su espalda. “Te compadezco, pequeña que huele a axila de gorila. No puedo soportar mirarte, eres tan fea que revuelves mi estómago y mi pecho se infla. Pareces una cabra que fue cruzada con un cocodrilo… no espera… eso es ofensivo para las cabras y los cocodrilos. Aunque serías una bonita gallina, eso es seguro…”
Él miró atrás para verla leyendo su libro de nuevo, inconsciente del largo insulto que había salido de su lengua. Maldición… sólo lo había hecho porque sabía que no escucharía. Pero ¿dónde estaba la satisfacción en verla ignorarlo?
“Discúlpame, bruja, pero necesito ir a volar el mundo después de que resuelva el hambre del mundo y traiga paz al mundo. ¿Eso está bien contigo?” él se giró hacia ella. Sólo levantó la mirada, sonrió y ondeó su mano.
Él suspiró profundamente… dios… la vida era tan monótona de repente. Sólo diez semanas más, entonces de nuevo podría tener una decente conversación humana. “Maldición.” Maldijo por lo bajo y fue a encontrar algo más interesante que hacer.
Estaba comenzando a arrepentirse de encontrar algo divertido en este último deseo…
------
“Bueno, al menos aún está comiendo.” La Sra. Higurashi observó a Kagome escarbar en su segunda porción de Oden. “Al menos supongo que no hay nada letal en ella.”
“Estaba pensando en llamar a un médico brujo,” comenzó el abuelo. “Obviamente hay algo místico-”
“¡No!” Souta y su madre rechazaron esa idea. El abuelo gruñó y continuó comiendo. Kagome era inconsciente del intercambio, tan involucrada con su comida como lo estaba.
“Se está tornando un poco… um… cómo lo llaman…” comenzó Souta.
“¿Tedioso?” Sugirió su madre.
“Lees mi mente.” Asintió él. “Todo esto de escribir notas con Kagome. Mis manos están acalambradas… y se demora mucho. Como si quisiera preguntarle si ha visto a Yuki y-”
“¿Quién es Yuki?” preguntó su madre de repente.
“Um… un amigo…” Más como ratón de campo que tomó por amigo. “Bueno, de cualquier forma - hacerle una simple pregunta toma cinco minutos. ¿Cuándo va a recuperarse?”
La Sra. Higurashi le envió a Kagome una dolida mirada. “No sé… es muy misteriosa esta… condición suya.”
Kagome de repente se dio cuenta que todos estaban mirándola y dejó de comer. Levantó la pequeña libreta que había sido colgada en su cuello. La página de arriba ya tenía la útil pregunta de ‘huh?’ escrita. Ellos sacudieron sus cabezas y regresaron a comer. Kagome se encogió y los siguió.
“Debe haber una manera de ayudarla.” La Sra. Higurashi suspiró. “Mi pobre Kagome…”
“Podrías enseñarle el lenguaje de señas.” Señaló el abuelo, aún levemente molesto de que su idea sobre el médico brujo hubiese sido tirada por la ventana. “No la curará. Pero al menos podríamos comunicarnos mejor.”
“Abuelo… pero eso significa que también tendríamos que saber cómo hablar por señas.” Señaló Souta.
“Conozco el lenguaje de señas.” Intervino la Sra. Higurashi. “En el hogar… fue una de las primeras cosas con las que las enfermeras aprendimos a tratar con los mayores sordos.”
“Y yo también lo conozco.” Confirmó el abuelo (siendo uno de esos mayores sordos). “Lo aprendí hace treinta años cuando un amigo de un amigo mío era sordo. La única forma de hablarle era con señas. Le enseñé a Ayame.” Él palmó el hombro de su hija.
“¡¿Me enseñas, abuelo?!” suplicó Souta.
“Sí, pero primero a Kagome. Ella está más desesperada, creo.”
Kagome miró a su familia y sus palitos se paralizaron a medio camino hacia su boca. Todos estaban mirándola y sonriéndole de nuevo. ¿Por qué siempre hacían eso?
------
Había un límite de cuánta diversión podrías tener ante una persona discapacitada como Kagome. Inuyasha ya estaba pasando ese límite para la tercera semana.
“Siete semanas… siete semanas… siete semanas…” se decía él mientras miraba el techo sobre la cama de Kagome. Kagome estaba sentada a un metro en su escritorio, estudiando literatura bajo la luz de su lámpara. Discretamente giró su cabeza para poder verla. Frunció cuando notó que sus labios se estaban moviendo levemente, como si repitiera las palabras que estaba escribiendo.
Habría sido mejor si aún estuviera molesta con él. Si aún le lanzara cosas e intentara gritarle… pero para entonces había aceptado su situación y era toda sonrisas. Dudaba que lo hubiese perdonado… pero no parecía guardarle rencor. No le lanzaba cosas o lo llamaba malo o deseaba que nunca lo hubiese conocido (eso había pasado algunas veces - usualmente resultaba en cambios de épocas que eran molestos, y el amo perdiendo todos sus futuros deseos y lo antiguos siendo revocados).
Hubo un ruido del escritorio y vio a Kagome escarbando su mano en un paquete de caramelos. Metió dos en su boca y regresó a trabajar.
El silencio estaba comenzando a pesarle… no sabía cuánto más podría soportar.
“Siete semanas… mátame… siete semanas… me mataré… querido dios ayúdame…” se estaba enloqueciendo de aburrimiento. Había muy poco que hacer esos días. Usualmente la mayoría de su tiempo se ocupaba en conceder deseos o hablar con los amos… y cuando no podía hacer ninguna se tornaba muy deprimente si duda. Había reglas estrictas de que no podía estar separado de un amo por más de dos días. Así que no podía huir y dejarla… aunque cómo deseaba poder… entonces tal vez encontraría algo que hacer.
La mano de Kagome subió de repente y él desvió su mirada hacia ella. Estaba sosteniendo el paquete de dulces. Él miró el paquete un momento, frunciendo pensativo antes de sacudir su cabeza y rechazar su mano. “No tengo hambre.”
Ella simplemente se encogió y regresó a trabajar.
Debió haberla molestado… rechazar su oferta tan rudamente debería molestar a cualquiera. Pero lo había aceptado en la manera en la que estaba ahora… no había perdido su temperamento tanto en esos días…
“No puedo soportarlo más.” Él de repente salió de la cama y fijó a una sorprendida Kagome con una malvada mirada. “¡Necesito hablar contigo! ¡Sobre algo! El clima - mazapán - ¡no me importa! ¡Sólo necesito hablar con alguien!”
Ella no había captado una palabra de lo que dijo, y lo malentendió con algo más. De nuevo sostuvo el paquete de dulces y él apretó sus puños. “No, no quiero dulces, ¡quiero conversación humana! ¡¿Es mucho pedir?!”
Kagome frunció sus labios pensativa antes de tomar la libreta de su cuello y escribir una nota. ‘¿Pasa algo?’ preguntó ella con un aire casi inocente en su mano.
