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Amor de Colores: El Epílogo

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Amor de Colores: El Epílogo - Página 2 Empty Amor de Colores: El Epílogo

Mensaje por kikiovskagomexinuyasha Jue Jun 11, 2009 11:26 pm

Recuerdo del primer mensaje :

¡Hola a todos! Bueno, pues he aquí la continuación de la historia de Shippo x Sou ten: Un epílogo dedicado a todos ustedes. ¡Espero les guste!
Amor de Colores: El Epílogo

Capítulo 1:
El joven kitsune miraba caer las suaves gotas de lluvia asomado a la puerta del cómodo Den ( ) en el que vivía. Apoyado en el marco de la puerta, solo atinaba a ver las plateadas gotitas y a suspirar. El brillo de la Luna aumentaba el destello de la lluvia, como si fuera una fina telaraña que cubría todo el paisaje. Ya era algo tarde, pero él no tenía sueño, así que continuó viendo llover.
Shippo ya no era el mismo. Ya casi eran siete años desde la muerte de Naraku. Cerró los ojos ante la visión, tan lejana pero tan fresca a la vez, del sujeto que les había hecho la vida de cuadritos desapareciendo dentro de su propia nube de monstruos; de Inu Yasha y Kagome abrazados cuando les anunciaron su compromiso; del primer hijo de Sango y Miroku. El había vivido junto con sus padres-hermanos adoptivos (osease Kagome e Inu Yasha) durante todos estos años, en el Den que ahora contemplaba la lluvia junto con él y que resguardaba a la familia del kitsune: A la miko Kagome, al hanyou Inu Yasha y a sus tiernos mellizos: Yoshiko y Himitsu, la fiel representación del ying yang, pues Yoshiko-chan tenía el plateado cabello de su padre; y Himitsu había salido con la oscura cabellera de su madre, coronados ambos con las tiernas orejitas de cachorro características de Inu Yasha. Hasta eso, eran bastante tranquilos, a pesar de luego pelearse entre ellos (como sus papis ¬¬U) y con Keitaro, Kotori y Haku, los retoños de Miroku y Sango. La cabaña de Kaede-Baba (si, es resistente la señora, no se ha muerto) y de la Taiji-ya y su esposo el monje se alzaban a poca distancia. Shippo las vio en silencio también, pensando en sus ocupantes y en lo mucho que significaban para él. Después vio las casas de los alrededores, con sus dormidos habitantes sin sospechar que había un youkai insomne contemplando su villa. Y es que siete años no pasan en balde: la aldea había cambiado bastante desde que el la vio por primera vez; aunque el cambio no era tan radical como el que se había efectuado en el propio kitsune.
Los infantiles ojos verdes se habían achicado hasta plantarse como dos elegantes y almendradas aguamarinas en el rostro del youkai, y su rostro se había ido afilando con el tiempo hasta desechar los contornos de la infancia y verse ya como un jovencito. Al igual que Sesshoumaru, poseía una figura casi humana: solo la larga y esponjosa cola rojiza lo delataba. Sus patitas de zorro se habían ido transformando hasta llegar a ser pies humanos; y su cabello largo y cobrizo, que aun acostumbraba llevar en una cola de caballo, le alcanzaba ya casi la cintura. También era ya muy alto: le faltaban menos de 5 cm. Para alcanzar a Inu Yasha, que parecía cada día más molesto de no poder ya tacharlo de enano. Pero su físico era en lo que menos pensaba el youkai en esos momentos. Lo único que hacía era convocar al sueño, pues tenía que descansar: al día siguiente, irían todos al otro lado del pozo, a visitar a la familia de Kagome. Se encontró pensando como era posible que no hubieran descubierto el “secreto” de Kagome y su marido las amigas de la miko y el sujeto ese que siempre estaba ahí todo incómodo…. ¿cómo se llamaba?... Pollo… no… Yoyo… ¿Boyo?... feh, ni que importara demasiado, pensó. Y al reflexionar sobre la ingenuidad de la gente se le desvió el cerebro hacia otras ideas:
Ya estaba cerca de cumplir quince años, edad aun bastante temprana para un youkai, pero donde ya era un hombre para la sociedad: Tenía que empezar a entrenarse. Inu Yasha se lo había recomendado: “Practicar conmigo y con Kirara no te va a funcionar toda la vida. Tienes que comenzar a buscarte más oponentes”. Tendría que separarse de su familia, al menos por un tiempo… aunque trataba de ocultárselo a si mismo, al pensar que debería irse se volvía a sentir el pequeño kitsune escondido en un campo de batalla…
-¿Shippo-chan? ¿Qué haces despierto ya tan tarde?- Kagome, con expresión soñolienta y en camisón, se acercó a él. Ella también había cambiado mucho, y aunque ya no tenía la pinta de colegiala de siempre, su sonrisa no había cambiado. Shippo le sonrió también y agradeció en silencio que al menos ella no había suprimido el “chan” de su nombre (aunque en público le daba mucha vergüenza).
-Perdón, Kagome, traté de no hacer ruido… es que no tenía sueño.
-No, no hiciste ruido… Vamos, mañana nos iremos temprano, debes descansar… ven, vámonos ya a dormir…
El kitsune la siguió obedientemente.
-Descansa, Shippo-chan
-Tu igual, Kagome… Hasta mañana…
Shippo se recostó en su futón y cerró los ojos, ya tranquilo. La tierna resonancia de “Shippo-chan” siguió arrullando sus oídos junto con el compás de la lluvia hasta que se quedó dormido.
------------------
Wai! Bueh, pues he aquí el prefacio de esta saga nueva, ya que vi que Amor de Colores si gustó bastante / así que espero les haya gustado, les tendré pronto un chap nuevo! Espero todos sus comentarios muy pronto! Cuídense!
( ) Den es una choza japonesa pequeña, como la de Kaede-Baba
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Mensaje por MikoAucarod Lun Jun 22, 2009 11:29 am

oooohhhh !!! Shippo no te patees, cualquier mujer moriría por alguien tan caballeroso como tú!!! :Amor:

-¿Ya no vas a pelear con Amerika? Very Happy

-No, porque yo me muero por tí, Inuyasha xDDD ni creas que así de fácil te librarás de mí jaajajajaj xDD

Que rayos...

Jajaj en fin, me encantó el episodio, al fin vimos el lado frágil y femenino de Sou Ten, muy lindo, la verdad y bastante bien cuidado Smile espero pronto la continuación ^^
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Mensaje por amerika-kikio Lun Jun 22, 2009 5:08 pm

kyaaa!!ke lindo es shippo!!

-No puede ser.... ¿tu tambien?

Ay Inu es ke es tan lindo jeje pero no te preocupes
ke el "juego" entre Auki y yo es eterno XDD!! jaja
hermoxiximo cap!!
en verdd!!
cuidate
bye bye
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Amor de Colores: El Epílogo - Página 2 Empty Amor de Colores: El Epílogo (Cap.10)