“Necesito… palabras…” él pasó sus manos sobre su rostro, no las removió. “Dios, si esto ayuda, siento haber concedido ese deseo como lo hice. Pude haberlo dejado así. Pude haber asumido que no era un deseo y dejarlo así - pero no lo hice. Esa fue mi venganza y nunca me he arrepentido de algo como esto en mi vida. Pensé que era divertido… pero ahora no es tan divertido… ¡Voy a morir de aburrimiento!”
Él dejó caer las manos de su rostro para encontrar a Kagome lejos de su escritorio moviéndose hacia su librero para tomar un libro nuevo. No lo había escuchado en lo absoluto… había presumido que había dejado de hablar hacía años y regresó a sus asuntos.
“Creo que realmente estoy solo…” declaró Inuyasha mientras su espalda estaba volteada. “¿Qué tan malo es…? Estoy tan solo, realmente me siento un poco triste…”
Ella se giró hacia él, un frunce de repente marcaba su entrecejo. Él frunció confundido mientras bajaba su libro y se acercaba a la cama para sentarse a su lado. Tomó su libreta y escribió algo. ‘¿Le harías cosas malas a mi familia si los conocieras?’. Ella esperó por su respuesta.
Él frunció furioso. Sacudió su cabeza malgeniado y se giró. Después de un momento lo pinchó y le pasó un nuevo mensaje. ‘Si mamá pudiera enseñarte el lenguaje de señas entonces podríamos hablar. Tú y yo.’ Él la miró, notando cómo desviaba su mirada. Él la pinchó de repente para hacerla mirar, nueva esperanza se elevaba de repente.
“¿Cuánto sabes?” le preguntó él, antes de abofetearse mentalmente por olvidar que no podía escuchar. En vez, hizo las señas. Kagome saltó de él con susto.
‘Un poco…’ ella hizo la pequeña seña con su mano, sacudió su cabeza y preguntó algo con sus manos. ‘¿Cómo…?’
“Una de esas cosas…” dijo él con un movimiento de su hombro. Era mucho para explicarle que una vez su amo había deseado que le enseñara a usar señas. Por supuesto, eso había significado que Inuyasha tenía que haber aprendido señas primero en orden de pasarle el conocimiento. Todo había sido una completa pérdida de tiempo… pero guardaría esa explicación para cuando ella pudiera hablar más fluidamente con sus manos…
Ella escribió algo para él. ‘¿Puedes ayudar a enseñarme? ¿Por favor?’
El por favor lo sorprendió por un momento. No muchas veces en quinientos años alguien había añadido un por favor o un gracias. Era siempre dar, dar, dar. Los amos lo trataban como un chico de entregas. Sólo pedir y recibir. Era su trabajo así que ¿por qué agradecerle por lo que hace?
Él soltó una corta y cáustica carcajada y sacudió su cabeza. “Como sea… si tengo que hacerlo.”
------
La tutoría en casa había sido aplazada por un tiempo debido al desarrollo de la nueva ‘condición’ de Kagome. Además del hecho de que la comunicación entre Kagome y un tutor sería muy difícil, la Sra. Higurashi no creía que su hija estuviera lista emocionalmente para tratar con una carga de trabajo.
Pero ese último punto lentamente fue reevaluado con las semanas mientras la Sra. Higurashi observaba a su hija moverse en la casa. No estaba deprimida o infeliz. Aún sonreía y la velocidad a la cual aprendió el lenguaje de señas fue impresionante por decir lo menos.
“¿Crees que tenga ayuda externa?” Le preguntó la Sra. Higurashi a su padre mientras lavaban y secaban los trastes después de la cena una noche. “Digo… al principio tropezaba al aprender las bases – luego de repente une todas las oraciones con cosas que sé que no le he enseñado todavía.”
“Aprende rápido.” Se encogió el abuelo.
“Mm.” La Sra. Higurashi aún no estaba convencida. “Ella pasa horas sentada en su habitación sola desde que salió de la habitación de Souta… asumo que lee… ¿pero no está muy solitaria allá arriba?”
“Tal vez tiene un pequeño amigo que la mantiene entretenida.” Rió el abuelo.
Su hija le disparó una asustada mirada. “Kagome no tiene el tiempo para conocer y amistar con chicos – ¡¿de qué estás hablando?!”
“Una broma – una broma.” Despidió su preocupación. “Kagome está bien… sólo es que no es tipo de chica que deja que las cosas la derriben. No te preocupes por ella.”
“¿Cómo no?” La Sra. Higurashi suspiró miserable. “Ha estado así por dos meses… ¿nunca se mejorará? Fue tan repentino…”
“Parece que eres la única deprimida aquí.” El abuelo golpeó su brazo reprimente. “¡Anímate! No se está muriendo – tal vez ocurra un milagro. Y posiblemente cuando disponga unos nuevos conjuros ofuda el mal se disperse y la voz de Kagome será libre de nuevo.”
“Sí. Lo olvidaba.” La Sra. Higurashi giró sus ojos. “Bueno, esto está terminado… iré a lavar.”
“Mm hm.” Su padre sólo pronunció en acuerdo mientras continuaba secando los platos que había lavado.
La Sra. Higurashi lo dejó y fue a recoger las canastas de ropa limpia de la pequeña habitación trasera donde estaban la lavadora y secadora. Una canasta para la ropa de Souta y la otra para la de Kagome. Ella subió las escaleras con ambas y fue a descargar primero la de Souta.
“¿Nunca apagas esa máquina?” le preguntó a su hijo mientras colocaba su ropa en sus cajones.
“Ahora no, mamá – ¡estoy en el último nivel y los pequeños demonios de Satán me muerden!” gritó él mientras golpeaba furiosamente el control de su playstation, ojos fijos en la pequeña pantalla frente a él.
“Por supuesto.” Ella sacudió su cabeza y fue a descargar la ropa de Kagome.
Estaba acercándose a la puerta de la nueva habitación de Kagome cuando se detuvo en seco, su mano medio extendida hacia el pomo de la puerta. Una carcajada… había escuchado una carcajada adentro.
La alegría la inundó. Kagome había reído – ¡su voz regresó! Aunque… había sonado muy masculina – ¡pero de todas formas!
No desperdició tiempo abriendo la puerta. “¡Kagome, tú-!” su voz se atascó en su garganta mientras sus ojos asimilaban la situación en la habitación y la transmitía a su cerebro. Bueno… si había esperado encontrar algo… probablemente esto no era.
Kagome estaba en el piso de manos y rodillas y arrodillado detrás con sus manos al lado de las suyas, su cuerpo suspendido sobre el suyo… había un… chico de apariencia interesante. Ambos levantaron las miradas hacia su visitante, todas las sonrisas y risas desaparecieron de sus rostros mientras las dos partes intercambiaban miradas.
“Uh…” Su madre sacudió su cabeza levemente, como si intentara aclararla. “¿Por qué estás jugando Twister con un chico en tu habitación?” ella hizo señas para acompañarlo.
Las manos y pies de Kagome finalmente se deslizaron del resbaladizo tapete bajo ellos y cayó de estómago con un golpe. Inuyasha saltó ágil. “¡Gané!” sonrió él.
Kagome le dio a su madre una tambaleante sonrisa, antes de liberar sus manos para ‘hablarle’ a su madre. ‘Puedo explicarlo…’
------
Continuará…
------
MikoAucarod
MikoAucarod

Sacerdotisa - Administradora
Sacerdotisa - Administradora

Femenino
Cantidad de envíos : 3786
Edad : 34
Localización : Nuevo León, México
Fecha de inscripción : 04/11/2008

https://lcdsei.forosactivos.net

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Re: Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por Maaky Vie Jul 10, 2009 1:25 pm

OMG!
creo que los descubriendo...
esta super genial... sip0.. me gusta..
ya se llevan mejor+
Sayonara...♥️
Maaky
Maaky
Taiyoukai
Taiyoukai

Femenino
Cantidad de envíos : 153
Edad : 30
Fecha de inscripción : 16/01/2009

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Re: Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por amerika-kikio Vie Jul 10, 2009 2:25 pm

Pero ke le dira??!!!!

-Pero no soy tan malo lo ves? ayude a ke aprendiera señas

Péro aun asi la hiciste enojat y llorar al principio!! y ke le dira a su mama?? ademas... estan muy juntos ultimamente...

-o///O no digas nada...

Ok.. nos vamos!!
amerika-kikio
amerika-kikio
Sacerdotisa Hanyou
Sacerdotisa Hanyou

Femenino
Cantidad de envíos : 559
Edad : 30
Localización : Un dia por aqui... otro por alla...
Fecha de inscripción : 07/11/2008

http://www.metroflog.com/inu_pau

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Genio Embotellado (7) (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por MikoAucarod Mar Jul 14, 2009 12:03 pm

Genio Embotellado
(Bottled Genius)
Por Rozefire
Traducido por Inuhanya

------
------
Capítulo 7
Un Fantasma del Pasado
------
------

“¿Papá…?”
Souta y el abuelo levantaron la mirada mientras la Sra. Higurashi entraba en la cocina con una mirada levemente perturbada en su rostro. “¿Sí?” preguntó el abuelo.
“Sabes ¿cuando dijiste que Kagome estaba entreteniendo chicos en su habitación?” La madre de dicha chica tambaleó para sentarse en una silla entre los chicos.
“Sí…” respondió él lentamente.
“Bueno…” la Sra. Higurashi parpadeó levemente. “Con el Twister creo que lo descubrirás.”
“Oh.” El abuelo y Souta se dieron una mutua y extraña mirada. Obviamente la mujer estaba en estado de shock o algo similar.
------
‘¡Vio tus orejas!’ Le dijo Kagome a Inuyasha en total pánico. Sus manos estaban temblando tanto que estaba tartamudeando sus palabras.
“¿Y?” Respondió él con un corto movimiento de hombro. “Sobresalen de mi cabeza, no puedo evitarlo.”
Kagome obviamente había mejorado en su lectura de labios. ‘¡¿Cómo lo explico?!’
“¡Sólo dile la verdad!” Respondió Inuyasha.
‘¡No puedo!’ ella titubeó un momento, olvidando su ansioso caminar mientras se giraba hacia él y mordía su labio. ‘Los perturbará - ¡molestará al abuelo! ¡No me creerán y no los quiero involucrados en todo este asunto de la maldición!’
El frunce de Inuyasha se bajó una fracción. “No es como si estuviera programado para matarlos…” gruñó él, aunque sus labios apenas se movieron para que no pudiera captar lo que dijo.
‘Pensaré en algo.’ Le dijo ella y señaló su botella. ‘Sólo quédate escondido por un rato. ¿De acuerdo?’
Él le dio un brusco suspiro con sus manos para mostrarle que entendió, aunque su mirada estaba desviada y un profundo frunce arrugó su entrecejo. Kagome se sorprendió levemente por su repentino humor y habría preguntado, si no se hubiese disipado de la habitación.
Ella suspiró en su ausencia y se giró para salir e ir a enfrentar la situación.
------
“¿Quién era él?”
“¿De dónde viene?”
“¿Cómo lo conociste si estás metida en tu habitación todo el tiempo?”
“¿Es genial?”
“¿Cuál era su nombre?”
Kagome levantó sus manos para detener el flujo de preguntas. Todos estaban hablando al mismo tiempo y no podía entender una palabra. ‘¡Uno a la vez!’ le dijo a su madre con un giro de sus ojos.
“¿Qué dijo?” Demandó Souta.
“Te dijo callarte un momento.” Le dijo su madre mientras se inclinaba contra la mesa, ojos intensos en los de Kagome. “¿Y cuál era su nombre?”
Kagome le dijo.
“¿Qué dijo?” repitió Souta, mirando rápidamente entre Kagome y su madre.
“Inuyasha… ¿su nombre es Inuyasha?” La Sra. Higurashi sonrió levemente. “Ese es un nombre inusual.”
“¿De dónde es?” Preguntó el abuelo rápidamente.
La Sra. Higurashi tradujo para beneficio de Souta. “Dice que es del pueblo siguiente. Va a la escuela comprensiva. Así fue como lo conoció. No sabía que ya habías hecho un amigo, Kagome?”
La cabeza de Kagome se agachó ligeramente y podrían haber jurado que vieron un leve sonrojo en sus mejillas… pero se fue en un momento. La Sra. Higurashi se preguntó exactamente cuánto ‘amigo’ era.
“Tiene que tener la paciencia de Buda para soportar a Kagome así.” Señaló Souta, ganándose una patada bajo la mesa de sólo dios sabe quién.
“¿Dónde está ahora?” Le preguntó la Sra. Higurashi a Kagome.
‘Está…’ Kagome pausó un momento, intentando pensar en algo. ‘Fue a casa’.
“Ah…” La Sra. Higurashi asintió antes de ladear su cabeza. “No pude evitar notar… el… uh… el asunto de las orejas… y… el cabello…”
Souta miró a su madre. “¿Entonces tiene un arete y un mohicano?”
“Extraordinario…” respiró el abuelo.
“¡No!” La Sra. Higurashi sacudió su cabeza rápidamente. “Tenía… bueno… tendrían que verlo, pero era muy extraño.” Ella miró a Kagome. ‘¿Qué pasa con sus orejas?’ preguntó ella.
Kagome sonrió tontamente y sacudió su cabeza con un movimiento de hombro. Que pena que no hubiese pensando en una historia convincente para eso.
“Bueno… cualquier amigo de Kagome es un amigo nuestro.” La Sra. Higurashi se sentó con una sonrisa. “Puedes invitarlo a cenar cuando gustes.”
Kagome asintió levemente, preguntándose si esa era una buena idea…
“¡Por ahora dinos más sobre él!” la sonrisa de su madre se tornó en un destello.
------
Kagome golpeteaba su pluma a un ritmo irregular en su libro de texto. Tal vez hubiese podido mantener el ritmo si pudiera escucharlo. Mirando tras ella, casi revisando si Inuyasha aún estaba ahí, una repentina idea se le ocurrió.
Tal vez ahora era el momento para proseguir con ese castigo…
Le lanzó su borrador, golpeándolo en la nariz. Sus ojos subieron y se sentó en su cama. “¿Qué?” gritó él, frotando su ofendida nariz.
‘Qué quisiste decir antes,’ le preguntó ella con una inquisidora mirada. ‘¿Cuando dijiste que aún estabas enfrentando castigo por algo más?’
Inuyasha la miró un momento antes de fruncir y levantar sus manos para responder. ‘Preocúpate por tus propios asuntos, perra.’
Los ojos de Kagome se fruncieron. ‘Me lanzaste un hueso Inuyasha, no puedo evitar preguntar lo que quisiste decir. Así que respóndeme.’
‘No te incumbe’. Él cruzó sus brazos. “Así que olvídalo.”
Los dedos de Kagome se cerraron en puños por un momento antes de intentarlo de nuevo. ‘¡Me importa! ¿Por qué no me dices?’
“No lo entenderías.” Él suspiró impaciente, dándole la espalda en favor de descansar sus brazos en la ventana al lado de su cama y mirar afuera.
Kagome estaba escasa de cosas para recuperar su atención. Por un momento jugó con la idea de marchar hacia él para presionar el tema… pero eso probablemente no los llevaría a ningún lado… a menos que planeara hacerlos enojar de nuevo. Ella levantó su pluma y se giró en su silla para regresar a sus estudios.
Le preguntaría de nuevo más tarde hasta que él cediera y le dijera.
------
“Si le dices a alguien que estoy jugando esto contigo, te morderé.” Le dijo Inuyasha a Kagome una tarde.
Kagome sonrió y le pasó la malla. Había hecho la misma amenaza con el juego de Twister. Eso no había significado que disfrutaría menos. Tuvo que pausar y la miró mientras los recibía, sólo para asegurarse de que lo estaba haciendo bien. Ella asintió y los hilos se deslizaron de sus dedos a los suyos.
Con sus manos ahora libres, Kagome hizo la pregunta. ‘¿Vienes a cenar esta noche?’
Ella recibió la malla para que pudiera responder.
‘No.’ Fue su respuesta.
Ella le regresó la malla rápidamente, él vaciló por un momento mientras replicaba enojada. ‘¡¿Por qué no?!’
“¿Por qué debería?” Frunció él, luchando por mantener un agarre en los hilos. “Suena como si estuvieras invitando un novio a casa para conocer a los padres. No voy a hacerlo.”
‘No dejarán de preguntarme sobre mi pequeño amigo,’ le dijo Kagome con un frunce. ‘Por favor ahórrame más tortura y déjalos verte.’
‘¿Para que puedan ridiculizarme?’ preguntó él cuando la malla estuvo de nuevo en sus manos.
Kagome sacudió su cabeza rápidamente, deshaciendo la malla para hablar. ‘Ellos no son así. Sólo quieren conocerte.’
“Lo arruinaste…” suspiró él, mirando el desastre de hilos en la cama. “Estaba cogiéndole el hilo…”
Kagome curvó un dedo bajo su mentón para hacerlo mirarla. Él se zafó del contacto… fue casi una mueca. “¡¿Qué?!” espetó él irritado.
‘Ven. Por favor.’ Ella le dio la mirada más sincera y vulnerable que pudo lograr.
Él la observó por un momento antes de encogerse. “Como sea.”
Como sea. Siempre era ‘como sea’. Nunca un ‘seguro’ o un ‘de acuerdo’ o incluso un ‘sí’. Lo hacía sonar como si no le importara… como si no tuviera elección. No quería que pensara así de eso…
------
“¿Entonces creciste aquí?” preguntó la Sra. Higurashi plácidamente en la mesa esa noche.
“No.” Respondió Inuyasha, consciente de que Kagome estaba observándolo como un halcón. “Usualmente no me quedo en un lugar por mucho tiempo.”
“Cuánto tiempo has estado en Izu?” preguntó la madre de Kagome mientras le pasaba los tomates a Souta.
“Alrededor de cincuenta… uh…” él se desvaneció cuando vio a Kagome hacer movimientos de corte de garganta al lado de su madre. “Cincuenta semanas… rudamente un años, supongo…”
“Ya veo.” La Sra. Higurashi estaba genuinamente interesada. “¿Dónde naciste entonces?”
“En un castillo en Kai.” Inuyasha aceptó felizmente los tomates que había pasado Souta. “¡Esta comida es genial!”
“Naciste… ¿en un castillo?” La familia se veía perpleja.
Kagome interrumpió el momento. ‘Su madre entró en trabajo de parto en el recorrido del museo.’ Explicó ella apresurada.
“Ah…” La Sra. Higurashi asintió. “¿Entonces tus padres viven por aquí? Tal vez escuchamos de ellos.”
“Nop. Ambos murieron.” Inuyasha bajó los palitos.
“Que… terrible… siento haberlo mencionado.” La Sra. Higurashi llevó una mano hacia su boca sorprendida.
“Creo que encontré una nueva comida favorita.” Dijo Inuyasha inconscientemente.
“No creo que sea algo reciente, mamá.” Señaló Souta, notando la actitud de Inuyasha.
“Supongo que vives en hogares adoptivos, ¿eso es por qué te mudas mucho?” Preguntó la Sra. Higurashi.
Inuyasha tragó lo último de su comida para liberar su boca. “Nah… Nadie me aceptaría. Mi madre murió cuando tenía como… uh… siete años, creo. Fui echado del pueblo y del estado y entonces me quedé donde me gustaba.”
“Oh.” La Sra. Higurashi pausó sorprendida. “¿Las autoridades no te recibieron?”
Inuyasha sonrió. “Lo intentaron. Pero siempre son muy lentos.”
Kagome estaba inusualmente tranquila… incluso para una muda.
“¿Entonces fuiste como un niño de la calle?” preguntó Souta, obviamente habiendo idolatrado a Inuyasha en los primeros tres minutos. “Vas por ahí robando cosas y brillando zapatos de la gente para vivir. Como ¿‘Brilla mis botas’?”
“Algo así…” Inuyasha se encogió.
MikoAucarod
MikoAucarod