Mensaje por kikiovskagomexinuyasha Mar Jun 23, 2009 10:01 am

¡Hola, hola! ;D ¡Disfruten el chap, onegai!
Capítulo 10:
Los días habían transcurrido velozmente, ya que ningún accidente importante había cortado su flujo. Las únicas diferencias que Shippo notaba eran que ahora Goryu no lo barría como solía hacerlo, después del incidente del castillo; que Sou Ten, en cierta manera para compensar su comportamiento, aniquilaba cuanto monstruo se les parara enfrente con ganas de echar bronca, sin darle tiempo ni al kitsune ni al Chibi-dragón para reaccionar; y que él mismo, Shippo, notaba como la curiosidad crecía en sus adentros. Después de ese acercamiento que habían tenido con la cuestión en la aldea humana, el kitsune había pensado que sacarle lo de sus montañas sería una cosa sencilla (después de todo, se decía con orgullo, ella confía en mí), pero Sou Ten se mostraba totalmente hermética al respecto. Ni las suaves indirectas ni los relatos de su estancia en la aldea de la anciana Kaede parecían funcionar. Su compañera de viaje reía con sus historias, pero jamás les hacía eco con las suyas; e ignoraba las indirectas de una manera monumental. Odiaba admitirlo, pero Shippo estaba comenzando a tomarlo como una misión imposible. Hubiera preferido resignarse… pero no, la punzada curiosa seguía ahí, insistiendo. Lo mismo que él.
-Y entonces- comentó Shippo elevando un poco la voz, pues él y la youkai del Trueno se separaron brevemente por un tronco de árbol demasiado grueso. Goryu bufaba en el equipaje de Sou Ten, pues corrían a toda velocidad por el bosque- la anciana Kaede bautizó a Kotori, “Pajarito”, porque casi mata a Miroku de un infarto al saltar así de su cuna…- Sou Ten se rió. No era fácil imaginarse al monje al borde del colapso y a su hija de pequeña riéndose de él, pero ciertamente resultaba divertido.
-De seguro a Sango-sama no le hizo tanta gracia
-Y que lo digas- rió Shippo- pero al final terminó por reírse también.
Habían estado toda la mañana conversando, y Shippo le había contado todo acerca de la progenie de sus amigos. Pero seguía sin obtener nada, ni un solo comentario sobre su hogar. Ya estaba suspirando, resignado, cuando Sou Ten le preguntó, aún sonriente, pero con un dejo de sequedad en la voz:
-Y dime, Shippo, ¿a qué se debe tanta… nostalgia por tu casa?
-¿Eh?- el kitsune quedó tan desconcertado que no se fijó en una gruesa rama de pino que venía a darle la bienvenida. El seco “¡Ufgh!” y la caída de sentón arruinaron todo el estilo que podía haberle quedado. De seguro era el karma de Miroku que se vengaba de él.
-¡¡¡Shippo!!! ¡¿Estás bien?!
-Sí… fu… sí…- confirmó el kitsune, escupiendo unas cuantas agujas perfumadas de pino que por poco se traga- guácala… ugh… Bueno, señorita, ¿se puede saber de qué te ríes?
-De nada- contestó la youkai ahogando lo mejor que pudo (que no fue mucho) las carcajadas. El apuesto kitsune la miraba resentido- Lo… lo siento mucho, Shippo, es que… es que fue tan…- no pudo más y comenzó a reírse. Y es que al ver a Shippo para disculparse con él, había notado los manchones de tierra que tenía por toda la cara y toda la hojarasca que se le había enredado en su largo cabello, dándole un aspecto de ave del paraíso recién levantada. Shippo la miró furibundo mientras ella se reía.
-Ay… ay… jajaja… lo siento… ah…- dijo entre risitas Sou Ten, ayudando al enojado kitsune a levantarse- no me acuerdo desde hace cuanto no me reía así- comentó, sujetándose el estómago- ay…. Me duele… jajaja
-Bueno, por lo menos uno de los dos está feliz- respondió Shippo con frialdad, resentido, más que con Sou Ten, con la pérdida del estilo.
-OH, no te enfades así- dijo la youkai, sonriente- Goryu- se dirigió a su bolsa, que colgaba a su costado derecho. El dragoncito se asomó como pudo- ¿me podrías pasar un pañuelo, por favor?
-Si, señorita Sou…- al mirar alrededor para ver para qué lo necesitaba, se fijó en el kitsune. Como estaba algo mareado por el trayecto, no veía demasiado claro- ¿¿¿¿¡¡¡Pero qué demon…???!!!- el dragoncito peló los ojos con espanto. Luego enfocó bien- ¡Ah, es el kitsune! ¡Fuf! ¡Qué susto me has metido!- Goryu se sumergió en la bolsa y extrajo un pañuelo de seda blanca. Se tardó el tiempo suficiente como para evitar la mirada completamente asesina que Shippo le dirigió. Sou Ten se cubría la boca con la manga del kimono, riéndose quedamente- Aquí tiene, señorita Sou Ten.
-Ajem, gracias, Goryu- el dragoncito se quedó con medio cuerpo asomado de la bolsa, aprovechando el alto para tomar un respiro- A ver, Shippo… acércate un poco…- el kitsune no le contestó, pero le hizo un mohín y se dio la vuelta, indignado- anda, no te pongas de morros… no seas payaso… ¡Shippo!- cada que ella trataba de acercarse para limpiarle la cara, Shippo se volteaba para darle la espalda. Él se limitó a mirarla de reojo, a cruzar los brazos y a soltar un irritado “¡jumn!”. Sou Ten frunció el entrecejo y dio un par de pasos atrás.
-Como quieras…- el kitsune jamás hubiera esperado lo que pasó a continuación: la youkai se le lanzó a la espalda para someterlo.
-¡!!!! ¡¡¡Sou ten!!! ¡¿Qué haces?!- le dijo, tratando de mantener el equilibrio ante la embestida y forcejeando para quitarse a la chica de la dinastía del Trueno de encima, que ya le tallaba la cara con el pañuelo, aunque Shippo la movía para impedirlo.
-¡Te estoy limpiando, Cascarrabias!- le dijo, sosteniéndose s sus hombros con una mano y limpiando con la otra- ¡Estate quieto! Lo quisiste por las malas, ¿verdad? ¡Aguántese ahora!
-¡No…!
El forcejeo continuó por al menos cinco minutos, entre bufidos, perdidas de equilibrio y algunas maldiciones de parte de Goryu, que había sido sorprendido por el repentino salto de su ama y no se esperaba aquellas sacudidas. Al fin, cuando Sou Ten estuvo conforme con el resultado, saltó a tierra. El kitsune se sacudió (muchas vértebras le tronaron por estar encorvadas tanto rato) y miró incrédulo a su compañera de viaje. Ésta parecía complacida.
-Mira, niña…
La réplica del kitsune fue interrumpida por un sonido algo lejano, pero perfectamente audible para los finos oídos youkai. Era un grito humano.
-Debe haber alguna aldea cerca- dijo Sou Ten, poniéndose seria de repente
-Sí… y este olor… huele a…- Shippo husmeó el aire con detenimiento, hasta que lo reconoció, sobresaltado- ¡huele a ogro!
Era una criatura enorme, de color rojo sangre, con un solo ojo verde veneno en el centro de la achatada cabeza. Había algo más en ese ogro que era imponente: los colmillos largos y amarillentos que asomaban de su boca (también enorme), parecidos a los de un elefante. Ya se había zampado tres caballos y un gallinero completo, pero pronto empezaría con los humanos, especialmente por aquellos gritos que ya inundaban toda la aldea. El ogro comenzó a moverse, provocando pánico general y carreras desbocadas hacia el otro extremo de la pequeña villa. El grueso de la multitud pronto estuvo lejos, pero el monstruo dio un salto que le adelantó varios metros en su carrera y destrozó tres casas. El súbito temblor hizo caer a un pequeño niño, que soltó la mano de su madre y se quedó atrás, tirado en el suelo, frente al monstruo, que ya había clavado en él su único ojo. El niño comenzó a temblar, sin poder levantarse ni correr. No quedaba nadie cerca que pudiera ayudarle sin correr el riesgo de ser devorado también. El ogro estiró su manaza, riendo con una voz profunda y horrible. Los demás aldeanos miraban desde lejos, aterrorizados, previendo el destino del pequeño. En eso, algo sucedió. Fue tan rápido que la mayoría de ellos no sabía que había pasado. Una ráfaga negro con rojo había llevado al niño fuera del alcance del ogro, mientras que otro veloz destello turquesa le atacaba. Se escuchó un gruñido horrendo y prolongado del monstruo, que hacía temblar la tierra pataleando de dolor. Cuando se retiró ambas gigantescas manos de la cara, los espectadores pudieron ver que su ojo había pasado de verde a un rojo sanguinolento parecido al de su piel. Estaba ciego.
Aterrizando frente al monstruo con pose gallarda, el kitsune sonrió ante su efectivo ataque. Sacudió su cabellera con garbo (bien estilo Príncipe Encantador), que provocó que toda la hojarasca enredada en él se desprendiera.
-No se angustien- dijo hablando por sobre su hombro- vinimos a ayudarlos- y sonrió. Uno de los afilados colmillos brilló por un instante. Sou Ten, de pie sobre un tejado con el pequeño entre sus brazos, suspiró con una gotita en la cabeza. Ni como curarle a Shippo aquel complejo de Súperhombre, o más bien Súperyoukai. Sin embargo, eso no parecía molestarles a las chicas de la aldea, sino al contrario.
-¿Ya viste?
-¡Qué guapo es!
-¡Y es un héroe!
-Quizá sea un youkai él también, pero ¡nos ha salvado!
-¡Kyaaaa, yo quiero uno así!
Todas tenían corazoncitos en los ojos y miraban a su salvador destilando también corazoncitos, con la mirada incrédula de los varones sobre ellas.
Shippo volvió a prestar atención cuando el monstruo comenzó a patear y a dar manotazos por todos lados, tratando de agarrar a su agresor.
-Goryu, cuida al niño- indicó Sou Ten, sacando al Chibi-dragón de su bolsa
-¡Sí, señorita!
La youkai puso al chico sobre el techo y dio unos cuantos saltos para unirse con Shippo en la batalla. El pequeño agitó su manita brevemente para Sou Ten y luego volteó a ver al dragoncito que flotaba junto a él.
-Qué cosa tan curiosa- dijo, tomando a Goryu entre sus manos y picándole la pancita- nunca había visto nada así
-¡Suéltame, mocoso! ¿¡Cómo esperas que te cuide si…?! Jojojo, ¡no! ¡Me haces cosquillas…!
El ogro, enloquecido por el dolor, podía causar muchos más destrozos si no lo paraban pronto. Sou Ten llegó al lado del kitsune.
-¿Listo, Shippo?
-Sí… ve por la derecha y yo por la izquierda.
-¡De acuerdo!
Cuando ambos youkais estuvieron a la altura suficiente a los flancos del monstruo, atacaron. Sou Ten le mandó una descarga eléctrica impresionante, mientras Shippo empleaba su kitsunebi. El ogro rugió, tratando en vano de protegerse. Al fin cayó al suelo, totalmente quemado e irreconocible. El olor acre de la carne quemada se alzó hasta que el viento mismo la alejó de allí. A un par de metros de distancia por el cuerpo del monstruo, los youkais se sonrieron. El silencio pasmado que los rodeaba paso rápidamente a vítores. Sou Ten saltó rápidamente al techo para recoger al pequeño (que seguía cargando a Goryu) y volvió al lado del kitsune, mientras la multitud se acercaba.
-¡Bravo!
-¡Kyaaaa!
-¡Lo ha hecho muy bien, kitsune-sama!
-¡De verdad que sí!
-Y que chica tan guapa le acompaña
-Ella también nos ha salvado
-¡Viva!
Ambos youkai sonreían complacidos hasta que una mujer salió de entre la multitud.
-¡Sohaku! ¡OH, Sohaku!
-¡Mami!- exclamó el pequeño sonriente.
Para desconcierto de mucha gente, empezando por Shippo y Sou Ten, la madre de Sohaku le arrancó al niño de los brazos con brusquedad a esta última, mirándola con amenaza, y dándole a su hijo un leve manazo para que soltara a Goryu, que voló sobresaltado hacia su ama.
-Youkai-nee-san me salvó, mami, ¿lo viste?
-Si, si lo vi… solo me pregunto qué querrán a cambio- los youkais la vieron incrédulos. ¿Qué le ocurría a aquella mujer? Sólo entonces notaron que un grupo se mantenía lejos de los que les aclamaban hacía un momento, y todos les miraban recelosos. La mujer se unió con ellos, cargando al pequeño Sohaku, que aún no entendía por qué su madre no le agradecía a sus salvadores.
El líder de la aldea se adelantó rápidamente y les dio las gracias. Se veía que era un hombre de campo, de voz gruesa y aspecto rudo. Luego se acercó y les dijo, con aire confidencial:
-Disculpen a Sachiko. Ha visto muchos ataques de monstruos y no les tiene mucha confianza a los youkais. Se los agradecemos de verdad… les prepararemos unas provisiones para mostrarles nuestro aprecio y después les pido que se vayan, por favor.
Ni Shippo ni Sou Ten supieron qué contestar. Pronto algunos aldeanos (entre los que se encontraban las admiradoras del kitsune) les llevaron varias bolsas con fruta y conservas. Éstos sonreían, pero la tensión en el ambiente era palpable. En cuanto terminaron de acomodar el equipaje, los youkais dieron un salto largo para alejarse de aquella aldea. Solo se escucharon algunos tímidos “Gracias”, dichos en voz baja. Lo último que vio Sou Ten fue a Sohaku haciéndole una seña de despedida. Pobre pequeño. Aún no entendía por qué el mundo de los adultos estaba construido sobre prejuicios.
Pronto estuvieron en el bosque de nuevo. Avanzaron un par de kilómetros sin hablar, consternados como estaban. Al fin, Sou Ten se detuvo, sentándose sobre una piedra, con expresión afligida. Shippo se unió a ella, algo desconcertado.
-¿Qué pasa?- preguntó él.
-Es una estupidez, Shippo, lo sé- le contestó Sou Ten sonriendo levemente- pero me enferma que los humanos sean tan racistas… ¿por qué generalizan? Porque un youkai o dos les hayan atacado, creen que ya todos somos unos salvajes sedientos de sangre…
-Es verdad…- respondió Shippo. No se le ocurría nada más que decir. Era cierto, ¿no? Escuchó a su compañera suspirar brevemente. Entonces se animó. Tomó la mano de Sou Ten que descansaba sobre la piedra al lado de él y la estrechó con brevedad. Ella lo miró, algo sorprendida.
-Hace un rato me preguntaste por qué tanta nostalgia por mi casa. Te lo diré. Es que…- era difícil ponerlo en palabras sin que sonara desmesuradamente metiche- tienes razón. He estado pensando mucho en mi casa porque extraño a mi familia. Pero, ¿sabes? Me reconforta saber que están allí, esperándome. Tener un hogar era algo que yo había casi olvidado cuando me encontré con Kagome e Inu Yasha…- Sou Ten bajó la vista. Después de todo, habían sido sus parientes los que habían privado al kitsune de su padre- pero… tener un lugar al que regresar es una motivación y yo… yo quería saber… que pasó en tus montañas- la youkai volteó a verle con ojos como platos. Shippo apretó su mano con más fuerza, en caso de que ella quisiera levantarse y dar la conversación por concluida- porque no me has hablado del tema y eso quiere decir que algo pasa en tu hogar… y no quiero que pases por lo que yo pasé hace unos cuantos años, porque yo… porque… me preocupo por ti.
Sou Ten le miró por largo rato, procesando sus palabras. Luego, con gesto lento, retiró su mano de las del kitsune. Shippo pensó que se había enfadado, pero no. Lo que pasaba es que quería abrazar sus rodillas con sus brazos. Ese gesto la hacía parecer más pequeña de lo que era; como una niña necesitada de protección. Goryu salió de la bolsa y se acurrucó junto a ella. Ambos se veían tristes. El kitsune, como por instinto, la rodeó con un brazo. Ella no lo rechazó, sino más bien se acurrucó en su hombro.
-Te agradezco… que te preocupes por mi…- Shippo le abrazó más fuerte- Muy… muy bien… voy a contarte el motivo que nos obligó a salir… de las Montañas del Trueno…
El chap estuvo algo largo, ojalá les haya gustado ¡Matta ne!
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Amor de Colores: El Epílogo - Página 2 Empty Re: Amor de Colores: El Epílogo

Mensaje por MikoAucarod Mar Jun 23, 2009 11:57 am

¬¬..... ese tipo de gentes son las que no soporto, cómo se atreven a tratarlos así?!?!?!? :Yada: mamá amargada ¬¬

en fin, muero por saber qué es lo que está ocurriendo con SouTen así que espero no te tardes mucho en actualizar Very Happy
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Amor de Colores: El Epílogo - Página 2 Empty Re: Amor de Colores: El Epílogo

Mensaje por amerika-kikio Mar Jun 23, 2009 4:06 pm

Kyyaaa!!! odio a los humanos!!

-pero tu eres uno....

Pero yo soy yo y ellos son ellos!!

-Aaaa no pues asi ps ni te discuto...

Esta bien... n_n genial episodio... cuidate
bye
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Amor de Colores: El Epílogo - Página 2 Empty Amor de Colores: El Epílogo (Capítulo 11)

Mensaje por kikiovskagomexinuyasha Lun Jul 20, 2009 3:31 pm

Holas a todos!!! Si, me tardé muchísimo en subir este capítulo…. TT pero espero que les agrade!!!
Capítulo 11:
Shippo se puso muy tieso al escuchar esas palabras. Su corazón comenzó a latir rápidamente, y sus pupilas se dilataron. Al fin sabría que era lo que la preocupaba… al fin podría ayudar a esa youkai que significaba tanto para él…
Sou Ten se acurrucó un poco más en el hombro de Shippo. Sus ojos carmesí comenzaban a inundarse de lágrimas que ella se negaba a dejar salir.
-Desde la última vez que nos vimos, yo comencé a entrenar más y a tratar de mejorar mis habilidades... Me acordaba mucho de ti, ¿sabes? - comenzó ella en un susurro. El kitsune se sonrojó - Goryu y yo habíamos estado reconstruyendo el castillo de mi familia… todo iba bien… hasta que una mañana, hace un par de meses, el cielo se oscureció más de lo normal y comenzamos a sentir una presencia que se acercaba…
-No la tomamos muy en cuenta al principio- arguyó el chibi-dragón con la misma cara pesarosa de su ama- porque no era muy fuerte, ni era de youkai…
“¿No era de youkai?” pensó extrañado Shippo.
-Pero no era del todo humana- dijo Sou Ten, cerrando brevemente los ojos como para evocar mejor la sensación que había experimentado ese día- Era muy rara… así que salimos a investigar. Nos convertimos en nubes y fuimos hacia la vereda. Pero era solo un caminante…
-Un tipo obeso y con barba gris- dijo Goryu con notable desprecio.
La mirada de ambos se clavó en el suelo mientras la chica contaba lo sucedido, con algunas intervenciones de Goryu, que oscilaba entre la furia y la pena.
.:FLASHBACK:.
-¿Quién será ese?- dijo Sou Ten en su forma de nube, siguiendo con discreción a aquel inusual intruso.
-Ni idea, señorita, respondía una nube mucho más pequeña a su lado, que era Goryu, evidentemente- ¿quiere que me lo cargue con una de mis flechas mágicas?
-Ahora no- dijo ella- esperemos.
No valía la pena atacarlo si solo iba cruzando las montañas. Quizá solo meterle un susto para que echara correr y quizá olvidara sus pertenencias. Gracias a viajeros asustadizos habían conseguido varias cosas.
Sin embargo, el anciano, que tenía cara de malas pulgas, no se dirigió hacia la salida más próxima de las Montañas del Trueno, sino que avanzaba con paso decidido… ¿¡al castillo?!
No podía ser un error… ningún humano había osado jamás dirigirse hacia la cima de las Montañas. Evidentemente, aquel visitante tenía una idea muy clara de quien vivía allí.
Los youkais se materializaron delante de aquel barbón a apenas medio kilómetro de su hogar.
-¿Qué buscas aquí?- dijo Sou Ten con acento amenazador, cruzando los brazos y alzando la barbilla. Podía ser muy bonita, pero con ese tono recio y la mirada asesina nadie se hubiera atrevido a tomarla en broma. Y a pesar de eso, el hombre sonrió con sorna, lo que turbó un poco a la Raijin. Llevaba un sayal naranja y un báculo. Evidentemente, era un monje. Y de alto rango, por la cantidad de adornos de oro que llevaba encima.
-¿No me ha oído?- le espetó ella amenazante- ¿Qué busca aquí? ¿Sabe acaso lo caro que puede pagar el provocar a un miembro de la familia del Trueno?
El otro acentuó su sonrisa, y ella, ya harta, preparó una bola eléctrica en su mano. Si no contestaba por las buenas… entonces le sacaría las disculpas a puñetazos electrificados. Solo al ver la amenazante esfera el sujeto habló. La chica sonrió con suficiencia hasta que el tipo terminó la frase, que la dejó pasmada.
-Un miembro de la familia del Trueno… Es sorprendente ver como ustedes las bestias se atreven a ponerse títulos de esa clase, como si fuera algo muy despampanante… y todos no son más que escoria.
-¿¡Cómo te atreves, pedazo de basura?!- gritó el pequeño Goryu, adelantándose muy indignado. El hombre no se alteró en lo más mínimo. Es más, continuó hablando.
-Ustedes las criaturas mágicas ya pasaron su época. Han estado demasiado tiempo sobre esta Tierra. Por eso me daré a la tarea de limpiar Japón de ustedes… ¿y que mejor lugar para empezar que estas montañas, con esta energía tan inmunda? Esta covacha de monstruos será el centro de la redención. Será una bella simbología, ¿no lo creen?
Primero pensaron que el monje estaba bromeando. ¿Qué otra cosa podía ser? Pero al ver su cara chata llena de un brillo casi sicótico se convencieron de que el gordito hablaba muy en serio.
-¡Te voy a enseñar con quien te metes!- vociferó Goryu, echándosele encima. Pero el barbudo fue más rápido. Le metió un bastonazo al pobre dragoncito que lo dejo más que aturdido. Sou Ten frunció el ceño. Si quería guerra, eso tendría.
Se le abalanzó después de preparar de nuevo la electricidad en su puño. Para su sorpresa, el hombre se movía bastante rápido a pesar de su peso. Solo retumbó un trueno y se hizo un cráter enorme donde Sou Ten había acertado.
-¡Eres un…!- comenzó Sou Ten, enviando electricidad hacia el intruso, que seguí esquivándolo. Pero no salió ileso: el sayal se quemó en varias partes y el báculo se derritió en una de sus ornamentadas esquinas. Al parecer el cetro fue lo que más le dolió al monje. Lanzó unos gruñidos furibundos y se abalanzó hacia la jovencita, que ya lo esperaba con una nueva esfera eléctrica. Pero…
.:FIN DEL FLASHBACK:.
-Estaba segura de que acertaría- dijo Sou Ten cerrando los puños- estaba a menos de dos metros de mí… pero justo cuando iba a golpearlo… sentí que él me daba con una esfera justo en el estómago… y se sentí… era una sensación horrible- se estremeció al recordarlo- Me derribó, pero me volvió a golpear con la misma clase de energía. Nunca me había sentido así antes… mareada, débil… con todos mis poderes disminuidos… Y no se detuvo. Quería envolvernos por completo con aquella energía…
-Por poco nos mata…- susurró el dragoncito.
-Pero alcanzamos a correr, apenas. Y desde entonces hemos estado viajando…- por fin las lágrimas asomaron por los ojos color sangre-¡Tuvimos que huir como cachorros indefensos! ¡Que vergüenza! Mis ancestros deben estar revolcándose en sus tumbas…
Calló por un momento, sollozando. Shippo aprovechó para procesar la información y abrazarla más fuerte. Verla así le rompía el corazón… Pero además… La sensación que le había descrito se le hacía familiar. Él la había sentido alguna vez, pero… ¿Cuándo? Y sobre todo, ¿dónde? Imágenes de todos los viajes realizados con Inu Yasha y compañía se agolpaban en su mente… ¿En donde?
Una luz súbita llegó a su mente, sorprendiéndolo.
-¡Sou Ten!- exclamó él, aún muy pasmado para compartir su descubrimiento. La sujetó por los hombros para mirarla. Ella, aún con sus mejillas escurriendo con lágrimas, lo miró con sobresalto, preguntándose que había deducido el kitsune, que la miraba con los ojos brillantes de certeza.
gomen!!:alaba::alaba::alaba::alaba::alaba:
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Mensaje por MikoAucarod Lun Jul 20, 2009 8:54 pm