Sacerdotisa - Administradora
Sacerdotisa - Administradora

Femenino
Cantidad de envíos : 3786
Edad : 34
Localización : Nuevo León, México
Fecha de inscripción : 04/11/2008

https://lcdsei.forosactivos.net

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Re: Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por MikoAucarod Mar Jul 14, 2009 12:03 pm

“Eso suena como a una forma dura de crecer…” dijo la Sra. Higurashi con un toque de compasión. “Debe haber sido difícil.”
“No lo jures.” Inuyasha se encogió de nuevo, de repente un poco molesto por los compasivos ojos que lo observaban.
“¿Entonces conociste a Kagome en la escuela?” El abuelo finalmente habló. Todos lo miraron… “¿Qué? Era hora de que interviniera.”
“Ella nunca habla de ti.” Dijo la Sra. Higurashi, asegurándose de que la cabeza de Kagome estuviera gacha comiendo su cena para que la joven no pudiera ver lo que decía. “Me sorprende que aún conozca personas de esa escuela. Fue expulsada después de dos días.”
“¿Qué puedo decir? No puede deshacerse de mi.” Inuyasha se encogió con una malvada sonrisa.
“Es bueno para Kagome tener amigos en un momento como este. Debe sentirse muy sola. Necesita compañía.” La Sra. Higurashi le sonrió. “Es afortunada de tener a alguien como tú.”
“Sí…” la sonrisa se desvaneció de su rostro con eso. “No diría que es tan afortunada de tenerme.”
Hubo una carcajada del par de mayores Higurashi. “No seas tan modesto.” Le dijo la Sra. Higurashi levemente. “Para un amigo permanecer con ella a pesar de todo este problema de ser muda… debes ser muy leal.”
Kagome levantó la mirada a tiempo para verlo responder la pregunta.
“Lealtad es mi segundo nombre.”
------
“Fueron más agradables de lo que pensé.” Le dijo Inuyasha a Kagome esa noche. Kagome asintió con una feliz sonrisa. “No dijeron nada sobre mis orejas…”
‘Les dije que era un defecto de nacimiento.’ Kagome hizo una leve mueca. ‘Lo siento.’
“Eso no es completamente mentira.” Él se encogió y se sentó al extremo de su cama mientras Kagome luchaba por acomodarse donde estaba contra la almohada en su pijama con las sábanas sobre sus piernas.
‘No lo sabía…’ comenzó Kagome incierta.
‘¿No sabías qué?’ preguntó él.
‘Que creciste como un mortal.’ Ella frunció pensativa. ‘Pensé que siempre habías sido un Cumplidor de Deseos. No sabía que tuviste padres.’
“¿Qué, piensas que comencé a existir hace quinientos años, del aire como lo estoy hoy?” él frunció y desvió la mirada. “Todos los Cumplidores de Deseos fueron mortales en algún punto, Kagome.”
¿Él había usado su nombre? No… debe haberlo escuchado mal… pero eso no era importante ahora. ‘¿Qué cambió?’
“¿Qué?” él la miró.
‘Si fuiste mortal como yo entonces ¿por qué te volviste un Cumplidor de Deseos?’ preguntó ella.
Su mirada se deslizó de su rostro hacia las sábanas entre ellos, sus ojos trazaban las formas en el edredón. “Nunca fui como tú…”
Kagome ladeó su cabeza, esperando en silencio y urgiéndolo a continuar. Eventualmente fue recompensada por su paciencia cuando desvió la mirada de nuevo, por la oscurecida ventana, pero habló otra vez. “Era… soy… un hanyou. Sabes qué es, ¿verdad?”
Kagome sacudió su cabeza levemente.
“Significa que soy medio youkai. Mitad monstruo. Mitad humano… infestado con todas las debilidades que vienen con ser humano.” Él sonrió levemente, pero no significó nada. Una sonrisa vacía. “No mentí cuando dije que nací en un castillo. Mi madre era la hija de un terrateniente… una princesa. Murió por una enfermedad cuando era pequeño, y sin su influencia en el castillo, fui echado.”
Kagome lo observó intensamente. Nunca había pensado que tuviera una vida más allá de conceder deseos… esto era un lado nuevo.
“Así que,” comenzó él fuertemente, mirándola con un movimiento de los hombros, como si recordara oscuros recuerdos o ideas. “En un mundo donde eres rechazado por humanos, pero muy débil y humano para ser aceptado por los youkai, ¿qué hace un hanyou? Quise quedarme con los youkai… era fuerte… aunque sólo porque mi padre era fuerte y yo no era un cuarto de fuerte como él. Quise ser más fuerte. Quise probar que podía ser un hijo para un taiyoukai real… como lo era… sólo era un pequeño y bastardo hanyou. Quería ser legítimo, supongo… así que pasé por muchas cosas para obtener el poder que quería.”
Kagome notó que su mirada había regresado al piso… no era como si estuviera hablándole más.
“Fui ambicioso… egoísta y estúpido… encontré a una novena generación de Cumplidores de Deseos en un recipiente que rompí. Mi primer deseo fue tener poder infinito… poder que estuviera sobre y más allá del de cualquier mortal o youkai. Quería ser más fuerte que mi padre… más fuerte que mi hermano… y obtuve lo que quería.” Él suspiró y cerró sus ojos. “Este es mi castigo. Mi maldición. Me destruí con mi primer deseo, e incluso he tenido que ver amo tras amo destruirse de la misma forma que yo. Por la muerte o alguna desagradable sentencia… Es mi castigo observarlos destruirse, pero sé que soy la causa. Es un recordatorio de mi ambición…”
Un leve toque contra su brazo lo hizo girar su cabeza para mirar a Kagome. Ella se había acercado más mientras había estado perdido en sus pensamientos. Muy cerca.
Su corazón dio un desconocido salto en su pecho mientras intentaba deslizarse de la cama, pero encontró su camino bloqueado por el poste de la cama. Había visto esa mirada antes. Tenía pena por él… lo compadecía. También había algo más, pero decidió enfocarse instantáneamente en la rabia que causaba con su compasión. No quería eso de ella.
“¡No me mires así!” siseó él. “Si crees que soy infeliz - ¡no lo soy! ¡Me gusta ser de esta forma!” él forzó una carcajada. “¡Tengo poder infinito, poder que podría hacer llorar a Sesshomaru y que haría orgulloso a mi padre! ¡No necesito compasión! He logrado matar miles de personas en un parpadeo - ¡algo que ellos nunca podrían hacer!” Oh dios… su respiración se estaba volviendo laboriosa e inestable… necesitaba dejar de pensar en sus vidas… o él…
Su sonrisa y carcajada se desvanecieron de sus labios mientras Kagome de repente alcanzaba y envolvía sus brazos alrededor de su torso desde su costado. Un brazo alrededor de su espalda, el otro alrededor de su pecho, atrapando su brazo.
Era una sensación extraña… no el abrazo, había sido abrazado antes. Esto era algo nuevo. Pero era como si algo dentro de él estuviera llevándolo hacia ella… llevándolo al abrazo como si esto fuera lo que quería. Compasión… comprensión.
No. No la necesitaba.
Su respiración se estaba tornando más inestable y su corazón estaba latiendo levemente más rápido de lo normal. Miró la oscura cabeza descansando contra su hombro derecho.
No debió haberle dicho.
Con un repentino movimiento se zafó rudamente de sus brazos y se levantó, intentando poner su respiración bajo control y detener la sensación levemente mareada que sentía de sacudir el ser interior que había estado inclinado hacia Kagome. Giró sus hombros y la miró para encontrarla mirándolo cautelosamente. “Escucha. Diez semanas se cumplirán cuando amanezca mañana. Tendrás tu audición y también tu voz.”
Eso no pareció hacerla ver más alegre. Aún lo miraba como si lo sintiera…
“Basta…” gruñó él. “No necesito esto…” él se giró y se disipó… reubicándose en otro lugar. No podía soportar estar más en esa habitación, el silencio había sido muy tenso incluso para él.
Se encontró de pie sobre el viejo tanque de aceite en medio de la oscuridad. Sobre él la habitación de Kagome aún proporcionaba un cuadro de luz naranja en el suelo frente a él. Pero después de unos minutos desapareció… Kagome había ido a la cama.
“No importa.” Dijo él en voz alta a la tranquila noche. Sólo los grillos chillaban. “Ellos están muertos… ni yo puedo regresarlos a la vida.”
Él saltó del tanque para aterrizar en el suelo a seis pies por debajo… elegantemente y sin un tambaleo… o ese había sido el plan. Pero su manga se atascó en las enredaderas alrededor del tanque y escuchó un fuerte sonido de rasgado.
“Torpe bastardo…” él haló su haori y examinó la manga. Puede haber sido una armadura tan relativamente fuerte como pobre de calidad, pero era vieja y desgastada… los rasguños y las rasgaduras estaban comenzando a mostrarse. “Soy muy viejo…” le dijo a la noche antes de resoplar. “Deseo…”
Por un momento pausó, el abrigo cayó en su mano a su costado mientras se recostaba pensativo contra el tanque de aceite y las enredaderas. Si pudiera regresar en el tiempo y pedir un deseo diferente… ¿qué desearía si no fuera poder infinito?
Sonrió para sí. Habría deseado un barril de sake que nunca se secara. Un plato de comida que se llenara cuando estuviera vacío. Eso era lo que habría deseado…
Y esa mocosa, Kagome, había tenido que recordarle todo de nuevo. Él frunció de repente y colocó el oscuro haori sobre su cabello en la forma como las niñitas colocaban las fundas de sus almohadas sobre sus cabezas y pretendían ser una novia. Pretendió ser Kagome. “¡Oh pobrecito, ser hecho inmortal! ¡Con poderes que pondrían celosos a los dioses! ¡Poder superar en vida a tu patético hermano y reír en su tumba! ¡Qué horrible debe ser para ti!” Una perfecta imitación de su voz.
Él lanzó el haori al suelo enojado y pateó las enredaderas, haciéndolas sacudir violentamente. “Estúpida bruja… ¡siempre mirando la vacía mitad del vaso!”
Él era cualquier cosa menos infeliz. Síp. Era perfectamente feliz. Lo sabría en un mes, cuando Kagome pidiera su último deseo él regresaría a descansar y la próxima vez que abriera sus ojos, años habrían pasado para él. ¿Qué nuevas y extrañas cosas vería en el próximo futuro? Sería capaz de mirar atrás a Kagome y ver a una anciana arrugada y estar agradecido de que nunca envejecería en la forma que ella lo haría. Era afortunado… sí…
Sí, verdad.
Si era tan feliz y libre de culpa… entonces ¿por qué había querido quedarse y aceptar su abrazo?
Algo cosquilleó sus sentidos y miró arriba y alrededor inseguro. No podía reconocerlo… pero se sentía familiar. Pero tan rápidamente como había llegado, se había ido.
Probablemente sólo un murciélago y su sonido…
Vagó para encontrar algo más que hacer, viendo como todos ahora se habían ido a la cama. Fue y lanzó piedras en el río, pero no podía ver muy bien en la oscuridad así que rápidamente perdió el interés.
No pasó mucho antes de que se encontrara sentado en la pared al lado de las puertas de la vieja casa. Se recostó contra el pesado poste a su lado y miró el suelo a cuatro o cinco pies bajo él.
Entonces regresó, el inquieto sexto sentido que molestaba en el fondo de su consciente. Frunció un momento, intentando entender y localizarlo, antes de que la presencia se hiciera conocida para su quinto sentido. Su oído.
Miró hacia el camino, frunciendo fuertemente mientras escuchaba los pasos acercándose. Eran irregulares y torpes. Conocía ese modo de andar.
Su frunce se levantó de su rostro y dejó de recostarse en la puerta en favor de descansar sus codos en sus rodillas, una lenta sonrisa se esbozaba en sus labios. Pasaron unos minutos antes de que la nueva presencia se detuviera en su línea de visión.
Nada fue dicho por un tiempo.
“Así que aún estás vivo.” Inuyasha levantó su mentón levemente.
“Una estúpida observación.”
Inuyasha se encogió ligeramente. “Es lo que querías. Vida inmortal. La tienes.”
“Me engañaste.”
“Mm…” la sonrisa de Inuyasha se amplió. “Tal vez.”
“Sólo utilicé seis de mis deseos. Tengo derecho a mis últimos cuatro.”
“No estoy en desacuerdo.” Inuyasha ladeó su cabeza. “Los usaría en ti si fuera tú, eres un desastre.”
“Gracias a dios no eres yo. Ahora ven. Tenemos asuntos.”
“Yo tengo asuntos aquí.” Interrumpió Inuyasha.
“Tu prioridad es para tu último amo. Ahora ven conmigo o te haré arrepentir.”
La sonrisa se desvaneció del rostro de Inuyasha y se dejó deslizar al suelo. “Como desees.”
------
Continuará…
MikoAucarod
MikoAucarod