:omg: no manches, ¿es quien creo que es? :¬¬: MALDITO!!! Pero bueno, espero pronto traigas la nueva continuación Very Happy
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Mensaje por kikiovskagomexinuyasha Mar Jul 21, 2009 8:59 pm

¡Hello, personas! XD Bien, como he estado súper apretada, no he podido subir el chap antes, perdón :alaba: :alaba: :alaba: :alaba: Pero pues ahorita que tengo tiempo les dejo el mágico y mega wow siguiente capítulo, jajajaja ¡Disfrútenlo:P
Capítulo 12:
La Raijin se espantó realmente ante la reacción de Shippo, puesto que él se levantó de golpe y se apoyó en el grueso tronco del árbol más cercano. Después de un breve silencio, le preguntó:
-¿Cómo era esa sensación?
-¿Eh?- tanto ella como el dragoncito le echaron miradas de desconcierto. ¿Ya se le habría botado la canica al kitsune?
-Eso que sentiste cuando el sujeto aquel te atacó con sus poderes… dime, Sou Ten, ¿Cómo era?
-Pues…- hizo una pausa reflexiva- se sentía muy mal, era como…. Como si todos mis poderes se…. Como si se retrajeran, ¿me entiendes? Como si los estuviera inhibiendo. Y me sintiera muy mareada.
Después de la explicación miró al kitsune, como aguardando por una explicación. Y aun así el se tomó su tiempo en encararlos, meditando por un momento y acariciando la rugosa corteza de aquel árbol con sus dedos.
-Yo ya la he sentido- afirmó, dándose la vuelta para observar a Goryu y a su ama.
-¿En serio?- preguntó un desconcertado chibi-dragón.
-Sí. Cuando viajaba con Inu Yasha y los demás, lo sentí.
-¿Cómo fue?- interrogó Sou Ten, limpiándose las lágrimas decididamente con una manga de su kimono e inclinándose hacia delante para ver bien la cara de Shippo, que había bajado la mirada un poco.
-Era un ser muy poderoso, nos causó bastantes problemas porque ayudó a Naraku… le decían… el santo Hakushin…
-¿Un… santo…?- repitió ella, confundida- Perdóname, Shippo, pero si ese sujeto es un santo, yo soy la Emperatriz de Japón.
-No, no…- a Shippo se le escapó una fugaz sonrisa por el comentario de la youkai- No puede ser él porque… bueno, porque el sujeto está muerto. De hecho estaba muerto cuando causó todo el rollo con Naraku, y…- calló un poco al ver la expresión de los otros- ¿Qué pasa?
-¿Q-qué estaba muerto, dices?- dijo Goryu como quien no quiere la cosa, aunque con su pequeño labio inferior temblando un poco.
-Bueno, sí, pero…- el kitsune volvió a callar al notar que de rojo, el dragoncito estaba pasado rápidamente a distintos tonos de rosa, cada vez más pálido.
-No podía ser un muerto- arguyó Sou Ten, posando ligeramente la palma de su mano sobre la cabecita de su sirviente- su energía era enteramente humana. Estaba vivo.
-Ah, pero es que ya se me están adelantando- comentó él con una sonrisa- Yo no dije que fuera el santo Hakushin en persona. Solo dije que la sensación era la misma.
-¿Quieres decir qué…?
-Si. Ese sujeto también posee mucho poder espiritual. La cosa es averiguar de donde lo obtuvo. Tenemos que saber para enfrentarlo.
-¿Enfrentarlo?- repitió Goryu sin poder disimular ahora si el temblor en su voz- pe-pero… pero si es que…
-Shippo, la última vez casi nos mata- le respondió Sou Ten, muy seria- Y apenas hemos comenzado nuestro viaje…- bajó la cabeza, avergonzada- No creo que mis habilidades hayan aumentado lo suficiente…- era obvio que estaba recordando lo ocurrido en el castillo. La youkai estaba avergonzada de haber retrocedido frente a un humano…
Shippo tomó su barbilla con delicadeza y la alzó, inclinándose él al mismo tiempo para verla bien..
-Si mal no recuerdo, aquel día del castillo me prometiste que no te dejarías vencer por nadie nunca más. Es tu oportunidad de demostrármelo.
Se quedaron viendo, la mirada aguamarina fijamente clavada en la carmesí y viceversa. Y los dos sonrieron al mismo tiempo.
-Tienes razón. Hay que hacerlo- respondió ella ensanchando la sonrisa, aunque Goryu puso cara de ataque cardiaco. Aunque su expresión de infarto pasó a furia al ver como los dos jóvenes se acercaban poco a poco…
-Ajem… ¡AJEM!- carraspeó un enojado dragoncito, provocando que los otros dos se sonrojaran y se separaran de golpe cuando ya estaban a menos de diez centímetros de distancia.
-Esto… ajem- carraspeó también el guapo kitsune- entonces, ¿está decidido?
-¡Por supuesto!- contestó su compañera de viaje con nuevos ánimos- ¡A las Montañas del Trueno!
Oooooooooooo
El clima siempre estaba brumoso ahí, no importaba cuantas limpias de aura intentara hacerle. Claro que había sido un tanto ingenuo de su parte pensar que siglos de poderes demoníacos iban a salir con solo un mes de rituales. Aquel monje se sentó en el porche del reconstruido castillo de los Raijin, donde ya había pegado varios pergaminos con signos misteriosos. Por momentos se sentía enfurecido de que las cosas no marcharan tan rápido como él lo hubiera deseado, pero en esos momentos solo respiraba y se recordaba a si mismo que, por lo menos, ya había expulsado a las criaturas que anteriormente habitaban aquel lugar. Al recordarlo, no podía evitar sonreír.
Eran peor que escoria. Todos ellos, sin excepción. Aunque llevaran mucho más siglos sobre la tierra que los humanos, para él los monstruos no eran más que una plaga, alardeando de esos poderes que, como le eran incomprensibles, consideraba malignos. Al igual que ellos. Él se encargaría de exterminarlos a todos, y también se juraba a si mismo y a todos los dioses que NO sería lo último que haría. Por la pureza del alma de Japón… por su maestro…
Aquel hombre, de nombre Benkei, recordaba como había guardado un rencor profundo por los youkais cuando una manada de ellos atacó la aldea donde vivía de niño. Por culpa de esos seres, había tenido que ver las los rictus horrorizados de sus padres, cubiertos de sangre y en la inmovilidad del rigor mortis. Cerca estuvo de terminar como ellos, si no hubiera sido por su maestro. Él, Hakushin, que poco después recibiría el título de santo. Gracias a que aquel monje había llegado y había exorcizado a aquellas bestias, no le quedaba más daño que una cicatriz en el hombro y varias en la mente, que había llegado a olvidar durante bastante tiempo, mientras su maestro lo instruía. “Tienes mucho potencial”, le había dicho a los tres días de rescatarlo de las ruinas de lo que alguna vez fue su hogar. Y había estado aprendiendo de él a controlar ese poder espiritual que emanaba tanta pureza… Él había sido fiel discípulo de Hakushin-sama hasta que éste decidió vagar por todo el territorio nipón a auxiliar a los que estaban en desgracia por la guerra. Él, mientras tanto, se había ordenado sacerdote en su honor, y había prosperado hasta convertirse en abad. Había vivido tranquilo, consciente de que su maestro había muerto de manera noble, hasta hacía unos pocos años. Escuchó, por boca de un viajero, del demonio Naraku y de cómo había profanado el descanso eterno de Hakushin.
Fue entonces cuando sintió un viejo odio resurgir en él. El pequeño niño asustado se había convertido en un influyente y poderoso monje, que decidió que tendría que exterminar a cuanto youkai se le pusiera enfrente… la parte más racional de su mente decía “para proteger a los inocentes…” Pero aquella recóndita vocecita que tenemos todos en la mente le decía, más bien “para cobrar venganza”. La sonrisa malsana volvió a dibujarse en su rostro. Ya fuera por los inocentes, ya fuera por venganza… estaba decidido a lograrlo.
------------------
:alaba::alaba::alaba::alaba::alaba:GOMEN!!!!!
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Mensaje por MikoAucarod Mar Jul 21, 2009 9:10 pm