Sacerdotisa - Administradora
Sacerdotisa - Administradora

Femenino
Cantidad de envíos : 3786
Edad : 34
Localización : Nuevo León, México
Fecha de inscripción : 04/11/2008

https://lcdsei.forosactivos.net

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Re: Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por Maaky Mar Jul 14, 2009 10:35 pm

¿que fue eso?
¿quien era?....
esta interesantisimo.. espero conti
super prontisimo...
Sayonara
Maaky
Maaky
Taiyoukai
Taiyoukai

Femenino
Cantidad de envíos : 153
Edad : 30
Fecha de inscripción : 16/01/2009

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Re: Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por amerika-kikio Miér Jul 15, 2009 12:16 pm

y ke demonios o kien
era ese??
kiero saber!!
la conti!!
jeje
cuidate
bye
amerika-kikio
amerika-kikio
Sacerdotisa Hanyou
Sacerdotisa Hanyou

Femenino
Cantidad de envíos : 559
Edad : 30
Localización : Un dia por aqui... otro por alla...
Fecha de inscripción : 07/11/2008

http://www.metroflog.com/inu_pau

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Genio Embotellado (8) (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por MikoAucarod Miér Jul 15, 2009 2:37 pm

Genio Embotellado
(Bottled Genius)
Por Rozefire
Traducido por Inuhanya

------
------
Capítulo 8
Donde Yacen tus Lealtades
------
------

Parecía que el clima finalmente estaba comenzando a cambiar, porque cuando Kagome abrió sus ojos la mañana siguiente la luz entrando por la vieja ventana era brillante y cegadora. Cubrió sus ojos con sus manos mientras rápidamente intentaba ajustarse a la brillante luz. Cuando estuvo segura dejó caer sus manos y sonrió levemente para ver que no había una nube en el cielo. Era un cielo tan azul que podría poner celosa a la Locomotora de Thomas.
Los pájaros también lo estaban disfrutando por lo que se oía. Estaban trinando animadamente en el árbol afuera de su ventana, sus pequeños cuerpos se movían de una rama a otra en el coro matutino.
Probablemente fue su alboroto lo que la había despertado.

Un momento…

Kagome se tensó en su cama, escuchando intensamente. ¿Pájaros cantando? Las pequeñas y dulces notas cristalinas eran amortiguadas levemente por la ventana cerrada, pero aún podía escucharlas. Una ola de excitación la sacó de la cama en segundos - el chillido de viejos y oxidados resortes se quejaron bajo ella y las sábanas sonaron mientras las lanzaba. Abajo podía escuchar a Souta hablando fuertemente con alguien en el teléfono y el sonido de ollas y sartenes mientras su madre preparaba el desayuno.
Corrió hacia la ventana y la abrió, el trinar la golpeó totalmente en la cara por primera vez en dos meses. “¡Los extrañé chicos!” les dijo, su voz sonaba extraña para sus propios oídos y tan arañada y quebrada como si no la hubiese usado en un tiempo. La cual no, obviamente. Inmenso alivio y alegría la inundó por dentro y tomó un profundo respiro y lo liberó de la menor manera que pudo.

Gritó a todo pulmón.