O.O!!!! MUERO POR VER QUÉ SIGUE!!!! La verdad excelente la idea de Hakushin xDD espero pronto traigas la conti Very Happy
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Mensaje por amerika-kikio Miér Jul 22, 2009 12:24 am

genial!!!
me lei los dos caps
y kawai!!
en serio... aunke ese dragon
arruiene las excenas de amor
XD
bye
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Amor de Colores: El Epílogo - Página 2 Empty Amor de Colores: El Epílogo (Capítulo 13)

Mensaje por kikiovskagomexinuyasha Miér Jul 22, 2009 3:07 pm

¡Hola, gente bonita! Disculpen la tardanza…hasta que al fin puedo dejarles el capítulo de la suerte: el 13 ¡Ojala les guste!
Capítulo 13:
El viento acariciaba la cara y revolvía el cabello de los viajeros, que iban a toda velocidad. Había tenido que ser una desviación al oeste drástica para dirigirse a las Montañas del Trueno, y hacía tres días que el Sol seguía su trayectoria. Como deseando que llegaran pronto a su destino, todas las aldeas por las que pasaban se encontraban tranquilas, con el quedo bullicio cotidiano de la vida campesina. Sin embargo, entre más se acercaban a su meta, las aldeas humanas disminuían cada vez más hasta desaparecer por completo. Y era de comprenderse: el terreno se hacía más escabroso a cada paso, y las nubes grises no se mostraban nada invitantes. Los tres youkais-un kitsune, una raijin y un pequeño dragón- viajaban en silencio, el último con la mitad del cuerpo metido en el equipaje de su ama, pues sus pequeñas alas no resistían el paso.
La imponente mole de los montes que eran el hogar de Sou Ten no daba la impresión de acercarse poco a poco; aparecían de golpe en el horizonte, ya enormes, y por varias horas de recorrido daban la impresión de no avanzar en lo absoluto. Hasta que (de nuevo, de golpe), cubrían todo el paisaje, sombrías y enormes, tocando el cielo. Esa impresión tuvo Shippo cuando se detuvo al pie de aquellas rocas gigantescas, seguido de su compañera.
Sou Ten sonrió con cierta malicia.
-La atmósfera no ha cambiado demasiado- dijo- está alterada, sin duda, pero la presencia de ese monje de tercera no se aprecia casi.
-Quizá tenga que ver con la distancia- aventuró el dragoncito con un susurro, porque no quería que su ama se molestara con él. Ella, sin embargo, pareció no escucharlo.
-Hay que tener cuidado de cualquier manera- recomendó Shippo- de momento el aura de las montañas nos encubre, pero cuando nos acerquemos al palacio de seguro ese sujeto va a percibir nuestra presencia.- la sonrisa se borró paulatinamente del rostro de la chica hasta ser reemplazada por un gesto de concentración. Asintió a lo que decía el kitsune.
-Vamos, pues- dijo ella, saltando hacia el siguiente nivel de roca con un gran impulso. Al verla subir, Shippo se dio cuenta de que esta sería la primera batalla grande que libraría el solo… sin Hiraikotsu, ni Agujero Negro, ni Flechas Sagradas ni Colmillo de Acero. Sin sus amigos. El ya tan familiar revoloteo en el estómago se hizo presente hasta formar casi un huracán. Su corazón golpeaba sus costillas con violencia, y por un breve momento tuvo esa misma sensación de ser un pequeño niño escondiéndose entre cadáveres, como hacía muchos años. Solo pudo respirar profunda pero entrecortadamente y alcanzar a Sou Ten, que ya iba varios metros adelante.
El silencio reinaba dentro del castillo. Solo se escuchaban los ocasionales crujidos de la madera, que parecían ensordecedores si se comparaban con la profunda quietud que había en aquel lugar. En la sala principal, sobre una alfombra algo gastada, había un hombre bastante voluminoso y de cabellos y barba gris, que a pesar de su edad y su peso, estaba sentado en una perfecta posición de flor de loto. Parecía meditar… hasta que de pronto, abrió los ojos con sorpresa y se apresuró a levantarse. Había sentido algo que se acercaba a toda velocidad… presencias demoníacas… Benkei salió corriendo de la estancia, tomando el báculo dorado que había dejado apoyado cerca de la puerta. Al fin… podría empezar a limpiar el mundo de esa escoria youkai… una sonrisa ligeramente psicótica se fue dibujando en su ancho rostro.
Recién había abierto la puerta principal de la enorme construcción, cuando una nube de polvo y astillas golpeó su rostro con furia. Apenas alcanzó a cubrirse un poco la cara con la manga de la túnica y a cerrar los ojos; sus oídos le informaron del estruendoso ruido del porche del frente, el único lugar que estaba totalmente purificado con pergaminos sagrados, mientras caía hecho pedazos entre flamas azules.
-Un budista como tú debería haber sabido que tendrías que pagar pronto por lo que hiciste… el karma es innegable…- dijo una figura oscura que salió de entre los escombros. Entre más avanzaba, las rugientes llamas azules iban mostrando más claramente su contorno… pronto, con un brillo casi fantasmagórico, el fuego mágico iluminó a la mujer, revelando su armadura, su elegante kimono, y también acentuando la mirada de odio que sus ojos color sangre dirigían al abad, quien se mostró primero muy sorprendido, como carburando la información; luego, una sonrisa maligna apareció en su cara.
-Ah… una basura conocida… ¿has venido a que termine lo que empecé hace un mes, monstruo? Supongo que un poco de diversión no me haría mal…
-¡Silencio, sabandija!- espetó Goryu, saliendo a toda prisa de la bolsa de su ama- ¡No eres digno de mirar a la cara a la señorita Sou Ten, mucho menos a hablarle en ese tono!
La sonrisa del hombre no se inmutó en lo más mínimo, a nos ser que se ensanchara aún más si es que era posible.
-Tengo que reconocer que tu y tu lagartija endemoniada son valientes para haber regresado a enfrentar al gran Benkei-sama después de ser humillados de tal manera…. Pero no hay nada que puedan hacer. Este lugar condenado pronto será el centro de redención de Japón, ¡y no hay nada que puedan hacer al respecto!
-¡Ya veremos!- susurró con furia Sou Ten, movilizándose rápidamente y preparando un relámpago en su mano. Benkei apenas y logró bloquear el ataque con su báculo; la raijin estaba furiosa, y aquel mes de entrenamiento lejos de casa la habían fortalecido enormemente. Apenas tuvo tiempo de recobrarse cuando ella ya estaba atacando de nuevo. Y no se detenía. Continuó peleando con fuerza, buscando el lado vulnerable del viejo, que aun no había perdido los buenos reflejos que le había mostrado cuando profanó sus montañas. Justo cuando Sou Ten estaba a punto de acertar un golpe en plena cara, el monje pego un papel a su mano. La chica tuvo que retroceder y soltar un grito corto pero conciso. Arrancó ese papel: era un pergamino purificador, que le había quemado la mano; aunque gracias a que se lo quitó enseguida era una lastimadura leve. Pero la distracción le proporcionó una entrada al viejo abad, que se colocó tras ella, murmurando: “Una parásito menos", mientras se preparaba para asestarle un golpe en la cabeza con su báculo. Sou Ten volteó, cerró los ojos y subió los brazos esperando el golpe… que nunca llegó. Cuando levantó los párpados de nuevo, vio que el sajakku dorado del viejo se había quedado a unos quince centímetros de su mollera, detenido firmemente por la mano de un alto jovencito con largo cabello pelirrojo, a quien Benkei miraba con perplejidad y hasta cierto temor, pues el kitsune había aparecido de repente.
-A una dama jamás se le levanta la mano- murmuró con ira Shippo antes de darle un puñetazo con su mano libre. El monje cayó completamente de espaldas, con un labio partido y provocando un temblor muy ligero cuando su considerable humanidad golpeó el suelo.
-Gracias, Shippo- dijo Sou Ten acercándose a él. El chico sonrió fugazmente y luego la atención de los dos se centró en el individuo en el suelo, que ya no sonreía para nada. Corrió un dedo índice por su labio inferior, y después lo miró. La sustancia color carmín que lo llenaba pareció transferir su color a todo su cuerpo, pues pronto Benkei estaba tan rojo como una granada y ardiendo en furia.
Haciendo gala otra vez de su sorprendente agilidad, se levantó de un salto y empuñó de nuevo su báculo, soltando un grito de guerra parecido al de un dragón enfurecido. Pero ahora tenía un blanco más, y eran dos contra uno (más bien, dos y medio con Goryu, que intentaba acercarse a ayudar, pero los bruscos movimientos en el aire del báculo del monje se lo impedían). Mientras trataba de atacar a uno, el otro le lanzaba ya fueran relámpagos o fuego mágico, que apenas y lograba esquivar. Los dos youkais lo estaban atacando sin misericordia, sin dejar espacio alguno entre los ataques de uno y otro. Muy pocos podrían resistir tal fuerza; el haber sobrevivido hasta ese punto era una hazaña que lograba realmente solo gracias a que la habilidad del abad era solo comparable con su sed de sangre. Muchas piedras habían sido destrozadas con los poderes de los contendientes, y hacían el suelo mucho más resbaloso, además de que lo privaban poco a poco de escudos de los ataques.
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Amor de Colores: El Epílogo - Página 2 Empty Re: Amor de Colores: El Epílogo

Mensaje por kikiovskagomexinuyasha Miér Jul 22, 2009 3:08 pm

Un bien dirigido relámpago hizo contacto con la punta del báculo de Benkei. Éste tuvo que soltarlo; se había calentado al rojo vivo, y cuando, después de huir de dos ráfagas de fuego azul pudo mirarlo de nuevo, se dio cuenta que solo le quedaba una mitad semi-chamuscada de varilla dorada. Como si de su propio hijo se hubiera tratado, el monje gritó con furia, saltando a toda velocidad hacia Sou Ten, con toda intención de hacerle el mayor daño posible. Pero antes de que lograra arrojarse sobre ella, Shippo lo interceptó en el aire, derribándolo y comenzando a pelear cuerpo a cuerpo con él, conectando dos puñetazos a la cara de su adversario, y recibiendo una patada en el estómago que le ensombreció la vista por momentos. Rodaron por el suelo un par de metros. Y pronto Shippo estaba sobre el monje, con una rodilla apoyada en su hígado, otra en el suelo, una mano sujetando su brazo y la otra lista para romperle el cráneo con el puño. Para asegurarse, una flama azul se encendió alrededor de su mano cerrada, como si fuera una antorcha.
-Ahora pagarás por tus delirios de grandeza- le dijo enojado, haciendo que la flama de su puño rugiera amenazadoramente. Sonrió con un poco de malicia; jamás se había complacido en ver a la gente sufrir, pero sentía que escuchar las súplicas lastimeras de aquel ególatra chiflado sería más que satisfactorio. Sin embargo, Benkei estaba muy lejos de rogar por su vida. Es más, sonreía de nuevo. Con esa macabra sonrisa que no auguraba nada bueno.
-OH, ingenuo gusano- dijo con voz ahogada por la presión en su vientre, pero sin poder ocultar un torrente de placer malsano en cada sílaba- Mátame si quieres… de cualquier manera no me iré solo.
-¡¿De que diablos hablas?!- le espetó el kitsune, encajando más su rodilla al hígado del monje. Después de un gemido sordo, la sonrisa volvió al rostro de aquel hombre.
-¿No notas que falta algo en esta pelea?
El kitsune se quedó sorprendido por un momento, muy confundido. ¿Qué si algo faltaba? Lo único que hacía falta era el gran final, destrozarle la cara a ese demente… pero no era eso… de pronto cayó en la cuenta. Durante su pelea, no había habido ni un solo relámpago que le ayudara…
Volteó con brusquedad, relajando sin querer la llave que le había aplicado a Benkei. Tirada en el suelo, rodeada por un aura plateada-azulosa, estaba Sou Ten, haciendo muecas de dolor.
-No… ¡SOU TEN!- gritó Shippo levantándose de inmediato y corriendo hacia ella.
-Sh… Shippo…- gimió ella apenas, alzando levemente su mano para tratar de alcanzarlo, pero contrajo su brazo ante un dolor repentino. Esa cosa que la rodeaba era, sin duda alguna y por el mareo que le causaba, aura purificadora como la del santo Hakushin… Trató de tocar a la chica, pero al entrar en contacto con ese poder sintió un dolor tremendo en su mano.
Cuando miró desesperado a su alrededor en busca de algo que le ayudara a sacarla de ahí, vio que el pequeño Goryu estaba totalmente noqueado, con varias quemaduras en su cuerpecito causadas por los pergaminos sagrados del monje, que el chibi-dragón apenas y había conseguido arrancar para que no le hicieran más daño. Estaban a su alrededor, arrugados, como letales flores blancas.
-Así es, youkai- se escuchó la voz de Benkei a sus espaldas, ya mucho más respuesta- me voy a llevar a esa bruja endemoniada al Infierno si es necesario, y al menos así habrá un esperpento menos en estas tierras del que deban preocuparse. Bueno, y también ese reptil diabólico debe estar a punto de cruzar el río…- la risa del abad se dejó escuchar por toda la Montaña, aumentada por el eco y por la maniaca histeria que la hacía más potente.
-¡DESGRACIADO!- le gritó el kitsune fuera de si, abalanzándose sobre él. Pero la ira estaba comenzando a cegarlo, y Benkei ya había recuperado su agilidad para esquivar.
-¡Puedes matarme, maldito kitsune! ¡Pero ten por seguro que me llevaré a tu amiguita conmigo! En estos momentos está padeciendo un dolor que no has conocido ni en tus peores pesadillas…
Para su pesar, Shippo volteó a verla. No gritaba, pero se veía que estaba haciendo un esfuerzo enorme para no hacerlo. Además, sus puños estaban apretados y su cuerpo contraído de dolor. La luz de aquella aura se veía serena, pero había algo de terrible en ella que no le dejó dudar que de seguro la raijin estaba sufriendo muchísimo.
Un puñetazo bien conectado a su pómulo derecho lo hizo despertar de golpe. Logró parar una patada y agarró de nuevo al monje con los dos brazos.
-¡Libérala!- le ordenó con furia- ¡No me importa si tengo que despedazarte en tiras hasta que la dejes en paz! ¡Sabes muy bien que lo haría!
-No lo dudo, gusarapo salvaje… pero no pienso negociar contigo, ni aunque me quemaras vivo. Es más, si estás tan decidido a asesinarme, creo que debería acelerar el espectáculo… no quiero perdérmelo…- apretó su puño y el área que abarcaba la energía sagrada se hizo más pequeña, ejerciendo más presión en Sou Ten. Ella apretó los dientes y los párpados con más fuerza, sintiendo como si tuviera fuego incrustado en su misma piel. Benkei apretó aún más los nudillos y el aura se contrajo más. Ahora si no pudo evitarlo. Sou Ten gritó con todas sus fuerzas, aferrándose a la roca del suelo para tratar de aguantar.
-¡NO!- exclamó Shippo, aterrado.
-¡Voy a purificar su esencia!- anunció triunfante el religioso, sonriendo a pesar de que el fuerte agarre a su cuello por las manos del kitsune le dificultaba respirar. Otro ligero apretón, y los gritos de Sou Ten se incrementaron, como si fueran los gemidos de un águila herida en el vuelo, largos como aullidos de lobo, y le dolieron a Shippo más que cien cuchillos por todo su cuerpo.
-¡DÉJALA EN PAZ!- le gritó él, acercando su rostro al de Benkei para que pudiera percibir aun más la ira tremenda, aunada a la impotencia, que asomaban en los ojos del pelirrojo.
-¡NO LO CREO! Puedo seguir comprimiendo ese campo de energía hasta que se muera de puro dolor… quizá hasta comience a desprendérsele la piel…. ¿Quién sabe?- la horrenda sonrisa de aquel hombre le dijo a Shippo que, a pesar de proclamarse religioso, no había ni un rastro de piedad en aquel sujeto. Solo un odio frío y oscuro, que se estaba regocijando en ver como ambos sufrían.
-¡Prefiero que me mates a mi!- gritó el kitsune, soltando con violencia al monje, que trastabilló pero no cayó, y se llevó las manos al cuello, donde habían quedado impresas las marcas de los dedos de Shippo.- ¡Hazlo! ¡Te doy mi esencia para que la purifiques a cambio de la de ella!
El siniestro sujeto sonrió, pero la raijin logró aguantar el dolor unos segundos.
-¡No, Shippo! ¡Por favor no lo escuches! ¡No…!- no terminó porque Benkei cerró un poco más el campo de energía, haciéndola sentir aún más dolor. Ni siquiera el Infierno podía ser peor.
-¡Ya no la lastimes!- gritó el kitsune, poniéndose frente al abad- ¡Mi esencia a cambio de la de ella!
El hombre pareció dudar un par de segundos, pero después, con un movimiento de su mano, disolvió la energía sagrada que rodeaba a Sou Ten. Sus gritos cesaron, pero cayó sin sentido; había sido demasiado para su cuerpo.
-Listo. Me has impresionado, kitsune; jamás pensé que alguien de tu raza tuviera una percepción de lo que es el honor- el chico lo miró con odio, pero no le dijo nada- Muy bien, pues. Purificaré tu esencia.
Así, sin más, coloco su palma extendida sobre el pecho de Shippo y comenzó a emanar energía de ella. Lo primero que el kitsune sintió fueron unas náuseas muy intensas; la cabeza le daba vueltas, y sentía como si hubiera una ardilla corriendo por todas sus tripas. La debilidad invadió sus músculos, y percibió como sus rodillas temblaban. Su vista se aclaró apenas un poco; lo suficiente como para ver una luz brillante que la mano de Benkei luchaba por extraer de su cuerpo: su alma, para purificarla.
Su vista se nubló de nuevo, y no pudo más que respirar con dificultad, mientras percibía como la vida iba abandonando poco a poco su cuerpo.
-Pobre kitsune- susurró con malicia aquel hombre, sonriendo con una malignidad atemorizante-me brindas la oportunidad de matar dos pájaros de un tiro… en cuanto termine de purificar tu inmunda esencia, seguiré con la de esa mujerzuela que tanto te esforzaste por salvar…- rió brevemente, con un deleite enfermizo al ver como el rostro de Shippo se iba poniendo cada vez más pálido- jamás pensé que un monstruo como tu supiera lo que es el amor… que patético eres- comenzó a reír de nuevo, de manera casi histérica, percibiendo como ya faltaba poco para cortar la conexión de aquella alma con su cuerpo…
Hubo un destello, y Shippo cayó al suelo. También Benkei, con expresión de perplejidad total. Alcanzó a llevar una mano a su vientre, donde había un agujero enorme, causado por una bola eléctrica que Sou Ten le disparó con todas las fuerzas que le quedaban. La brillante luz volvió a introducirse al pecho del kitsune, devolviéndole el color con rapidez.
-Ma...estro…- fue lo último que dijo aquel hombre antes de morir, aún sujetando lo que quedaba de su abdomen, con la expresión sorprendida congelada para siempre en aquellos ojos que no verían nunca más. Jadeando, Sou Ten volvió a flexionar el brazo que había extendido para atacar, y se desplomó, totalmente rendida.
Visto desde arriba, aquel lugar parecía un campo de batalla en miniatura: los cuerpos tendidos, rendidos; las rocas, destruidas; y el olor a carne chamuscada se fundía con el olor a muerte.
--------
Nos leeremos pronto para el gran final!!! ¡¡¡YAY!!! :Kya!: :Kya!:
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Amor de Colores: El Epílogo - Página 2 Empty Re: Amor de Colores: El Epílogo