Los pajaritos en el árbol dejaron de cantar y se dispersaron y Kagome terminó su grito, riendo. No debería haberse sorprendido así – después de todo había estado contando las semanas e Inuyasha le había dicho la noche anterior que sus sentidos regresarían a la mañana siguiente. Por supuesto, anoche no había estado prestándole mucha atención a asuntos tan triviales.
“Inuyasha?” Ella se giró en su habitación y miró alrededor. “¿Hola? ¡Inuyasha quiero hablar contigo! ¡Realmente puedo hablarte!”
La habitación permaneció vacía y en silencio. La sonrisa de Kagome se desvaneció levemente mientras comenzaba a preguntarse dónde estaba. Realmente nunca había pedido que viniera a ella – cada vez que pensaba que lo necesitaba, siempre aparecía. En realidad nunca había tenido que pensar en llamarlo… siempre estaba ahí.
“¿Inuyasha?” llamó ella, un poco más fuerte esta vez. “¿Dónde estás? ¿Pensé que venías cuando te llamaba?”
Como un perro de esa forma. Pero un perro un poco desobediente entonces, porque no se materializó ante ella.
Pausó un momento, frunciendo preocupada, antes de olvidar rápidamente su confusión mientras recordaba que ¡podía escuchar y hablar de nuevo! “¡Sí!” gritó ella mientras saltaba a la cama y estampaba sus pies en el piso repetidamente. “¡Ya era tiempo!”
Procedió a vestirse en la forma más ruidosa que pudo lograr. Tiraba las puertas de su armario y los cajones en su lugar mientras recogía su ropa, saboreando el sonido de cada eco. Podría acostumbrarse a esto.
Tarareó feliz mientras se dirigía hacia el baño y aún más felizmente lavó sus manos por casi diez minutos, no teniendo suficiente de chapotear sus manos en el agua jabonosa. ¡Juró y prometió que nunca tomaría por sentada la audición, y tampoco el don de hablar!
Cuando bajó y saludó a su familia, gritos de felicidad, no como los suyos, se escucharon.
“¡Puedes hablar! ¡¿Puedes escucharnos?!” La Sra. Higurashi abrazó felizmente a su hija.
“Ugh… más fuerte mamá, creo que aún queda un poco de oxígeno en mis pulmones…” Jadeó Kagome contra el fuerte abrazo de su madre. La Sra. Higurashi se separó y la besó en la frente. “¡Es un milagro! ¡Debe ser!”
Fue el turno de Souta mientras abrazaba a su hermana mayor alrededor de su medio. “¡Lo sabía! ¡Sabía que estuviste fingiendo todo el tiempo!”
Kagome rió y pellizcó su oreja burlona. “Sí, sólo para molestarlos.”
El abuelo palmó a su hija en el hombro. “Te dije que mis conjuros contra el mal serían útiles uno de estos días. Tuve la sensación de que el mal presente en esta casa se fue anoche.”
Kagome hizo a Souta a un lado para darle un gran abrazo. “¿Qué haría sin ti abuelo?” Ella se separó y le dio un rápido beso en la mejilla. “Hablando de la presencia del mal – ¿alguien ha visto a Inuyasha?”
“¿Inuyasha, tu amigo?” La Sra. Higurashi sonrió mientras se encogía. “¿Deberíamos haberlo visto?”
“Bueno… usualmente anda por ahí…” Kagome se enserió levemente mientras miraba a su madre. “Esperaba verlo esta mañana…”
“Estoy segura que se alegrará de ver que puedes hablar de nuevo.” Le dijo la Sra. Higurashi. “Que joven tan agradable. Tan educado. Y realmente halagador de mi cocina.”
“Cierto…” Kagome rió y sacudió su cabeza. ¿Elogios para Inuyasha? Hah… al menos una especie de milagro había ocurrido.
Pero mientras el día transcurría, Kagome estaba comenzando a preocuparse levemente por la no presencia de Inuyasha. Fue a su habitación varias veces, porque ese era el lugar en el que usualmente se topaba con él… pero nunca apareció. Llamó su nombre pocas veces e incluso hizo un riesgoso juego en algún punto.
“Inuyasha… ante el riesgo de sonar como una postal… deseo que estés aquí… ahora…” Ella juntó sus dedos nerviosa y miró alrededor con cautela, preguntándose si era una buena idea desperdiciar un sexto deseo así. Pero nada pasó, nadie apareció y estaba sola como siempre. Se sintió un poco triste… ¿había huido? ¿Eso era posible? Estaba enojado con ella por lo que pasó anoche. La había alejado y desapareció. Lo había ofendido al ofrecerle consuelo… era el tipo de persona orgullosa… no quería compasión como si fuera una especie de débil – entendía eso. ¿Pero aún estaba enojado y molesto con ella? ¿Eso era por qué estaba evitándola hoy?

¿O había pasado algo peor?