Mensaje por MikoAucarod Miér Jul 22, 2009 3:23 pm

BIEN SHIPPO!!! SOUTEN!!! WOOOO!!! Very Happy Espero que no les haya pasado nada malo :Llorar: Y muero por ver los nuevos episodios Very Happy!!
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Amor de Colores: El Epílogo - Página 2 Empty Re: Amor de Colores: El Epílogo

Mensaje por amerika-kikio Jue Jul 23, 2009 12:05 am

kyaaa!!
eso fue genial!!
en serio!!!
kiero la conti!!
me imagine a Shippo
bn heroico
jeje
bye
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Amor de Colores: El Epílogo - Página 2 Empty Amor de Colores: El Epílogo (FINAL)

Mensaje por kikiovskagomexinuyasha Jue Jul 23, 2009 2:29 pm

¡Hola, hola! Me cuesta creerlo… ¡pero aquí les traigo el gran final de “Amor de Colores: El Epílogo”! Disfruté mucho esta historia, y ya me volví shipper de Sou Ten x Shippo xD ¿Qué tal ustedes? ¡Por favor disfruten!
Capítulo 14:
Si alguna vez había tenido el cuerpo tan entumecido, no lo recordaba. Rayos, como dolía… no había articulación, músculo o poro que no se quejara en silencio de que se sentía de la… patada. Hasta parecía que su cabello estaba adolorido. Abrió con esfuerzo los párpados para revelar un par de iris color carmesí, que miraron el techo de madera de dondequiera que se encontrara. Su memoria fue volviendo lentamente a ella. Las Montañas del Trueno, la pelea, Benkei, Shippo…
-¿¿¿¡¡¡SHIPPO!!!???- exclamó levantándose de golpe, aunque los músculos de su espalda se quejaron de inmediato ante aquella violenta reacción- ¿Shippo….?
-Shhh… tranquila… -una mano sujetó la suya. Sou Ten volteó, y vio que el dueño de aquella extremidad tenía unos hermosos ojos color aguamarina, que la veían con una mezcla de ternura y preocupación.
-Shippo, ¿Dónde estamos? ¿Qué pasó? ¿Qué…?- el crujido de una articulación la obligó a interrumpirse y a hacer una mueca. El kistune sonrió y la ayudó a recostarse de nuevo. Por fin ella reconoció el lugar: era su habitación en el castillo de los raijin, y ese era su futón…
-Tienes que tranquilizarte- recomendó el pelirrojo- todo está bien ahora…
-¿Qué pasó? Recuerdo… recuerdo que ese anciano maldito estaba tratando de purificar tu esencia y yo… le lancé un relámpago… luego me desmayé…
-Y debo decir que eres bastante dormilona- dijo en broma el kitsune- estuviste K.O. durante dos días… Goryu casi se vuelve loco de preocupación- su sonrisa se desvaneció un poco cuando vio que ella lo miraba mortificada, y entendió que no podía hacer bromas sin contarle lo que había pasado-. Después de que tu extraordinaria puntería me salvara el pellejo, yo también me desmayé. Desperté quizá un par de horas después, e hice el recuento de los daños. Benkei estaba bien muerto, así que le hice una zanja, tal como me enseñó Sango- al ver la cara algo molesta de la raijin, Shippo se explicó- Si por mi hubiera sido, lo hubiera aventado al precipicio para que las sabandijas del fondo se lo comieran, pero según Sango, las almas furiosas pueden regresar a causar molestias si uno no hace los rituales adecuados. Así que sellé su espíritu en la montaña del Sur, la más alejada. No volverá a molestarnos- al fin, ella sonrió con alivio, y apretó un poco más la mano del kitsune. Luego recordó, y se incorporó de golpe de nuevo.
-¡¿Y que pasó con Goryu?! Me encerraron en aquella aura horrible antes de poder ayudarlo…
-La pequeña lagartija es mucho más fuerte de lo que parece- admitió Shippo con una sonrisa- en cuanto se despertó, no ha hecho más que hacer escándalo, y me costó bastante hacer que reposara y me dejara cuidar de ambos- Sou Ten rió ligeramente; eso era tan típico de Goryu…- De hecho- continúo él- insistió en preparar el desayuno de hoy, y no me dejó ni protestar. Supongo que estará abajo- comentó con vaguedad. Como para confirmarlo, un ligero sonido de ollas de metal que se mueven lo confirmó. La youkai sonrió contenta.
-Al menos ya hay un tonto racista menos en Japón- dijo ella con suavidad, aun no lo suficientemente cómoda para bromear. Pero la sonrisa de Shippo no se alteró.
-Cierto. Siempre habrá gente tonto que cree que conoce a toda la raza solo por un ejemplar… pero la gente se merece la oportunidad de no juzgarlos hasta conocerlos, ¿no crees? Si fuéramos tan torpes como él, de seguro pensaríamos ahora que todos los humanos son basura.- ella asintió, y luego miró con cierta culpabilidad al youkai, como avergonzada.
-¿Pasa algo, Sou Ten? ¿Te sientes bien?
-Si, claro, claro… pero… ¿Y tu, Shippo? ¿Estás bien?
-Gracias a ti, sí- respondió con convicción- No sé porque creí que ese maldito demente iba a cumplir su promesa de no hacerte daño… de no haber sido porque lo eliminaste, de seguro los tres estaríamos donde está él ahora… - sentenció el kitsune. Se quedó de a seis cuando, de golpe, ella retiró su mano de la de él.
-¿Sou Ten…?- Shippo estaba más que confundido.
-¡Eres un tonto!- dijo con fuerza la chica, mirándolo con enojo- ¿Cómo pudiste haber hecho algo así? ¡Ese chiflado casi te mata!- por supuesto, el kitsune se indignó en seguida.
-¡Perdóname por tratar de ayudarte! Digo, la próxima vez deberías avisar si quieres que el psicópata en turno te torture… Luego se andan quejando de que no hay caballerosidad y mira nada más con que me sales…
-Aún si Benkei cumplía el pacto, ¡¿Tú crees que me hubiera gustado saber que te mataron por mí?! ¿¡Y que hubiera hecho yo sin ti, Shippo?! ¡Dime! ¿¡Crees que me hubiera gustado vivir si tu no…!?- Sou Ten se calló de repente, dándose cuenta que había hablado de más. Tanto ella como Shippo se sonrojaron. Ella bajó la vista de inmediato, pero él, para su sorpresa, tomó muy delicadamente el mentón de Sou Ten, y la obligó a mirarlo. Aunque no podía verse, estaba segura de que tenía la cara totalmente colorada.
-¿No te hubiera gustado vivir si yo no…?- preguntó él en un susurro. Después de pasar ligeramente algo de saliva, y totalmente sonrojada, ella respondió también en un murmullo:
-Si tú… no estuvieras a mi lado…- terminó ella mirando con algo de miedo los inquisitivos ojos verde-azulados frente a ella.
-Sou Ten…- dijo él, sonriendo de nuevo.
Sus rostros estaban muy cerca el uno del otro. Podían sentir el suave cosquilleo del aliento del otro recorriendo su piel. Se quedaron quietos un momento, sin decir nada. Lo único que se escuchaba en el fondo era a Goryu moviéndose entre cacerolas en la cocina.
Shippo acortó la distancia entre ellos y rozó los labios de ella. Sintió algo de lo más curioso: recordó cuando era niño y jugaba con Souta, el hermano menor de Kagome, a colocarse las baterías cuadradas con electrodos en la lengua, para darse toques. Era curioso… era una sensación muy parecida… una pequeña descarga eléctrica que le provocó cosquillas en el labio. Se miraron, sonrieron y después rieron levemente. Luego Shippo movió con suavidad su mano del mentón a la mejilla de Sou Ten, y la atrajo de nuevo hacia sí. Ella no opuso resistencia alguna, pues se había olvidado del dolor de su cuerpo, y cerró el beso, tomando al kitsune levemente por el cuello.
Era maravilloso, estar conectados así por fin… ambos sabían que habían esperado eso por mucho tiempo… no solo durante aquel viaje sino desde hacía muchos años… desde que eran un par de niños youkais que peleaban por crayones. Ella lo abrazó por el cuello y él colocó su mano libre en la cintura de ella, agradeciendo que estaba sentado, porque sentía como sus piernas temblaban. Era irónico… poéticamente irónico… como una chica que provenía del mismo clan que le había arrebatado lo que más quería se venía a convertir ahora en alguien tan importante… alguien por quien con gusto moriría… pero más aún, alguien con quien con gusto viviría, por siempre, sintiendo su calor reconfortarlo. Todo era tan nuevo, tan mágico… Sou Ten comenzó a acariciar con delicadeza los cortos cabellos de la nuca de Shippo. No había otra palabra para describirlo salvo… electrizante.