Genial… ahora estaba comenzando a extrañar esa bola de aire. Con un suspiro regresó abajo para ir a ver un poco de TV (¡sin subtítulos esta vez!) y finalmente puso un aburrido juego que hacía mucho ruido y tenía mucha gente animando en el fondo para mantener sus oídos entretenidos. Pero en algún punto perdió el hilo de lo que estaba observando a favor de preguntarse dónde estaba Inuyasha… y lo que estaba haciendo en ese momento…
“¡Oye Kagome!”
Ella parpadeó de regreso en el presente y se sentó cuando Souta entró corriendo a la sala sosteniendo lo que pensó por un momento era un trozo de tela en sus manos. “¿Qué es eso?” preguntó mientras alcanzaba su lado.
“¿Esto no es del chico perro?” él sostuvo la tela en sus manos y Kagome se atascó en su garganta.
Rápidamente le arrebató la tela a Souta y lo levantó más alto para inspeccionarlo. Era de Inuyasha… ese oscuro haori rojo estaba tan viejo y maltratado que ahora se acercaba al marrón. Pero lo que la preocupaba más era la larga raja que prácticamente había rasgado el abrigo desde la manga, por la espalda, hacia la otra manga. ¿Qué demonios le había hecho a este abrigo… o qué demonios algo más le había hecho a él?
“¿Dónde encontraste esto?” le preguntó a Souta sin mirarlo.
“Por el tanque de aceite.” Le dijo Souta. “Debió haberlo dejado anoche. ¿Qué crees que le pasó?”
“Se rasgó.” Dijo Kagome planamente.
“Bueno, todos estamos felices de verte usando tu habla a su full potencial.” Souta giró sus ojos y comenzó a irse. “Tal vez ahora puedas comprarle ropa nueva como un regalo. Podrías gustarle aún más.”
Kagome no registró realmente lo que dijo mientras tocaba el áspero material de su haori… esto significaba que algo estaba muy mal. Inuyasha no desaparecería y dejaría su abrigo de ratas por ahí… si se hubiese ido lo habría llevado con él.
Y qué si alguien o algo se lo llevó. Las manos de Kagome se tensaron y apretó el haori cerca de su pecho mientras contemplaba. Todo tipo de escenarios y situaciones pasaban por su cabeza. La mayoría involucraba espías del gobierno y oficiales y algunas veces helicópteros…
Qué si el gobierno lo había capturado y ahora estaban diseccionándolo parte por parte, oreja por oreja, para descubrir lo que era y cómo hacía las cosas que hacía.
“Oh…” Kagome gimoteó levemente y llevó sus manos a su boca, olvidando que aún sostenía el haori en sus manos. El resultado fue que obtuvo una muy fuerte inhalación de su ropa. Parpadeó y miró sorprendida mientras le daba otra olfateada. “Vaya… huele como a…” olió de nuevo su cuello para asegurarse. Síp, había un muy sutil olor a humedad… de la forma en que el aire húmedo del bosque huele en la mañana en clima cálido. Por supuesto… eso podría ser porque el abrigo había estado afuera toda la mañana y el clima estuvo muy húmedo hoy… pero vagamente había notado el similar olor anoche cuando había envuelto sus brazos a su alrededor y su nariz tocó su manga.
El rostro de Kagome se acaloró levemente. Maravilloso. Era malo apreciar su apariencia, era aún peor comenzar a apreciar su aroma personal. Pero era tan… tan bebible… ella llevó el material hacia su nariz e inhaló profundamente. Durante los últimos dos meses, con su audición bloqueada y su voz inservible, estaba segura que sus otros sentidos se habían vuelto más agudos. Como su sentido del olfato por ejemplo…
Si cerraba sus ojos podría imaginarse en un bosque, la humedad presente en el aire después de una tormenta y un almizclado aroma de masculinidad que parecía mezclado con el dulce aroma del bosque.
Y oh santo dios se estaba volviendo una pervertida. Rápidamente soltó el haori en su regazo y miró alrededor para revisar que nadie hubiese visto sus travesuras. Tuvo suerte esta vez… porque usualmente Inuyasha tenía el molesto hábito de aparecer cuando menos lo necesitaba, usualmente en un momento como este.
Kagome suspiró y sacudió su cabeza. “La próxima vez estaré escarbando en sus cajones de ropa interior y oliendo los contenidos…” se dijo irritada mientras doblaba el haori en su regazo y pasaba un dedo a lo largo de la muy prominente rasgadura. Tal vez accidentalmente lo había rasgado en una rama o algo y había estado tan molesto que huyó llorando.
Realmente esperaba que fuera la verdadera explicación para su desaparición… aún cuando sabía lo improbable que era que Inuyasha llorara. Pero era mejor que la explicación más lógica de que estuviera molesto con ella y estuviera rehusándose a verla. ¿Cuánto tiempo podría guardar rencor Inuyasha?
Tendría que esperar y ver.
------
“Bueno, este parece un lugar horriblemente alegre…” dijo Inuyasha mientras miraba alrededor. “En una forma maníacamente deprimente.”
“Cierra tu boca.” Su amo se tambaleó precariamente para sentarse en una desgastada silla.
Inuyasha le dio una sucia mirada y se levantó para sentarse en lo que parecía haber sido alguna vez una lavadora, pero ahora era más como una oxidada caja gris. De hecho, toda la casa sólo era una habitación llena con todo tipo de chatarra y basura que parecía que hubiese caído el camión de la basura dentro. Arrugó su nariz de disgusto y se recostó contra la pared. “Y los olores se ponen mejor y mejor…” él suspiró y giró sus ojos hacia su amo. “¿Estás bien? Parece como si estuvieras a punto de caer muerto.” Él rió un poco cruel después de decir eso.
“¿No te dije cerrar tu maldita boca?” Una botella de cerveza partió en dirección de Inuyasha. Aunque no necesitó molestarse en esquivar o moverse para evitar ser golpeado. La botella se estrelló a unos pies de su cabeza contra la pared y la sonrisa de Inuyasha se amplió y silbó. “Bueno. Tu puntería es mucho peor de la que solía ser.”
“Pasa cuando tu cuerpo comienza a traicionarte como lo hizo para mi…”
“Mi corazón sangra por ti.” Inuyasha golpeteó sus dedos contra la lavadora en la que estaba sentado. “Y en una nota más ligera, ¿qué quieres que haga sobre eso? Arreglarte, supongo…”
“Escasamente. Probablemente torcerás el deseo y lo harás peor.” La respiración de su amo era intensa y laboriosa.
La sonrisa de Inuyasha se desvaneció a algo más hacia la compasión. “Pobre iluso… qué tal si deseas que te mate. Confía en mi, creo que será por piedad.”
“Te gustaría eso, ¿verdad?”
Inuyasha se encogió y desvió su mirada.
“Fui un tonto… desear vida inmortal. Sí… eso fue lo que obtuve… pero aún envejezco, ¿no? He sido baleado en el pecho seis veces y debería estar muerto… y la sangre aún se filtra a mis pulmones todos los días… pero nunca muero. He sido arrollado dos veces y mis piernas se han roto tres veces. Me curo… pero nunca completamente. Debería estar muerto… pero eso nunca pasará.”
“Onigumo…” Inuyasha se bajó de la lavadora y se acercó a la silla. “Si eso te molesta tanto, ¿por qué no deseas una crema anti-arrugas? Pero estarías haciéndonos a todos un favor si me dejas terminarlo por ti.”
Una áspera carcajada salió de la garganta de su amo, Inuyasha levantó una ceja cuando notó unas salpicaduras de sangre. “¡Tú! Sólo buscas venganza contra mí por Kikyo. Puedes intentar esconderte detrás de una genial máscara de pretender no importarte - pero quieres matarme porque-”
“¡CÁLLATE!” Inuyasha se abalanzó hacia él, golpeando a su anciano amo en la quijada y enviándolo y a la silla hacia atrás. Pero al momento que su puño se conectó, una horrible descarga de lo que se sintió como electricidad se disparó e hizo a Inuyasha doblarse en agonía. Jadeó y se alejó de la silla caída y de Onigumo mientras espasmos destruían sus músculos y sentía una ardiente sensación en la carne de su brazo derecho… el brazo que había golpeado a Onigumo. “M-Maldición…”
El dolor se desvaneció gradualmente hasta que pudo enderezarse de nuevo. Tentativamente tocó su brazo quemado y miró los agujeros en la manga de su camiseta. Levantó la mirada cuando escuchó a Onigumo comenzar a reír.
“¿Lo olvidaste?” Onigumo lentamente se levantó del piso, hombro jorobados y manos agarrando el borde de una mesa cercana. “Mi segundo deseo. Alguien que intente lastimarme recibirá una horrible sorpresa…”
“Nunca olvido un deseo.” Inuyasha apretó su puño derecho, aliviando el suave dolor que aún sentía.
“Tal vez debas pensarlo dos veces antes de golpear a un amo.” Onigumo movió su mentón hacia la silla. “Levántala de nuevo.”
Inuyasha apretó su quijada fuertemente y usó su pie para patear la silla levantándola. “¿Feliz?” espetó él.
“Extasiado.” Onigumo se sentó con un agotado suspiro, pero un siseo aún salió de sus delgados labios. “Aunque… probablemente es mi culpa. No debí provocarte sobre Kikyo. Siempre fuiste sobre protector con ella. Supongo que aún sobre proteges su memoria.”
Inuyasha calmó forzoso su temperamento y se encogió mientras se giraba. No iba a dejar que ese tonto lo molestara.
MikoAucarod
MikoAucarod

Sacerdotisa - Administradora
Sacerdotisa - Administradora

Femenino
Cantidad de envíos : 3786
Edad : 34
Localización : Nuevo León, México
Fecha de inscripción : 04/11/2008

https://lcdsei.forosactivos.net

Volver arriba Ir abajo

Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen) Empty Re: Genio Embotellado (De Rozefire - Traducido por Inuhanya Cullen)

Mensaje por Contenido patrocinado


Contenido patrocinado


Volver arriba Ir abajo

Página 1 de 4. 1, 2, 3, 4  Siguiente

Volver arriba


 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.