El kitsune sonrió, provocando que se separaran cortamente; ella sonrió también y lo abrazó.
-Gracias, Shippo...- murmuró ella, haciéndole cosquillas en el cuello con su aliento.
-¿Gracias por qué?- preguntó él con suavidad, acariciando el suelto cabello negro de la raijin y sonriendo.
-Por darme una razón para vivir feliz…
-Entonces el agradecido soy yo…Sou Ten… - él la miró y ella lo besó de nuevo. Shippo estuvo a punto de echarse a reír cuando pensó que, aunque Goryu entrara en ese momento y le echara la maldición de la Rata Montañesa, ella bien lo valía…
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Uno no podía distinguir cual de los gemelos era cual, pues ambas cabecitas estaban totalmente cubiertas de lodo. Los dos pequeños estaban construyendo un castillo al lado de su hogar, después de una noche de lluvia intensa. De repente, ambos pares de orejitas se agitaron y los dos pequeños se pusieron de pie.
-¿Huh?
Alguien se acercaba… y ese aroma era de…
-¡Mamá! ¡Mami! ¡Es Shippo-nii-san! ¡Shippo-nii-san está en casa!- gritaron los dos mellizos al unísono, corriendo más que felices al encuentro de las figuras que se acercaban a paso lento sobre el reverdecido pasto de la colina cercana.
-¡Shippo-chan!- exclamó Kagome, saliendo del Den tan rápido que casi se cae- ¡Inu Yasha! ¡Shippo ha vuelto! ¡Ven a ver!
La miko salió al encuentro de su hijo-hermano adoptivo, mientras gritaba a todo pulmón a Sango, Miroku y a los niños que salieran. Primero alarmados, luego complacidos, el monje y su familia también se acercaron a donde estaba Shippo. Inu Yasha iba con total calma tras ellos, sonriente.
Sobra decir que los gemelitos se abalanzaron sobre Shippo para abrazarlo. Cuando los pequeños Himitsu y Yoshiko por fin soltaron a su hermano mayor, que reía, no pudieron dejar de notar que no iba solo.
-¡Shippo-nii-san! ¿Quién te acompaña?
-¡Es muy bonita!- se maravilló el pequeño Himitsu, mirando admirado la armadura, el kimono y los brillantes ojos carmesí de Sou Ten.
-¡Shippo! ¡Sou Ten!- exclamó Kagome al llegar- ¡han vuelto!- y los abrazó. Shippo ensanchó aun más su sonrisa y devolvió el abrazo; pero la raijin había olvidado toda la fuerza que tenía Kagome, que no la dejó ir hasta no ponerle un “bonito” tono morado en la cara-¡Que sorpresa que vengan… que vengan…!
-¿Juntos?-completó con cierto fastidio en pequeño dragón rojo, saliendo de la bolsa de Sou Ten- No sé, aún no logro explicarme la suerte que este rompe-hogares tuvo y…
-¡Goryu!- lo reprendió divertida y sonrojada ella tomándolo con sus dos manos sin lastimarlo, pero para evitar que hiciera mucho berrinche. Kagome y sus hijos sonrieron con complicidad.
-¿Con que rompe-hogares, eh?- dijo una voz masculina de lo más divertida. Pertenecía a Inu Yasha- Pues al parecer pasaste mucho tiempo con Miroku, enano…
-Debería agradecerme entonces- contestó el aludido, acercándose- porque al parecer los rompe-hogares si que tenemos suerte…- abrazó por la cintura a Sango, que se rió y se sonrojó, y con el otro brazo abrazó a sus hijos. Todos se rieron, bastante felices.
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-¿Kaede-baa-chan?- llamó con suavidad la chica del futuro, entrando a la cabaña- Hay alguien que quiere verla.
-¿Hum? ¿Quién?- su pregunta fue respondida enseguida, cuando el alto joven pelirrojo entró tras Kagome- ¡OH, Shippo-kun! ¡Has vuelto!- la anciana tomó el bastón que había necesitado desde hacía un tiempo y se acercó al kitsune- Te ves mejor, más maduro. ¿Cuánto pasó desde que comenzaste tu viaje?
-5 meses, Kaede-baa-chan- respondió él sonriendo con ternura- y tu te ves igual de rozagante que una quinceañera.
-Pues créeme, ya van varios “quinces” que llevo… cuéntame, muchacho, todo lo que has hecho.
Shippo le entregó una bella piedra tallada con símbolos antiguos, muy pequeña, y atada a un lazo.
-Es un amuleto… lo traje especialmente para ti- explicó el chico, entregándoselo.
-Es una piedra sintoísta del sur… vaya, es preciosa… muchas gracias, Shippo-kun… ¡que espléndido!- sentenció, colgándoselo al cuello.
-Deberías ver como están los niños y los no tan niños con todo lo que les trajo- dijo la joven miko con un suspiro procedido por una sonrisa- están todos embobados con todos los recuerdos que trajo. Hasta parece Navidad.
Shippo se sonrojó y sonrió. La Anciana Kaede rió con ganas y luego dijo:
-Bueno, pues tanta generosidad debe tener un premio. ¿Qué quieres de obsequio, pequeño?
Él se quedó pensando un momento, y luego, con el rubor aun persistente en su rostro, preguntó:
-¿Aún eres amiga de aquel sacerdote tan amable, que piensa que los youkais somos “geniales”?
-Por supuesto; de poder visitarlo más seguido, lo haría. Es un gran sujeto. ¿Por qué?
-Bueno- dijo Shippo, sonriente- habría una ceremonia en especial que me gustaría que hiciera…
Tanto Kagome como Kaede abrieron grandes los ojos y después, sonrieron con verdadero gusto.
-¿La joven artista?- adivinó astutamente la anciana, dándole unas palmaditas a su bastón, como aprobando aquello.
-Sí…- contestó el chico con cierto embarazo, y aun sonrojado. Kagome se rió, cerca de dar brincos de gusto.
-¡Que gusto, Shippo-chan!
-Es claro que jamás te aburrirás con ella…
-Lo sé… ella… le da más color a mi mundo…- admitió él en un murmullo, apenadísimo.
-¡KAWAII!- exclamó Kagome- ¡EL SUYO ES UN AMOR DE COLORES!
-Suena lindo…. Pero por favor, querida, no grites- pidió Kaede, mientras ella y Shippo se cubrían los oídos. Kagome nunca perdería esa potencia pulmonar, al parecer.
El kistune se puso de pie y se asomó un poco por la puerta, viendo como la raijin jugaba con los tres retoños de Miroku y los dos de Inu Yasha con una extravagante bola que habían conseguido en la Isla Sur, Kyushu. La vio reír, y vio el viento agitar su cabello negro, sus ojos carmesí brillando de alegría, en contraste con el cielo azul y el verde del pasto. Sí… Kagome tenía razón… un amor de colores…
FIN

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¡Waaaaa! ¡NO PUEDO CREER QUE HAYA TERMINADO ESTE FIC:D Me da gusto, pero voy a extrañar escribirlo…. TuT OH, Kami-sama…. Creo que voy a llorar xD Quería incluir el título en el final…. Pero creo que me quedó hiper-cursi… Jajajajaja, ¡quiero agradecer a toda la gente bonita que se tomó la molestia de leer Very Happy xD Jajajajaja, sé que quedó algo meloso, ¡pero así debía ser el tan esperado besito! u Espero sus comentarios con ansias… ¡Nos leemos:D
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Amor de Colores: El Epílogo - Página 2 Empty Re: Amor de Colores: El Epílogo

Mensaje por MikoAucarod Jue Jul 23, 2009 4:25 pm

WAAAAAAAAAAA!!!!!! QUE BONITO!!!!!!!!!!!!!!! EXCELENTE LA HISTORIA!!! Very Happy Gracias por haberla compartido con nosotros ^^
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Amor de Colores: El Epílogo - Página 2 Empty Re: Amor de Colores: El Epílogo

Mensaje por amerika-kikio Jue Jul 23, 2009 10:50 pm

Kyaaa!!
tan bello!!
hermoso fik!!
see!!!! jeje mejor final no pudo
tener1!!!
cuidate
bye
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